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Científicos de EU descartan que los confundan con presas porque no tienen ojos

El plástico tiene algo de apetitoso para los corales, revela estudio

Prefieren los no degradados que los cubiertos por bacterias, señalan expertos de la Universidad de Duke

Bióloga china cultiva esos organismos en el mar; tiene la esperanza de lograr un bosque

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Con cientos de llantas viejas y otros objetos plásticos, buzos tratan de crear un arrecife artificial que sirva de hogar a peces y mejillones, en la costa sur de California. La imagen, proporcionada por la Comisión Costera, fue captada en la península Balboa, en Newport BeachFoto Ap
 
Periódico La Jornada
Jueves 26 de octubre de 2017, p. 2

Washington.

Un nuevo estudio sobre la ingestión de plástico por los corales sugiere que este material sabe bien, de ahí el comportamiento de esos organismos marinos, señaló la universidad estadunidense de Duke.

Los científicos conocen desde hace mucho tiempo que los animales marinos comen restos de plástico por error, porque los pequeños trozos flotantes de ese material pueden parecerles presas.

Sin embargo, la reciente investigación revela que puede haber una razón adicional para este comportamiento potencialmente dañino; es que las señales visuales no explican la atracción porque los corales no tienen ojos.

Los corales en nuestros experimentos comieron todo tipo de plásticos, pero prefirieron los microplásticos no degradados por una diferencia triple en comparación con los cubiertos de bacterias. Esto sugiere que ese material en sí contiene algo que lo hace sabroso, dijo Austin Allen, estudiante de doctorado en la Escuela de Medio Ambiente Nicholas, de Duke.

Cuando el plástico proviene de la fábrica, tiene cientos de aditivos químicos, y cualquiera de estos o una combinación de ellos podría actuar como un estimulante que hace al material apetitoso para los corales, aseguró Alexander Seymour, analista de sistemas en el Centro de Robótica y Teledetección Marina de la misma universidad.

Según los científicos, se necesitará más investigación para identificar los aditivos específicos que hacen que el plástico sea tan sabroso para los corales, y determinar si los mismos químicos actúan como estimulantes de alimentación para otras especies marinas.

El estudio revisado por pares de Allen y Seymour se publicó el 23 de octubre en la edición en línea de la revista Marine Pollution Bulletin.

Siembra experimental

En tanto, en lo profundo del mar silencioso, Huang Hui, bióloga del Instituto de Oceanografía del Mar Meridional de China, dependiente de la Academia de Ciencias de China, puede oír el burbujeo de de su bombona de oxígeno. Su vista sólo alcanza a unos metros alrededor y se siente pequeña y aislada mientras siembra corales del tamaño de la palma de la mano en el lecho marino, con la esperanza de que algún día se convierten en un bosque.

Si su sueño se cumple, ese bosque tendrá vivos colores entre los que serpentearán los peces.

Huang lleva estudiándolos 20 años. Su grupo está delimitando una gran zona de pruebas para la siembra experimental de coral en dicho mar. Huang compara la plantación en tierra con la siembra de coral. Primero, plantan un pimpollo en el vivero. Cuando crece lo suficiente, lo transplantan donde es necesario. De entrada cultivan especies que crecen rápidamente y luego cuidan de las que resisten.

Los corales pueden reproducirse asexual y sexualmente. Durante la temporada de reproducción, los científicos pueden trabajar bajo el agua durante días para recoger huevos fertilizados que estudiarán más adelante. Gracias a ello han sido capaces de fertilizar artificialmente más de 10 subespecies.

Los científicos chinos también investigan la reproducción asexual, para lo que cortan los arrecifes en ramas del tamaño de un dedo y tras cultivarlas durante un tiempo las injertan a bancos coralinos artificiales en el mar.

El equipo clava armazones en el lecho marino sobre los que cuelgan cuerdas. Luego atan las ramas coralinas sobre las cuerdas para hacer árboles coralinos, o usan una red a modo de cama flotante sobre la que colocar los corales.

Como una incubadora

Es como una incubadora. La plántula de coral es demasiado joven. Si se plantara directamente en el lecho marino podría ser vulnerable ante los sedimentos y las corrientes marinas. Por eso esperamos a que crezcan antes de transplantarlas, explicó la bióloga.

Queremos revivir el conjunto del sistema ecológico de los arrecifes de coral, por lo que necesitamos no sólo cultivar corales, sino también que vivan en armonía con algas, conchas marinas y otros organismos, señaló.

El cultivo de corales en el mar es más difícil que la reforestación en tierra. Enfrentamos muchas dificultades, como los daños causados por la actividad humana y los tifones. Los recién plantados son muy frágiles, así que los tifones son una grave amenaza, advirtió.

El asistente de investigación Yang Jianhui indicó: Por la noche nos podemos encontrar con criaturas venenosas en el mar, lo que es bastante peligroso. Si esto ocurre, tenemos que tomar medidas de emergencia.

Cultivar corales en el mar también requiere de mucho personal y dinero, relata Huang. Una vez que prospere el cultivo, necesitamos buscar métodos para reducir el costo, anticipó.

Hasta la fecha, el grupo de Huang ha sembrado con éxito 100 mil metros cuadrados de arrecifes coralinos. En 2016, la tasa de supervivencia de los corales introducidos fue de 75 por ciento.

Los arrecifes crecen muy lentamente. Las especies de desarrollo más rápido lo hacen anualmente en 10 centímetros, pero algunas suman menos de uno. Se necesitarán décadas o siglos para formar un bosque de coral submarino a gran escala.

Al tiempo que buscamos vías para revivir el sistema ecológico del coral, también debemos concienciar sobre la importancia de la protección medioambiental a fin de limitar los factores que causan su degradación, instó.