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Penultimátum

De plagiarios consumados

P

arodiando la pregunta con que el presidente de México explicó por qué hubo necesidad de aumentar el precio de los hidrocarburos, ¿qué hubieran hecho ustedes si el rector de la universidad donde son profesores, estudian o trabajan es un plagiario? Seguramente exigirían su renuncia inmediata y ninguna institución de enseñanza lo admitiría como catedrático. Pero hay casos que rompen la regla.

El doctor Fernando Suárez Bilbao, rector de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, es un plagiario consumado. Ha hecho aparecer como suyas páginas y páginas escritas por historiadores y juristas ampliamente reconocidos. Uno de ellos, el historiador Carlos Barros, afirma que el rector usó el mismo método en todos los casos hasta ahora descubiertos: la reproducción literal de los textos ajenos, ensamblados con una habilidad que delata una larga experiencia. Y vaya que la tiene: hasta hoy son 14 sus escritos donde incorpora páginas enteras de otros autores sin darles el crédito correspondiente.

En vez de asumir su responsabilidad, el rector dijo que había una campaña de difamación y acoso a la universidad. Y que las denuncias en su contra son falsas. Negó que se considerara plagio lo que ha hecho al no obtener rendimiento económico de ello. Pero admitió ante el Consejo de Gobierno de la Rey Juan Carlos, que aún preside, que pudo haber cometido disfunciones porque es humano. La universidad creó una comisión para estudiar los trabajos en los que el rector ha plagiado. Se desconocen sus logros y hay catedráticos que apoyan a Suárez Bilbao.

En cambio, la Universidad de California retiró un artículo de él que publicó en 2015 en la revista eHumanista, de literatura española y catalana, y la de mayor difusión en la red. El texto, de 13 páginas, incluye plagios a obras de seis autores. Entre ellos, el francés Bernard Vincent, honoris causa de la Universidad Complutense.

Según los estatutos de la Rey Juan Carlos, el rector sólo puede ser removido de su cargo si pierde su condición de funcionario, por sentencia judicial firme o mediante una moción de censura que presente un tercio del claustro universitario, integrado por 300 personas, y obtenga el apoyo de otro tercio.

El Código Penal de España califica el plagio como delito y existe una Ley de Propiedad Intelectual. Aunque decenas de profesores de ese y otros países piden la renuncia o destitución de Suárez Bilbao por ser una vergüenza para el sistema universitario, ninguna instancia oficial se atreve a tocarlo. Un silencio cómplice que se suma a los numerosos casos de corrupción en los que están involucrados desde hace años el partido en el poder, altos funcionarios y empresarios.

El plagiario es miembro de la Real Academia de Historia de España. Y allí sigue tan campante.