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Trump: ahora, el presupuesto
E

l líder de la bancada demócrata en el senado estadunidense, Charles Schumer, acusó ayer al presidente Donald Trump de sabotear las negociaciones entre ese grupo parlamentario y el republicano respecto de la definición del presupuesto para el año fiscal que debe empezar a regir el día 29 de este mes. El debate se realiza entre tres partes –las ya citadas fracciones legislativas, más la Casa Blanca– que no logran ponerse de acuerdo sobre puntos esenciales del gasto público para el próximo ejercicio.

Según Schumer, el mandatario parece actuar con la consigna de si no hay dinero para el muro romperemos la negociación y paralizaremos el gobierno, en alusión a la insistencia gubernamental de obtener fondos para la construcción de la valla en los límites fronterizos con México, que fue leit motiv en la campaña de Trump y el empecinamiento central en los primeros cien días de su mandato.

A la oposición a las demandas presidenciales del bando demócrata ha de sumarse el conjunto de solicitudes particulares de senadores republicanos que obstaculizan y complican las negociaciones, ya críticas pues, en ausencia de una ley de presupuesto, las actividades regulares del gobierno –salvo las consideradas esenciales, como la seguridad– entrarían de inmediato en una fase de parálisis, en lo que se conoce popularmente en el país vecino como el cierre gubernamental. Un precedente de semejante situación es la crisis política de octubre de 2013, cuando la presidencia de Barack Obama y los legisladores republicanos protagonizaron una confrontación que paralizó durante 16 días la mayor parte de la administración pública federal.

Lo paradójico del caso es que si en ese entonces el antecesor de Trump debía negociar con una mayoría opositora, en la actualidad el republicano cuenta con la mayoría de su partido en ambas cámaras, lo que haría aún más bochornoso un cierre gubernamental.

Aunque el presidente se ufanó de haber hecho más que cualquiera de sus predecesores en sus primeros cien días en la Casa Blanca, lo cierto es que ese periodo está marcado por graves derrotas y retrocesos: Trump no ha logrado vencer judicialmente las múltiples resistencias a la persecución lanzada contra musulmanes trabajadores migrantes, y ha debido echar reversa en su pretensión de obligar a México a pagar la construcción del muro y en sus posturas hostiles hacia China y hacia la Organización del Tratado del Atlántico Norte. Por lo demás, ni siquiera pudo someter a votación en el Capitolio su iniciativa para demoler el programa de seguridad social construido por Obama.

Es tal el empantanamiento interno en que se encuentra la administración, que el magnate no encontró nada más oportuno para mejorar su alicaída popularidad que ordenar el inopinado bombardeo de una base aérea siria y emprender amagos militares contra Corea del Norte.

Con esos hechos en mente, y al empezarse a conocer el estilo trumpiano de huida hacia adelante, la falta de acuerdos legislativos sobre el presupuesto y la posibilidad de que el gobierno se vea reducido a una situación de parálisis ha de valorarse con preocupación, por cuanto el presidente republicano podría verse tentado a elevar la temperatura en alguno de los conflictos regionales que afligen al mundo o incluso a lanzar una nueva agresión militar contra alguno de los países que no acatan los dictados de Washington. Los días por venir resultan, pues, particularmente críticos y peligrosos.