México D.F. Martes 1 de julio de 2003
VW: SIGNO DE LA RECESION MUNDIAL
La
filial de Volkswa-gen en México anunció ayer su decisión
de realizar un recorte de 20 por ciento de su personal -esto es, despedir
a 2 mil de los 10 mil trabajadores que actualmente laboran en la planta
de VW en Puebla- debido a la caída en las exportaciones de esa empresa
automovilística. De acuerdo con la información emitida por
los voceros de la armadora, ésta ha disminuido su producción
en 23 por ciento debido a la restricción de las ventas "de los modelos
Jetta y New Beetle sedán en los mercados de exportación".
Aunque la empresa ha manifestado su intención de
plantear al sindicato el mantenimiento de 100 por ciento de la plantilla
laboral a cambio de reducir salarios y prestaciones, la noticia es preocupante
para las miles de familias que se verán afectadas, ya sea por la
pérdida completa de sus ingresos o por la merma de sus percepciones,
así como para la economía de la región poblana, la
cual depende en buena medida de los empleos indirectos y la derrama de
recursos que genera la automotriz alemana.
El dato es inquietante, también, para el conjunto
de las plantas automotrices instaladas en el país, que deben afrontar
una contracción generalizada y pertinaz de los mercados mundiales.
En un amplio contexto, la caída en la producción
de la VW es indicativa de la persistencia de la recesión en Estados
Unidos, fenómeno que responde a una lógica de ciclos, pero
que ha sido significativamente agravado y alargado por el analfabetismo
del gobierno de George W. Bush en materia de política económica.
La guerra contra Irak, que el presidente estadunidense suponía su
carta fuerte para reactivar la economía, terminó hace ya
varias semanas pero, salvo los pingües negocios que están realizando
los empresarios del círculo presidencial con la "reconstrucción"
del país arrasado, la actividad económica en general permanece
estancada.
En tales circunstancias internacionales, resulta inevitable
el impacto sobre nuestro país en términos de la imposibilidad
de crecer a las tasas deseadas y de generar los empleos que la población
necesita. El trance actual atenúa de alguna manera las responsabilidades
del grupo gobernante por el pobre desempeño económico. Resulta
extraño que en estas condiciones el Ejecutivo federal persista en
un discurso triunfalista que no guarda relación con la realidad
y que hace agua ante las evidentes y crecientes dificultades que enfrentan
los agentes económicos.
Ciertamente, el país no ha caído en los
escenarios de catástrofe en los que estuvo regularmente desde finales
del gobierno priísta de Luis Echeverría y a la larga de los
de sus sucesores y correligionarios José López Portillo,
Miguel de la Madrid, Carlos Salinas y Ernesto Zedillo; pero tampoco se
encuentra en la jauja que nos dibujan las cifras y las conclusiones oficiales.
El Ejecutivo federal ganaría en credibilidad si moderara su optimismo
desbocado y desmentido por hechos como el anuncio ayer de la Volkswagen.
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