Opinión
Ver día anteriorMartes 16 de agosto de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Ciudad Perdida

La derecha en el gobierno

¿Y el mandato de las urnas?

Confusión y desaliento ciudadano

M

uchas veces parece inexplicable lo que pasa en el Gobierno de la Ciudad de México. El mandato a Miguel Ángel Mancera que se dio en las urnas debería marcar, sin titubeos, el rumbo de cada una de las decisiones que salen de las oficinas del edificio de la administración central en el Zócalo.

Por eso el nombramiento de José Luis Beato, ex líder de la Coparmex Ciudad de México, como asesor del jefe de Gobierno –así se anuncia él– no encuentra sentido político; por el contrario, confunde y desalienta a quienes desde las urnas pretendieron señalar el camino que se debería seguir.

Como nunca, en las elecciones pasadas para jefe de Gobierno los ciudadanos de la capital de la República decidieron dar su voto, es decir, su confianza plena, al representante de la izquierda, en este caso a Miguel Ángel Mancera, y refrendaron, después de tres gobiernos del mismo signo, la vocación política de la Ciudad de México.

No parece lo mejor para esos votantes saber que en algún despacho del edificio de gobierno otro abierto representante de la derecha –eso es muy Cherto– aconseja al jefe de Gobierno sobre alguna de las páginas de la vida cotidiana en la ciudad, desde la particularidad de los intereses patronales, que nada tienen que ver con las necesidades de una población como la de esta ciudad.

Pero hay que poner en claro que José Luis Beato es algo más que un simple dirigente del sindicato patronal. Tiene un compromiso mayor con una parte del panismo, tal vez la más lesiva, la de Calderón, que chocaría, necesariamente, con las ideas que representa, o debería representar, la administración de la Ciudad de México.

No hace mucho, el 2 de marzo de este año, Beato invitó a Margarita Zavala, es decir, a la candidata de una parte de Acción Nacional, en el salón de un hotel de esta ciudad, a lanzar un mensaje a sus agremiados, o para decirlo mejor, para que hiciera proselitismo entre los patrones.

Cosa curiosa, en aquella reunión la señora Zavala señaló que lo que necesita el país son liderazgos éticos, pero el dardo no pegó en Beato, que siguió las palabras de su candidata, quien además, sin el menor recato, con cinismo ampliado, diríamos, explicó que a los mexicanos “lo que nos duele es la corrupción –haiga sido como haiga sido–, el crimen organizado –que desde el gobierno de su marido ha llenado de sangre a México– y la impunidad”, de la que han gozado muchos de los azules en el gobierno.

Si bien es cierto aquello de que se debe gobernar sin distingos, el mandato se da en las urnas. El acto del sufragio, que requiere ser revaluado, no termina cuando el ciudadano deposita su voto, no: la decisión política marca el rumbo, le dice a quien ha escogido para gobernarlo qué orientación debe tomar la administración, y en el caso de Miguel Ángel Mancera, se hizo con una histórica cantidad de votos.

Hoy se podrá argumentar que en estos tiempos se vota por el candidato y no por las ideas, pero entonces ya es tiempo de pensar en la desaparición de los partidos políticos, y claro, si nadie va a hacer caso de lo que las urnas mandan, de una vez que se maten las elecciones, como hasta ahora.

De pasadita

En un mes, a más tardar, el jefe de Gobierno, como ya todos saben, deberá entregar el proyecto de constitución política de la Ciudad de México, que, se supone, está casi listo, y ese casi se refiere a que aún no está aprobado por el propio Miguel Ángel Mancera. Ya hay grandes avances, se repite una y otra vez, cuando menos del índice del texto; es que aún ahora nadie parece tener seguridad de lo que contendrá la carta magna, aunque ya sabemos que un derecho exigible será, y que quede muy claro, tener una buena administración, para empezar.