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De nuestras Jornadas

El góber tuitero

L

a respuesta en Twitter del gobernador Javier Duarte al auditor superior de la Federación, Juan Manuel Portal, quien ayer reiteró en entrevista televisiva que Veracruz es el estado con más irregularidades en el uso de recursos federales y tiene pendiente justificar el uso de 35 mil millones de pesos, es reflejo de una crisis institucional con múltiples aristas, enormes pasivos para la población y que parece crecer de manera imparable.

Prácticamente acorralado por la prensa que lo siguió ayer al salir de las oficinas del Sistema de Administración Tributaria en Xalapa, adonde acudió en forma sorpresiva y sin que se conozca el propósito de la visita, Duarte remitió a los reporteros a su mensaje cibernético como respuesta única a las declaraciones de Portal: Twitter basta y sobra para responder a la ASF, comentó.

En su cuenta de Twitter Javier Duarte de Ochoa afirmó que la última vez que se reunió con el titular de la Auditoría Superior de la Federación fue en privado en Xalapa; las denuncias que la ASF presentó están siendo atendidas y en algunos casos se ha determinado el no ejercicio de la acción penal.

De no ser por la gravedad de la situación, dicha respuesta pareciera hasta jocosa y sobradamente juiciosa, pero en realidad el gobernador abona diario al malestar social, ahondando la desconfianza en las instituciones por su irregular ejercicio gubernamental.

Ello ha llevado a la sociedad veracruzana a una oscura espiral, cada vez más profunda, en la cual la inseguridad, la ruina económica y la desesperanza permean por todos lados, con las peores expectativas que cualquiera pueda suponer, pues el mismo gobernador electo, Miguel Ángel Yunes, advirtió ya de las enormes dificultades que esperan a Veracruz no sólo en estos últimos tres meses del duartismo, sino en los primeros de 2017.

Acostumbrados a ver cómo la corrupción ha sido forma común de hacer política y negocios de las élites mandantes, los veracruzanos no habíamos visto –aunque suene extraño– consecuencias de este comportamiento más allá de sus efectos de fin de sexenio; el humor popular incluso hacía comparaciones de qué gobernador había robado más o cuáles funcionarios se habían enriquecido más.

Sin embargo, la desfachatez en tiempos de Twitter resulta ofensiva, pues la trama de corrupción masiva del duartismo afectó ya la convivencia económica, política y social y cambió para siempre las reglas del juego político en el que el Partido Revolucionario Institucional, antes hegemónico, deberá aprender a ver y hacer política de otra manera.