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No se denuncia por temor a represalias, aseguran legisladoras

El acoso sexual, secreto a voces en la sede del Europarlamento

Piden una investigación externa y endurecer el sistema de sanciones

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Sorpresivamente, durante la sesión de ayer en Estrasburgo, algunas eurodiputadas colocaron en sus curules el cartel con el mensaje MeToo (Yo también), utilizado en una campaña para denunciar casos de acoso o abuso sexual, esto a raíz del escándalo que envuelve al otrora poderoso productor de Hollywood, Harvey WeinsteinFoto Afp
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 26 de octubre de 2017, p. 25

Madrid.

Se rompió el pacto de silencio y afloró en los solemnes despachos del Europarlamento una realidad lacerante que provocó el sonrojo de sus señorías: el acoso sexual a las mujeres en el trabajo es habitual y generalizado. Y, lo peor: es una situación que todos conocen, pero que también todos callan por miedo a represalias de los acosadores, que suelen ser precisamente los hombres con poder.

El caso de Harvey Weinstein, el influyente productor de Hollywood que acosó durante décadas a actrices anónimas y consagradas, provocó una reacción en cadena en el Parlamento europeo, una de las instituciones más respetadas del planeta y en la que están representadas las soberanías de los 27 países que integran la Unión Europea (UE).

En esta cámara única en el mundo confluyen todas las tendencias ideológicas de un grupo de países que representan a más de 500 millones de ciudadanos, que hablan más de una docena de idiomas y están diseminados en un territorio de más de 4 millones 300 mil kilómetros cuadrados.

El Parlamento Europeo es la institución que más se respeta en la región, por encima de la Comisión Europea, que es el brazo ejecutor de los países miembros. Por eso provocó un enorme impacto lo que se destapó este miércoles en el pleno y en boca de algunos de los europarlamentarios, la mayoría mujeres, que decidieron sumarse a la campaña internacional contra el acoso que se basa en poner el mensaje “MeToo (yo también, en inglés)” para denunciar algún tipo de acoso.

Y así se hizo desde el atril de la Eurocámara, donde además de los datos alarmantes de acoso sexual en el continente europeo –más de 45 por ciento de las mujeres lo sufre de forma cotidiana o lo ha padecido alguna vez en su vida–, se expresó fuerte y claro que las poderosas y solemnes oficinas de sus señorías también eran escenario de este abuso de poder. Y más aún, contra las mujeres trabajadoras de la institución, que muchas veces para ascender o para no ser apartadas de sus puestos han sido acosadas o abusadas sexualmente.

Con el cartel MeToo empezaron a tomar la palabra algunas diputadas para romper ese pacto de silencio que había hasta ayer. La polaca Agnieszka Kozkowska, del conservador Partido Popular (PP), lo reconoció y además apremió a sus compañeros a poner una solución sobre la mesa. Todas las instituciones tienen que atender esta cuestión. Sobre todo porque existen grandes obstáculos para que las víctimas denuncien, ya que la mayoría de casos descritos en los medios nunca se han notificado por los canales oficiales por vergüenza o por miedo a perder el trabajo.

La gravedad de la situación se pudo conocer gracias a que se puso un buzón anónimo en las oficinas del Europarlamento, donde de inmediato empezaron a dejar cartas mujeres que relataban los abusos que habían sufrido, o sufren, por parte de los influyentes políticos europeos. Y también gracias a un reportaje publicado en el diario británico The Sunday Times, en el cual se relataron los abusos y acosos que sufrieron 12 mujeres por parte de eurodiputados. Pero hasta la fecha no se ha revelado ningún nombre.

La diputada polaca advirtió: “hoy hablamos de casos en el Parlamento Europeo. Aquí tenemos procedimientos y herramientas para combatir este fenómeno y los tenemos que empezar a utilizar. Por eso lamento que se hable muy poco de los autores y los testigos de abusos.

La eurodiputada socialista, Iraxte García Pérez, reconoció que el acoso sexual en el Europarlamento era un secreto a voces que no se había roto por miedo a represalias, pero ahora lo que tenemos que hacer es poner soluciones sobre la mesa.

La diputada socialista de Lituania, Vilija Blinkeviciute, solicitó una investigación a profundidad con expertos externos porque los mecanismos internos no son lo suficientemente eficaces. Además, propuso evaluar el sistema de sanciones para estas cuestiones, para hacerlas aún más severas. En términos similares se manifestó la eurodiputada liberal holandesa Sophia in ‘t Veld, que exigió pasar de las palabras a los hechos, pues sólo se han presentado 10 casos desde 2014 ante el comité interno para denunciar casos de abuso sexual, cuando el problema es mucho mayor.

La portavoz de la Izquierda Unitaria en el debate, la eurodiputada sueca Malin Björk, pidió el apoyo pleno para las víctimas y actuar después de que se haya roto el silencio sobre lo que ha ocurrido en esta casa, donde ha prevalecido, según la versión de la eurodiputada Tania González, de Podemos, la cultura de macho dominante.

Incluso la legisladora alemana, Terry Reintke, reconoció que ella había sufrido acoso, pero no en el ejercicio de sus funciones. No lo olvido, lo que podría haber ocurrido me asusta y me indigna. Por eso hay que trabajar, para atajar cuanto antes esta lacra que socava la dignidad de las mujeres, señaló.

La eurodiputada Margot Parker fue más allá y advirtió que si hasta la fecha hay 15 diputados acusados de acoso sexual, es prioritario que se revelen sus nombres y los hechos. Esos expedientes tienen que ser de acceso público inmediatamente.

Antonio Tajani, presidente de la Eurocámara, prometió que será muy estricto a la hora de sancionar a eurodiputados cuya implicación en casos de abusos sexuales quede probada.

En los últimos cinco años, el Ejecutivo comunitario ha impuesto sanciones en cuatro casos promedio al año por comportamiento inapropiado y 13 víctimas han pedido asistencia cada año. Las sanciones varían según sea el caso. Una medida típica es la degradación de categoría, que implica reducción salarial y ralentización en la carrera profesional. Pero las identidades son secretas. Y los hechos denunciados también. Ahora que el presidente Tajani reconoció estar conmocionado por lo que narran las mujeres trabajadoras del Europarlamento, sus compañeras de escaño esperan que se rompa definitivamente con la cultura del silencio que prevalece en el acoso sexual.