Opinión
Ver día anteriorDomingo 19 de abril de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Frost/Nixon
A

ludiendo al número de simulaciones, espionaje, mentiras y conductas fuera de la ley que culminaron en el escándalo Watergate, y que caracterizaron a su gobierno, el ex presidente Richard Nixon (popularmente conocido como Tricky Dick), confiesa a su entrevistador televisivo, el británico David Frost, que el cargo presidencial goza en Estados Unidos de un fuero especial, que lo protege –o debiera protegerlo– por cualquier acto ilícito amparado en la razón de Estado, y concluye: Si un presidente lo hace, no es ilegal. El argumento esgrimido por Nixon en las entrevistas a Frost en 1977, tuvo variantes funestas en administraciones posteriores republicanas, particularmente en la de George W. Bush, quien hizo de la simulación y el engaño su muy personal estilo de gobernar.

El realizador Ron Howard retoma la estructura básica de Frost/Nixon, la exitosa obra teatral del británico Peter Morgan (también guionista de La reina, de Stephen Frears), y a sus actores centrales, el carismático Michael Sheen (Frost) y Frank Langella, soberbia caracterización de Nixon, para proponer en la cinta homónima el duelo verbal entre un animador de shows televisivos, de frivolidad exitosa, ansioso de conquistar cierta respetabilidad profesional, y un ex presidente obligado a renunciar a su cargo tres años antes, en 1974, y deseoso de restaurar su imagen pública para recobrar algo de credibilidad luego de una administración desastrosa.

La cinta describe el inicio de lo que parece una idea descabellada (obtener la entrevista del siglo), con las dificultades técnicas y financieras, las estrategias de acercamiento al personaje de entrada reticente, y los cálculos, de ambas partes, sobre los riesgos y beneficios que para cada protagonista puede traer el evento.

Nixon cuenta con un operador político, el intratable halcón fiel Jack Brennan (Kevin Bacon), en tanto Frost tiene a su lado a James Reston, Jr. (Sam Rockwell), intransigente opositor a Nixon que acabará por encontrar nuevas evidencias inculpatorias. En una confrontación estudiada que tiene tanto de partida de ajedrez como de escaramuza bélica, el director concede a cada protagonista una atención especial y rescata el elemento más perturbador y para muchos novedoso del perfil de Richard Nixon, su astucia formidable y un carisma arrollador que por un tiempo consiguen desorientar y llevar casi al naufragio al entrevistador. Por su lado, David Frost se repone una y otra vez de las caídas, persiste obstinadamente en lo que parece un ejercicio de autosabotaje profesional y resiste a las armas imprevistas: la seducción calculada, la afabilidad engañosa, el cortejo del poderoso que con labia extrema le prepara la capitulación y esa práctica común del espectáculo que consiste en saber robar cámara en el momento oportuno.

Para quienes deseen apreciar las entrevistas originales, éstas se encuentran reunidas en el documental televisivo David Frost interviews Richard Nixon (Jorn Winter, 1977), del que pueden consultarse extractos en YouTube. El ejercicio de comparación será similar al que propone el documental The Times of Harvey Milk (filmado en 1984), frente a Milk, la ficción de Gus van Sant, realizada 24 años después, con el político activista gay interpretado con brillantez por Sean Penn.

Frost/Nixon también se distingue por la calidad de las actuaciones, en particular la de Frank Langella, quien consigue hacer del villano histórico por excelencia un ser complejo, dotado de inteligencia calculadora, capaz de sobrellevar con algo de dignidad el peso de la derrota y el patético desenlace de su carrera política. Parecería ocioso rescatar del merecido olvido al personaje que casi legitimó la corrupción política en el gobierno estadunidense (un periodo muy bien ambientado en Todos los hombres del presidente, Alan J. Pakula, 1977), de no ser porque la dinámica de las entrevistas revela las relaciones a la vez cómplices y tensas entre el poder y los medios de comunicación, tan fascinantes y deplorables hoy como hace ya treinta años.

Frost/Nixon se exhibe hoy en la Cineteca Nacional.