Maratónica sesión dancística

Celebró el California Dancing Club 49 años

JAIME WHALEY

A punto de cumplir el medio siglo de vida -lo que ocurrirá el año próximo-, el California Dancing Club conmemoró su aniversario con una interminable sesión dancística.

Seis agrupaciones amenizarón la ocasión en el vetusto pero amplio local de la calzada de Tlalpan, lugar al que hace cinco décadas se llegaba en cualquier camíon o tranvía que circulara por esa arteria, como lo hizo notar el programa del baile inaugural, y al que ahora la mayoría de la clientela llega a bordo de la culebra naranja, el Metro.

Cantantes como la morena Verónica con K y luchadores como El hijo de Blue Demon y su compañero de cuadrilátero, Shocker, estuvieron en el ágape, repartieron autógrafos entre los jóvenes, especialmente los ases del pancracio, mientras que Mariana de la Cruz, propietaria del recinto, repartió rebanadas de pastel a una abigarrada multitud -que por momentos se calculó en unos 2 mil 500- que convirtieron los casi seis mil metros cuadrados en un insoportable sauna.

''Se llamó California porque mi esposo siempre le gustó ese nombre'', explica De la Cruz, viuda de Guillermo César Escoto, heredero de los originales propietarios, sus suegros. El California fue el último de una cadena de sitios que la familia Escoto tuvo, entre los que se contaron el salón Bugambilias, el San Angel y el Deportivo Iztacalco.

''Aquí el público viene a dejar el estrés y se divierte con poco dinero'', afirma la propietaria, oriunda de Alvarado, Veracruz, y en sus años mozos cantante de ranchero, actividad que retoma en las grandes celebraciones del llamado califa.

Sobre la figura de un califa, (cabeza) que es el emblema del salón y su apodo de todos conocido, Mariana recordó que fue un regalo de unas personas que iban a los bailes desde Iztacalco y lo colocaron en el frente del edificio. Al año el busto se perdió y fue encontrado, mucho tiempo después, enterrado en el mismo solar de Tlalpan cuando se hicieron unas modificaciones.