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E C O N O M I A
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México D.F. Martes 1 de julio de 2003

MEXICO SA

Carlos Fernández-Vega

Las muestras de confianza en el gobierno se apropian del país

El abogado que se hizo abonero

CUANDO EL GRUPO FINANCIERO Banamex hizo público el acuerdo por medio del cual pasaría a control de Citigroup, el presidente Fox aseguró que la operación de compra-venta era una inequívoca muestra de la "confianza" que uno de los bancos más poderosos del mundo otorgaba a su gobierno.

LA OPERACION FUE motivo de celebración por la administración del cambio y, por obvias razones, por los hasta entonces accionistas del otrora Banco Nacional de México, quienes adquirieron la institución en 1992, en plena efervescencia privatizadora. No era para menos porque se metieron al bolsillo 12 mil 500 millones de dólares en acciones y efectivo.

DE ESTA COMPRAVENTA, catalogada no sin razón como "el gran negocio del siglo", los mexicanos de a pie no obtuvieron beneficio alguno -especialmente en materia fiscal- y, por el contrario, siguen obligados a pagar puntualmente los platos rotos por Banamex en el Fobaproa, pero ahora en inglés.

EL HECHO ES QUE LAS muestras de "confianza" en la administración del cambio no dejan de presentarse. Dos meses atrás, desde Estados Unidos tuvieron la cortesía de notificar la operación de compraventa de la red ferroviaria más importante de México -en la que el gobierno federal tiene participación-, vendida a un empresario autóctono durante la privatización que llevó a cabo en este sector el promotor del "bienestar para la familia".

EN ABRIL PASADO, la trasnacional Kansas City Southern informó desde su oficina matriz que había llegado a un acuerdo con el consorcio Transportación Marítima Mexicana, que encabezaba José Serrano Segovia, a la par dueña de Transportación Ferroviaria Mexicana, empresa que pasa a control de la estadunidense.

DESDE AQUELLAS FECHAS se explicó que la operación sólo tendría que ser aprobada por sus correspondientes directivas, lo que de siempre fue un hecho, y los organismos gubernamentales respectivos, es decir, la Comisión Federal de Competencia y la Surface Transportation Board.

ESTA ULTIMA NO SE HA pronunciado, pero todo indica que cuando lo haga será para otorgar la aprobación esperada. Por la parte mexicana, como es costumbre, la Comisión Federal de Competencia no objetó la compraventa de TFM y en breve podremos constatar cómo una trasnacional controla uno de los sectores estratégicos del país.

LA INTENCION, COMO en su momento se explicó, es crear una nueva empresa (Nafta Rail, porque "cada vez más gente está reconociéndonos como el ferrocarril del TLC", a decir de la trasnacional), pero con el control y dominio de la Kansas City Southern, que así ampliará su ya de por sí generosa zona de influencia. Este consorcio también es propietario de la Gateway Western, la Texas Mexican y la Panamá Canal Railway Co.

EN ABRIL PASADO, luego de conocerse el mencionado acuerdo de compra-venta, voceros oficiales se manifestaron sorprendidos, toda vez que, aseguraron, nunca se les consultó a pesar de que el gobierno federal es propietario de 20 por ciento de las acciones de TFM. Sin embargo, la administración del cambio no podrá echarse para atrás -como en los hechos no lo hizo- porque si aplaudió a rabiar la venta de Banamex al Citigroup, lo mismo hará con esta nueva cesión, siempre pensando que es una muestra adicional de "confianza".

LA VENTA DE TFM, como en su momento la de Banamex, sólo ratifica que los beneficiarios de la política privatizadora llevada a cabo por el gobierno mexicano, desde tiempos de Miguel de la Madrid, no son tan efectivos como suele presumirse en lo que a administración se refiere, ni mucho menos tienen la intención de cuidar la casa supuestamente encomendada. Se trata, y ejemplos sobran, de quedarse con bienes de la nación y una vez exprimidos venderlos al mejor postor.

ESA FUE EL ESTILO DE LOS estrategas, promotores, ejecutores y aplaudidores de la política privatizadora: los bienes del Estado obeso se "desincorporaban", pasaban a ser propiedad del eficiente, nacionalista y productivo capital privado -en realidad un segmento de éste, sin duda el más poderoso, sin olvidar su proclividad a aportar generosas cantidades económicas a las campañas políticas, especialmente las presidenciales- y listo: colorín colorado, la estatización ha terminado, la privatización se ha acabado y todo el mundo fascinado.

OBVIO ES QUE NO HA sido así. Con el favorable pronunciamiento de la Comisión Federal de Competencia, la trasnacional Kansas City Southern está a punto -si no es que en los hechos ya lo hace- de explotar comercialmente alrededor de 40 por ciento de la carga que se mueve en México por medio del ferrocarril y controlar 4 mil 251 kilómetros de vías del Ferrocarril de Noreste, gusto que se dará hasta el año 2047, cuando vence la concesión otorgada por el gobierno de Zedillo, sin olvidar que si así lo decide, y no tendría que ser de otra forma, está legalmente autorizada para prorrogarla hasta 2097.

SI EL ACUERDO ORIGINAL no se desvirtúa, José Serrano Segovia obtendrá 22 por ciento de la participación en la nueva empresa (Nafta Rail), recibirá 200 millones de dólares en efectivo y obtendrá "incentivos potenciales" hasta por 180 millones de billetes verdes, siempre y cuando "se resuelvan futuras contingencias".

CON LA OPERACION de compraventa la intención del empresario, supuestamente, es mitigar sus no escasos problemas financieros. De hecho, la empresa ferrocarrilera no es la primera que muerde el polvo. Serrano ya se había deshecho de sus concesiones portuarias, y por una casualidad de la vida las "negoció" -120 millones de dólares de por medio- con otra trasnacional, la Stevedoring Services of America, ocupadísima ahora administrando el puerto iraquí de Um Qasr, tras la invasión.

AHORA EL PROBLEMA es para el gobierno federal, que en automático se convierte en socio minoritario de una trasnacional, que si bien le da "muestras de confianza", le impedirá tomar decisiones sobre el Ferrocarril del Noreste, porque el voto de control lo posee Kansas City Southern. La autoridad, pues, condicionada a los intereses de la "nueva empresa".

Las rebanadas del pastel:

DE ABOGADO A POLITICO y de allí a abonero: de la Secretaría de la Reforma Agraria Diego Fernández de Cevallos y sus clientes recibirán "pagos parciales" hasta amortizar los poco más de mil millones de pesos adeudados... Nadie vende más barato que La Ardilla.

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