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Nosotros ya no somos los mismos

Dos candidatas que jalonan mis razones, pero también mi imaginación y tendencias cinematográficas

Propuesta para atemperar el gran daño causado a Mexicanos Primero

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Las candidatas a la jefatura de Gobierno de la capital de la República, Alejandra Barrales –de la coalición Por México al Frente– y Claudia Sheinbaum –de Juntos Haremos Historia– durante actividades proselitistas que han desarrolladoFoto Yazmín Ortega Cortés y Cristina Rodríguez
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emas de hoy, hasta donde lleguemos. 1. Claudia/Alejandra ¿Semejanzas maravillosas? 2. Algunas justificadas razones por las que Alcocer Villanueva no fue (ni lo será: ya lo desaparecieron) presidente del IFE. 3. Propuesta para no desperdiciar el gasto en el ridículo, cursi, tonto, mal intencionado (y otra vez, tonto) e ilegal minimensaje de la ONG Mexicanos Primero. (¿Primero que quiénes y en qué?) Bíblicamente ya nos amolaron o qué, ¿los últimos no serán reivindicados como primeros? 4. ¿Qué alma perversa (¿será Putin?) le seleccionó a don José Antonio y a don Mikel, sus asesores, voceros y hacedores de imagen?

1. Reflexionaba el filósofo Ricardo Palmerín: Entre las almas y entre las rosas hay semejanzas maravillosas... Pues en este versito me inspiro para tratar de abordar el primero de los asuntos a platicar esta semana. Hasta se me ocurrió un jueguito de esos llamados de salón. Por ejemplo: un pequeño grupo de amigos se reúne para oír el debate y mientras les da por comparar a los contendientes. Deciden escribir características de cada candidato(a) y luego, sin decir el nombre, lo someten a la opinión general: ¿De quién hablamos? No se trata de datos que de inmediato diferencien a los propuestos: obesas o bulímicas; adolescentes o de la tercera edad. No, de lo que se trata es de que haya similitudes que cofundan y desconcierten: que los jugadores vacilen entre identificar a Brad Pitt o a Javier Lozano es lo que le pone emoción al partido. A Jorgito Castañeda es totalmente explicable que lo puedan confundir con Giordano Bruno, en razón de su costumbre inalterable de honor y fidelidad a sus principios, o con el patriarca Job, por su humildad y resignación institucionales. Inevitablemente acude a mi mente el egregio gracejo del monstruo Groucho Marx: Les he expresado cuáles son mis principios inalterables. Ahora, si estos no les agradan, tengo otros que con suerte les gustan más.

Dadas las circunstancias que privan en el momento político, renuncio a mi ejemplo anterior, el del doctor Castañeda. Ya habrá tiempo o, ya ni para qué.

Este espacio es para hablar de dos candidatas que jalonan mis razones, pero también mi imaginación y tendencias cinematográficas. Intentemos una aproximación.

Comencemos con algunas obviedades. Por ejemplo: sus orígenes, su formación, estudios, trabajos, ideologías, militancias, temperamento, carácter y diversos etcéteras.

Las dos (de aquí en adelante CS y AB) provienen de familias de clase media. Ilustrada la primera y, la segunda, ubicada en la categoría a la que, desde el discurso colosista, todo mundo califica como de la cultura del esfuerzo.

Pienso que ambas cursaron su educación elemental y secundaria en escuelas públicas. CS, posiblemente en algún colegio particular, pero laico y de avanzada. Ella siempre tuvo mayores y sobre todo mejores oportunidades para su preparación, pues siempre gozó de un ambiente familiar y un medio social que explica su permanente vocación por la docencia, la cátedra, la investigación. El reconocimiento a su desempeño profesional es unánime. La UNAM tiene en ella una puma de excelencia.

Los estudios de AB son poco claros (como infinidad de datos de su vida política, laboral y su patrimonio). Pero nadie puede negar que es la más auténtica imagen de lo que en Estados Unidos, desde los tiempos de Benjamin Franklin, se ha dado en llamar self-made man. En su caso: una verdadera self-made woman.

