DIRECTORA GENERAL: CARMEN LIRA SAADE
DIRECTOR FUNDADOR: CARLOS PAYAN VELVER
SUPLEMENTO MENSUAL  DIRECTOR: IVAN RESTREPO  
EDICIÓN: LAURA ANGULO   LUNES 25 DE JUNIO 2007 
NUMERO ESPECIAL


Portada

Las aves marinas y la biodiversidad mexicana
Horacio de la Cueva

Un bello secreto de México
Richard A. Erickson

Guerrero Negro, un lugar privilegiado
Roberto Carmona y Nallely Arce

Las aves marinas en las islas, el canario del minero
Alfonso Aguirre y Araceli Samaniego

Amenazas y oportunidades de los mérgulos de Xantus
José Alberto Zepeda y Horacio de la Cueva

Tres pelícanos del Mar de Cortés
Eduardo Palacios Castro

La fragata magnífica, un ave extraordinaria
Vinni Madsen

Isla Guadalupe: santuario de aves marinas
Mario Guerrero Madriles

En torno a disposiciones legales recientes
Horacio de la Cueva


Correo electrónico:

[email protected]

  

Tres pelícanos del Mar de Cortés

Eduardo Palacios Castro
Correo electrónico: [email protected]

En la primavera de 1998, visitamos una colonia de anidación abandonada de pelícanos cafés (Pelecanus occidentalis) en el corazón del Golfo de California. Me refiero a la isla Pelícano de Puerto Refugio, en el extremo norte de isla Ángel de La Guarda.


Pelícano café

La visita la hicimos cuando transcurría el fenómeno de El Niño, aguas calientes provenientes de las costas del Perú.

Estos pelícanos estaban sufriendo los efectos del más intenso Niño conocido en el Mar de Cortés o Golfo de California. Entre nidos incompletos, pollos muertos por inanición o huevos quebrados por depredación, encontramos un nido con tres pollos vivos.

Los padres debieron ser unos superpelícanos, pues a pesar de la escasez de alimento, esta pareja mantenía una familia numerosa. Sin embargo, nos quedamos con las ganas de conocerlos, seguramente se encontraban buscando alimento para sus pollos.

Previendo una suerte igual a la de sus vecinos, decidimos rescatar a los pollos, adoptarlos y criarlos hasta que pudieran valerse por sí mismos.

Los pollos se encontraban en buenas condiciones y bien alimentados, a juzgar por los bolos de sardina que regurgitaron en su captura.

Los bautizamos del más grande al más chico, con los nombres de Hugo, Paco y Luis, como los personajes de Walt Disney. De su colonia, los transportamos en panga a nuestro campamento en Campo Archelón de la Bahía de Los Ángeles, en Baja California.

Allí les acondicionamos un lugar seguro, con techo de palma y cercado con malla ciclónica para evitar su escape y la entrada de depredadores.

Les administramos suero oral y les dimos sardinas de lata sin tomate. Posteriormente, los alimentamos con anchovetas y sardinas que nosotros pescamos. Cuando esto fallaba, siempre podíamos comprarle carnada a Joel Prieto, que mantenía su carnada viva para venderla a los pescadores deportivos.

Por el tamaño del pico se puede conocer la edad de los pollos de pelícanos. Así pudimos saber que Hugo tenía cinco semanas de edad mientras que Paco y Luis tenían cuatro y media y cuatro. Estos tres eran probablemente los únicos pollos sobrevivientes de la generación 1998 de la región de las grandes islas del Mar de Cortés.

Durante su crecimiento, los alimentamos hasta saciarse de sardinas y macarelas. Rápidamente empezaron a ganar peso y llegaron a pesar hasta 5.5 kilogramos. Pero después bajaron de peso y a las nueve semanas de edad se estabilizaron en 4.8 kg.

Observamos periodos de unos tres días en que ayunaban voluntariamente. Esto nos llevo a especular en una posible adaptación de los pollos a pasar períodos sin alimento cuando, por mal tiempo o alguna otra razón, los padres no pueden pescar. Después de esos periodos, los pollos comían de nuevo hasta saciarse.

Cuando los liberamos en la Isla Piojo, tenían 13 semanas de edad. Por su pico de 35 centímetros de largo supimos que los tres eran machos pues en la hembra mide menos de 32.

Los tres estaban en excelente condición para ser liberados, pesaban por lo menos medio kilogramo más del peso de un adulto. Ese peso de más sería una reserva mientras aprendían a capturar los peces que son su alimento.

Los pelícanos son sociables y los jóvenes aprenden a pescar imitando a los adultos, que son mejores pescadores.

Las condiciones de alimento en la bahía habían retornado a la normalidad. Se observaban cardúmenes que eran empujados hacia la superficie por peces depredadores, una condición favorable para los pelícanos porque la comida se vuelve más accesible debido a la actividad de estos depredadores.

Los tres jóvenes pelícanos se marcaron con anillos de aluminio con numeración terminada en 858, 859 y 860. Ahora se buscan vivos o muertos, porque tienen una larga e interesante historia qué contar a casi una década de que fueron rescatados, atendidos como merecen y, posteriormente, liberados.

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