Opinión
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Negocios y empresas

La guerra de los ratings

A

nte la crisis de la televisión abierta, Televisa, de Emilio Azcárraga Jean, nos presenta cuentas alegres sobre su audiencia. El objetivo es mostrar con datos duros que todavía este medio es idóneo para promocionar todo tipo de bienes y servicios.

La información filtrada a anunciantes y a comunicadores sobre las grandes audiencias de la televisión es ficticia y bien manipulada, pero la presentan como una verdad absoluta.

En el caso del partido México-Gales, por ejemplo, celebrado el 28 de mayo de 2018, Nielsen/Ibope, de Roberto Vázquez, dice que la audiencia de Canal 5 y los repetidoras locales de Televisa fue de 8 millones 45 mil 610 personas. Así de exactos, ni un aficionado más ni uno menos, casi nos dicen quién se quedó dormido o quién fue al baño a lo largo de un juego que resultó muy aburrido como para quedarse a verlo todo.

Otro caso medido con toda precisión es el del partido México-Dinamarca, del 9 de junio, donde la firma de Roberto Vázquez asegura que por el canal Las Estrellas y los locales de Televisa se alcanzó una audiencia de 5 millones 534 mil 670 personas y que fue 19.70 por ciento mayor que la de la competencia.

La realidad es que esos números son inventados y salen de una muestra que no es representativa. Cuando menos hasta hace unos meses se contaba con un dispositivo conectado a los televisores de 2 mil 200 hogares y se calculaba que tres integrantes de cada hogar veían la televisión al mismo tiempo. De ahí se tomaban los datos por el número total de hogares con televisión y se sacaba un resultado mágico.

Pues resulta que hace unos años se revisó la metodología y los hogares que supuestamente monitoreaba Ibope y lo que se encontró es que no eran representativos; lo peor de todo: muchas de las direcciones ni siquiera correspondían a casas habitación, algunas eran terrenos, otras más casas deshabitadas, otros eran talleres o pequeños negocios.

Es por este tipo de anomalías que instituciones serias como Media Rating Council (MRC), de George W. Ivie, le niegan la acreditación del servicio de medición de ratings a Nielsen/Ibope.

A final de cuentas, lo único que queda claro es que los anunciantes son vilmente engañados con la información alegre que les presenta esta televisora.