Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 14 de septiembre de 2008 Num: 706

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Visión del polvo
LEANDRO ARELLANO

Dos poemas
TASOS DENEGRIS

Tres crónicas tres

Alessandro Baricco: configurar la maravilla
JORGE ALBERTO GUDIÑO

Cuarenta años de la Teología de la Liberación
ÁNGEL DARÍO CARRERO entrevista con GUSTAVO GUTIÉRREZ

Noticieros matutinos: la insolencia de los mediocres
FERNANDO BUEN ABAD DOMÍNGUEZ

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Columnas:
Jornada de Poesía
JUAN DOMINGO ARGÜELLES

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


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Iron Man y la fatiga de la guerra

EL MILLONARIO DE HIERRO

Tony Stark es un billonario borracho y mujeriego que tiene un talento especial para fabricar maquinaria. Ha heredado de su padre un emporio industrial consagrado a la fabricación de armamento y a conseguir contratos con el Pentágono. Sin embargo, su vida de hedonismo y lucro con la muerte darán un giro cuando, tras dar una demostración de su más nueva y poderosa arma, es secuestrado en Afganistán por guerrilleros que se ocultan en cuevas. El líder de los terroristas, que suponemos son fundamentalistas islámicos, anhela convertirse en un moderno Gengis Khan, por lo que ordena a Stark (interpretado por Robert Downey Jr) que le construya su más prodigiosa bomba, echando manos de los enormes recursos de su propia empresa y de su arsenal. En vez de cumplir con las órdenes del enemigo, Stark se fabrica un traje blindado volador con el que escapa de su cautiverio y se convierte a sí mismo en un superhéroe, un hombre de hierro. Sin embargo, este ser invulnerable sólo puede sobrevivir gracias a que un pequeño reactor nuclear protege su deteriorado corazón. El filme Iron Man, de Jon Favreau, está basado fielmente en el personaje de las historietas de Marvel, de abril de 1963, cocreado por Stan Lee, Larry Lieber, Don Heck, y Jack Kirby, y fue creado a partir de Howard Hughes, Ahí, Stark era capturado por el Viet Cong; hoy el enemigo está moldeado a partir del internacionalismo islámico de Al Qaeda, aunque no parece tener más ideología que el culto a las armas de alta tecnología y un peculiar deseo de matar y destruir. Este es un paradójico reciclaje de la guerra contra el terror, protagonizado por un singular superhéroe que no está traumatizado ni agobiado por la culpa, ni por la crisis de identidad y tampoco sufre por la responsabilidad que conlleva su enorme poder.

UN NUEVO CORAZÓN

Stark es un moderno Da Vinci (quien a su vez también era un “mercader de la muerte” obsesionado con las máquinas para matar); es un genio tecnológico que, al confrontar por primera vez en carne y hueso al enemigo que sus armas han destruido y equipado por décadas, decide volverse un justiciero internacional, un misionero de hierro, un transformer capaz de rescatar poblaciones enteras del yugo opresor de guerrilleros sanguinarios, un superhéroe dispuesto a violar las leyes internacionales que el ejército estadunidense respeta y defiende fervorosa y compulsivamente (¿?), aún al costo de dejar perecer a los inocentes. La paradoja es que para humanizarse debe convertirse en un cyborg. El hombre de hierro vuelve a enfrentar a la insurgencia que aterroriza a los afganos con armas estadunidenses, pero su verdadero rival es su socio, Obadiah Stane, interpretado por Jeff Bridges, quien se convierte también en cyborg con tal de salvar el negocio de las armas que Stark quiere poner en riesgo por su incipiente e improvisado idealismo.

TECNOLOGÍA REDENTORA

El hombre de hierro es un vistoso entretenimiento, un filme ágil que viene a combatir el síndrome de fatiga de la guerra que padece el público estadunidense. No es un héroe moralista, sino una materialización de la fantasía milenarista de la tecnología como vehículo redentor de la humanidad. El cristianismo en sus orígenes únicamente reconocía la piedad y el ascetismo como caminos para acercarse a la divinidad. El trabajo creador no elevaba el espíritu, y el hecho de que Cristo haya sido carpintero no parecía importante para los cristianos del primer milenio. La técnica, las artes, el dominio de la lengua, la astronomía, las matemáticas eran, de acuerdo con San Agustín, consolación para una vida condenada a la miseria. No obstante, durante el imperio Carolingio tiene lugar un dramático cambio de mentalidad, como señala David Noble, en The Religion of Technology. Entonces aparecen evidencias de que la tecnología va transformándose en una virtud cristiana: los ejércitos de Occidente emplean mejor tecnología para derrotar a los herejes. Iron Man es heredero de los monjes benedictinos, que alrededor del año 800 encauzaron su devoción religiosa a las artes útiles, para dar lugar a una revolución industrial en el Medievo, convirtiéndose en pioneros en el uso de nuevos sistemas agrícolas, de molinos de viento y de agua. La tecnología es imaginada por los benedictinos como un medio para trascender, para contrarrestar la “caída” del hombre y restaurar nuestro lugar en el paraíso. El milenarismo (así como el bimilenarismo) es en esencia la creencia de que el fin del mundo está a la puerta; es el momento de redimirse ante el Apocalipsis, utilizando la ciencias y las artes. Iron Man no va al Oriente próximo a pelear una guerra contra el terror, sino a conducir una cruzada personal milenaria para rescatar el espíritu de Occidente, para mostrar que las leyes humanas son dispensables y que el camino a la perfección y el cielo pasa por el capitalismo emprendedor y benefactor.