Desde muy jovencita (21) inició sus labores de sobrecargo en la hoy extinta Compañía Mexicana de Aviación. Cinco años de trabajo arduo, difícil, agotador, y no justamente remunerado, templaron su carácter y le dieron una experiencia creciente (que ahora está rindiendo sus frutos). Aprendió a superar (o a disimular, al menos, sus deficiencias) y, por supuesto, a sacar el provecho máximo a sus cualidades, entre ellas su constancia, su sagacidad, pero, por otro lado, le ha provocado una laxitud creciente en las convicciones que, seguramente por ósmosis, había adoptado y, evidentemente, de su atractivo físico que reivindicó, abiertamente y sin tapujos, en una de esas revistas a las que Mikel no daría entrada a su despacho.

AB, para 2005, ya era nada menos que secretaria general de su sindicato. De allí en adelante su ascenso laboral, político, social y sobre todo económico ha sido imparable.

Las semejanzas, las diferencias entre nuestras ahora contendientes al cargo, vital para nosotros, se han agudizado, al extremo de que una verdadera tomografía de sus proyectos, es nuestro derecho y obligación.

Seguiremos con el tema, por su importancia, la próxima semana, pero no podía pasar por alto dos asuntitos: la transformación inaceptable, sin reparo de nadie, del comportamiento de dos hombres, en verdad diferentes en la vida política nacional de los tiempos que vivimos: Meade y Mikel.

Decidí, con todo lo arriesgado del caso, externar mi opinión, por nadie solicitada, sobre los infiltrados y quintacolumnistas que se han colado entre las filas de los candidatos punteros. El daño que le hacen a sus ahora líderes, hace pensar en una historia truculenta surgida de mentes geniales, como las de Forsyth, Fleming, Poe, Del Paso, Taibo y Stieg Larson.

Este será nuestro tema el próximo lunes, y lo tuve que cortar hoy para lograr estar ­presente.

Jorge Alcocer merece, sin actitudes cicateras, un cerrado aplauso a dos manos (entendiendo obviamente, la imposibilidad de realizarlo por los condenados, en razón de la ley bronco), por su fundado y clarísimo alegato ante el Tribunal Electoral, en defensa de la legalidad. Pero para atemperar el gran daño que les ha causado a los Mexicanos Primero (¿ya ven lo que les pasa por romper la costumbre de llegar despuesito e insistir en hacerlo desde endenantes?), el gastar 10 millones en la producción (no en la transmisión) de un cuento infantil de 30 segundos, me permití elaborar una propuesta que aminore la pérdida: regrabemos el mensaje de la manera en que a continuación me atrevo a proponer. En la letra normal va el texto original de los mexicanos adelantados, presurosos: Mexicanos Primero. En la letra cargadita a la derecha, que nunca he sabido cómo se llama, va mi propuesta: corre videotape:

Ricardo: Soy Ricardo, me gustaría una educación para lograr mis sueños, no los de los políticos… Sino los de los políticos que son desarrolladores inmobiliarios, prestanombres, adquirentes desde el gobierno de terrenos baldíos, luego convertidos en parques industriales. Eso sí, con accesibles precios pagados con dinero, absolutamente limpio, es decir, recién lavado, aunque sea en islitas tropicales.

Pepe: Y quiero que mis maestros sean un ejemplo para todos. Con tal de que nunca hagan tareas.

Andrés: Soy Andrés y quiero que a mis maestros les hagan exámenes como nos los hacen a nosotros. Pero que el de lectura nos lo haga el secretario de Educación. Él sí que sabe ler

Ricardo: ¡Que los maestros no se preparen es insulting and unacceptable! Voy a tener que seguir separado de mis hijitos y verlos sólo cada fin de $$$$$emana en Atlanta, con tal de que aprendan a conocer y amar a México, más que los pordioseros de Iztapalapa, que no conocen ni el Zócalo. Allí les enseñarán lo que han significado los héroes que los intelectuales televisos han querido destruir. Por ejemplo: Frank Márquez, Joe Escutia, John de la Barrier, Gus Melgar, Vincent Suárez (malas lenguas dicen que tío segundo de la Rossbach) y Fernando Goosehill. Ellos, nuestros superhéroes que supieron mantener enhiesta la bandera de la patria en los canales de Xochimilco.

Los derechos de autor son ­gratuitos.

Twitter: @ortiztejeda