Sociedad y Justicia
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Participantes del movimiento llevan su reflexión a las elecciones de 1988 y al posterior fraude

Que no hubo represión y conservar la gratuidad en la UNAM, victorias del CEU
 
Periódico La Jornada
Jueves 3 de noviembre de 2016, p. 34

Cuando valoran los alcances del movimiento del Consejo Estudiantil Universitario (CEU) de 1986, muchos de los que estuvieron en éste llevan sus reflexiones a lo que pasó después, a la elección presidencial de 1988, al fraude electoral y al México de hoy, en el que no ven democracia.

Para ellos, el movimiento estuvo ligado a un reclamo de la sociedad por participar. Y piensan que sus mayores victorias son que no hubo represión y que se conservó la gratuidad de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Andrea González era alumna de la Preparatoria 4 y ahora dirige el programa de VIH/Sida de la Ciudad de México. Tiene críticas de lo que pasó con algunos integrantes del CEU después del movimiento, pero piensa que culpar en lo individual a alguien de la horrible situación de nuestro país y de su clase política es absurdo. El que estaba del otro lado de la mesa de negociación, el PRI, tiene más responsabilidad en el desastre que tenemos.

Ernesto Ruiz, quien era alumno de la Facultad de Ingeniería en la época del CEU, recuerda que en algún momento uno de los líderes del movimiento habló de una república ceuista. Se refería, creo, a una serie de valores que nos impulsaban y que creíamos necesarios para conseguir un país democrático.

Para uno de los líderes del CEU, Imanol Ordorika, de 58 años, aquel movimiento estudiantil tuvo como mayor logro el que no se repitiera la represión de 1968 y que el CEU de alguna manera perfiló las condiciones del México que se abriría con más claridad en la campaña presidencial de 1988 y los años por venir.

Cree que los estudiantes demostraron que tienen capacidad de acción y reflexión, y que su presencia fresca, su politización renovada, sus formas de organización, representan parte de la esperanza del México que se puede construir.

Antonio Santos, de 55 años, quien fue otro de los líderes y entonces era estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras, cree que la victoria fundamental del CEU fue un asunto cultural. Ganamos la discusión sobre la gratuidad de la universidad. Hoy todos, hasta los funcionarios, la reivindican. Aunque no lo logramos sólo nosotros, sino también, con sus bemoles, el Consejo General de Huelga en 1999-2000.

Nadie, dice Santos ahora dedicado a la política, tiene garantizado que la “gratuidad se conservará en la UNAM para siempre. Cuando pase algo, tendrán que ser los estudiantes de ese momento los que salgan a pelear.

Leyla Méndez, quien fue representante de la Preparatoria 5 en los diálogos públicos entre el CEU y rectoría hace 30 años, asegura que aquellos universitarios fueron una generación de poder. Una de las cosas que deja el CEU es la no estigmatización a los movimientos universitarios. Es el poder entender que hay muchos puntos de vista, que hay que escucharlos, analizarlos en su justa dimensión y que las diversas materias que puedas tomar en la universidad te permiten ampliar tu espectro de conocimiento y no te convierten en un ser monotemático, eso también te permite establecer otros niveles de reflexión.

Julio Sacristán, quien era estudiante de la Facultad de Ingeniería, afirma que mediante ese movimiento conocimos una universidad totalmente diferente. Antes íbamos a estudiar a ella, pero en el movimiento conocimos a las personas, a los profesores, y la legislación, la historia, y la función de la UNAM.

Al paso de tres décadas, Maru de la Garza, quien era representante ante el CEU de la Escuela Nacional de Artes Plásticas y actualmente es profesora de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, señala que en el país aún se debe construir la visión de que las instituciones pertenecen a todos y no sólo a un sector.

Ejemplifica: La UNAM es de todos, no sólo de los estudiantes. Es como el caso del auditorio Che Guevara, donde un grupo se autoproclamó prácticamente su dueño, y no pasa nadie más. No, la universidad es de los estudiantes, sí, pero también de las autoridades, de los profesores, de los trabajadores. Eso es algo que en México no hemos terminado de construir, el que las cosas son de todos.