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Vox Libris
Ahuyentar los recuerdos
 
Periódico La Jornada
Domingo 6 de noviembre de 2016, p. a16

Regresar a la casa en la que se habitó hace muchos años nos va a generar, de entrada, predisposición sobre todo a los malos recuerdos. Es algo natural el hecho de desplazar lo agradable por las remembranzas que nos causaron molestias. Nos gusta la tragedia, sobre todo en literatura.

Resulta que la novela empieza con un letrero de la venta de una casa abandonada en un lugar lejano, a cinco minutos del centro de Pátzcuaro.

Luego, sabremos que la madre de la protagonista falleció hace poco tiempo, que su padre los abandonó, y que además uno de sus hermanos pequeños falleció en ese lugar.

Los ingredientes ya están listos. Por tanto, nos atrevemos a afirmar que todo esto girará en torno a personajes ausentes: la madre recién fallecida, el hermano muerto, el padre ausente, la casa vacía en medio de un enorme bosque.

La cuestión, entonces, ¿podría ser que se trata de rellenar espacios?, y de ser así, ¿qué se debe hacer con ellos? ¿Vaciarlos con la indiferencia? ¿Mentir y decir que no pasa nada a pesar de sentir todo lo contrario? No. Aquí el asunto será llenarlos con otras cosas, recuerdos muy particulares.

De manera que de pronto la casa se vuelve a llenar. Llegarán cinco visitantes: Julia, la responsable de todo; su hermano Pablo, exitoso arquitecto que ayudará poco en las labores, y tres amigos comunes, Charlie, Julio y Darío. Los mismos de hace años. Su intención principal será limpiarla y dejarla presentable para la venta. Pero en medio del campo, con el sonido de la naturaleza y la pasividad con que el tiempo transcurre, los incitarán a otras cosas, por ejemplo, a intentar emborracharse como antes lo hacían.

Sería agradable quedarnos a vivir aquí. Ventilar la casa, modificar su personalidad hasta donde sea posible. Ahuyentar los recuerdos. Olvidarnos de venderla y hacerla nuestra entre todos, dicen a manera de remembranza.

Sin embargo, hay un personaje que tensará la narración. Y es a Julia a quien se le aparecerá o ella se lo imaginará en repetidas ocasiones. Es a la única. ¿Por qué? Bueno, ahí está el centro de todo. Julia conoció el desenlace, dejémosla que ella nos lo cuente.

El fantasma que se esconde en estas paredes, el que imaginé y deseo que esté observándome, podría enterarse de que estaba dispuesta, a mis doce años, a hacer mío su dolor. Si hubiera habido la forma, si la muerte fuera una labor de equipo. Si existiera la transfusión de síntomas.

Este tema remite a una novela anterior a ésta, La cofradía de las almas desnudas, sólo que en aquella había mucho más alcohol, muchas drogas y fiesta. Ahí la amistad se demostraba al ayudar al otro a vomitar o a llevarlo a rastras a la letrina. Hoy por él, mañana no se sabe.

En esta reciente, Vanesa Garnica es menos apresurada al momento de escribir, se nota la contención más reflexiva y menos emotiva. Aquí ya los amigos se demuestran cuánto se quieren yéndose a dormir temprano y deseándose buenas noches. La vida adulta se ha apoderado de ellos, las borracheras ya no son maratónicas. De manera que, lo que nos van a contar y lo que podremos imaginar son, al mismo tiempo, el anverso y reverso de la misma historia.

Pero también sabemos que no hay una representación fiel o creíble de nuestras aventuras. Siempre ocultamos o resaltamos las que mejor nos convengan. Sobre todo cuando el narrador es uno solo y no todos los involucrados están presentes para censurar o consensuar en ellas.

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Diríamos que entonces el asunto se vuelve parcial, una versión entrecortada que favorecerá a quien la cuenta, sin duda. Pero aún ahí, en esa imbricación, hay la curiosidad por saber parte de la versión, sin importar qué tan sesgada sea. Aquí la astucia del narrador no tiene oponente.

Quizá es una mimetización entre la casa y la vida de ellos cinco, vidas diferentes pero en el fondo idénticas: desvencijadas y necesitadas de ayuda urgente. O también puede ser que la separación de los dos hermanos, Pablo y Julia, que compartieron la casa mucho tiempo, sea el resultado de esa acción y, por tanto, desencadene esta reacción.

Aunque ya nos quedó claro que ésta implica un mecanismo artificial, similar a un acto dependiente de poleas y engranajes que, incluso cuando se hace evidente, no hace más que señalar una ínfima partícula de su complejidad.

Título: En un claro de bosque, una casa

Autora: Vanesa Garnica

Editorial: Era

Páginas: 165

Sitio aterrador habitado por oscuros

No había tenido oportunidad de leer antes a Stig Dagerman (1923-1954). Y desde ahora es uno de mis favoritos. Puedo, sin dudar, declararlo como mi otro escritor maldito.

Más allá de su lamentable forma de haber fallecido, su escritura es formidable, lo hace darle importancia a los convencionalismos narrativos ni a las consideraciones al lector.

Es oscuro, demasiado. Y aquí es donde radica su probable incomprensión, porque este libro no debe leerse como una novela en la que se nos presentan los personajes y las escenas y los diálogos y todo eso. No, estimado lector, no deberá hacerlo de esta forma.

Sugiero tomar la píldora en pausas. Degustarla en todas sus formas y prepararse para tener ante sus ojos un largo y vertiginoso poema en prosa. Sólo leído de esta manera, las imágenes descritas remitirán a la profundidad de su significado, a la intención natural de Dagerman.

Y vea si miento, pues tener hambre y sed en una isla en medio del mar, sin poder enterrar a los muertos, sin esperanza de sobrevivir un día más, y, por si fuera poco, estar rodeado de lagartos, no es cualquier cosa; va una prueba, léase muy lento:

La noche tiene muchos fuegos. Ver el fuego latir en los ojos de alguien, sentir el calor de un cuerpo que quiere más fuego mientras uno se pasa apagado toda la noche.

¿No le transmitió algo? Bueno. Son siete náufragos, y en todos ellos sueña el miedo, es más o menos el último día de sus vidas y lo saben con cierta ridícula inconsciencia, como un caballo viejo sabe cuando lo van a sacrificar.

Título: La isla de los condenados

Autor: Stig Dagerman

Editorial: Sexto Piso

Páginas: 296

Buena música

Creo que esta novela es como un lienzo al que le falta un marco. Prefiero tomarla como una buena lista de recomendaciones musicales para cuando salga de fiesta a alguna casa de esta gran metrópoli.

Título: Luz estéril

Autor: Iván Ríos Gascón

Editorial: Ediciones B

Páginas: 393

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