Opinión
Ver día anteriorLunes 19 de febrero de 2018Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Buscando entender
L

a lucha de un pueblo para sacudirse un sistema económico y político injusto y opresor no es fácil; los cambios requieren sacrificios, unidad de quienes se comprometen a lograr el objetivo, pero también de aliados y esto amplía las necesidades a una seria reflexión, a un debate sobre estrategias y métodos para el día a día de la batalla por el cambio. Durante mucho tiempo la lucha, primero del gobierno legítimo, después del movimiento precursor y ahora del partido Morena, recayó en un sector indignado e informado de la sociedad.

Tuvo desde un inicio como divisa una frase que enorgullecía y con­citaba una muy razonable esperanza de que el triunfo podría estar al alcance de la mano; fueron épocas de organización, de despertar de conciencias y de trabajo alegre y organizado, me refiero a la elevada y democrática frase que tantas conciencias despertó: Sólo el pueblo salva al pueblo.

Pero, como dice conocida canción, cambia, todo cambia, una inesperada pero necesaria apertura del movimiento hacia a nuevos sectores ha causado gran revuelo que ya desbordó a la clase política y a los tradicionales interesados en estos temas; hay inquietud muy fundada entre los beneficiarios del sistema injusto, tanto del primer nivel, que ha sido bautizado como la mafia del poder, como entre los de niveles inferiores que se acomodan y medran en menor escala; también sacude y asombra a los tradicionales luchadores que han venido siguiendo a AMLO desde hace ya varios lustros.

Los cambios a que me refiero, y que todos conocemos, requieren de mucha comprensión y a veces de la aceptación de sacrificios personales; no es fácil sin más, ver cómo puestos en la batalla política son ocupados por los recién llegados y tampoco se asimila fácilmente el encontrarse en la misma trinchera a nuevos compañeros que apenas ayer estaban en la de enfrente.

Ha costado trabajo entender, por ejemplo, que un partido como el PES sea hoy un aliado de Morena y de la candidatura de izquierda, siendo ese partido, el recién llegado, reconocidamente conservador en muchos aspectos. Que el PT, aun con sus titubeos se haya incorporado, no deja de causar resquemor y se critica el hecho en algunos sectores, pero se le ve bien, por ser abiertamente de izquierda y con menos suspicacias que la de los cristianos y evangélicos del otro partido. Pero, ¿qué puede hacer un grupo social que busca alcanzar un fin y se encuentra con otros, que aun cuando no piensan en todo de la misma manera, se acercan para colaborar y facilitar el cambio? El PT fue aceptado desde etapas anteriores como algo natural, a pesar de su dirigencia unipersonal y de algunas sombras en su origen; ya había acompañado al candidato hace seis años y mantuvo durante mucho tiempo su cercanía y fidelidad, fue además un compañero generoso y firme, pero el PES, como quiera que sea, significa una novedad sin duda sorprendente que suscita alguna desconfianza, pero que también impulsa y anima.

No es fácil entender que actores de televisión con alguna fama o el futbolista Cuauhtémoc Blanco (siendo Andrés beisbolista) y empresarios de estados norteños como Nuevo León, que parecen que compran sus candidaturas o el caso de la senadora Gabriela Cuevas, que alguna vez fue critica ruda del candidato, ahora estén de nuestro lado. Tenemos que decirles muy bienvenidos, pero también que esperamos que su llegada no sea en menoscabo de los principios fundamentales y de las raíces de Morena.

Estamos en una nueva etapa de lucha; a las aguerridas bases populares, fieles y experimentadas, se suman nuevos actores buenos, muy buenos y regulares; algunos entusiasman, otros despiertan temores y, en tesituras como ésta, conviene acudir a las lecciones de la historia del pensamiento universal. Lenin, creo que fue él, habló de los compañeros de viaje, que se sumaban a la lucha revolucionaria de los trabajadores; el ejemplo pudiera parecer ofensivo, pero no lo es, se trataba de intelectuales, profesionistas y otros integrantes de clases sociales intermedias, que contribuyeron y aportaron a las luchas proletarias.

Otro caso provocador es el que nos relata Mateo, el cobrador de impuestos de los romanos en algún lugar cercano al mar de Galilea, quien, sin pensarlo mucho, siguió a Jesús que lo convenció con sus actos y sus palabras y luego escribió su testimonio, que hoy forma parte del Nuevo Testamento. No resisto transcribir un párrafo: Mientras Jesús estaba comiendo en casa de Mateo, llegaron otros cobradores de impuestos y pecadores y se sentaron con él y sus discípulos. Al ver esto, los fariseos preguntaron a los discípulos, ¿por qué su maestro come con recaudadores de impuestos y pecadores?, Jesús al oír la pregunta respondió, los sanos no necesitan médico sino los enfermos. Por mi parte concluyo, qué bueno que muchos se sumen a la regeneración nacional; esperamos que vengan a servir y a aportar, no a invertir.