Opinión
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Penultimátum

La gloria de Elisa Carrillo

E

l tiempo prueba que las obras perdurables pasan de la tradición a la ruptura y viceversa. Un ejemplo: la Blanca Nieves del joven coreógrafo franco-albanés Angelin Preljocaj, convertida en un clásico de la danza contemporánea y en homenaje a la tradición que conjuga el cuento de los hermanos Grimm, la música de Mahler, el vestuario de Jean Paul Gaultier y la escenografía de Thierry Leproust. Creada para la Bienal de la Danza de Lyon, esta Blanca Nieves se presentó después en el Teatro Nacional de Chaillot, en París. La consagración fue inmediata.

Fue un privilegio ver la vieja historia de la niña abandonada en el bosque al resguardo de siete enanos y la cruel madrastra que la quiere matar. Pero ahora recreada, reinventada mediante la danza y sus múltiples lenguajes corporales, teatrales, sonoros, visuales.

Una puesta en escena original que recupera la imaginería popular del clásico cuento infantil, pero renovada y trasladada al presente. La escenografía crea un ambiente de bosque encantado, un territorio de ficción en el que la danza narra un cuento a través de imágenes, símbolos, gestos.

En opinión de Preljocaj, su Blanca Nieves es un ballet romántico contemporáneo. Por eso utiliza la música de Mahler, pues el cuento se inscribe dentro del más puro romanticismo alemán, pero sus desplazamientos son contemporáneos.

La imaginería es otro acierto y una invitación a viajar por un mundo fantástico, en el universo de esa princesa. El juego erótico con los enanos va de la mano del vestuario diseñado por Gaultier. La madrastra es una vamp exquisita, diabólica: lleva una gran capa rojinegra cubriendo apenas un maddonesco corset. Desborda sexo y danza como diosa.

Preljocaj destaca la crueldad inaudita de la madrastra. En ese aspecto el cuento es muy moderno. Una especie de Edipo a la inversa: aquí es la madre la que desea matar a la hija. Preljocaj la ve como esas mujeres cincuentonas y sesentonas, muy seductoras, que con los avances técnicos y científicos para no envejecer, rivalizan con sus hijas. Es la visión-versión que traslada a nuestra época, la era de Blanca Nieves, es así la relación madre-hija hoy día.

También, el tema espinoso de los enanos. En el imaginario colectivo de la época de los hermanos Grimm, eran vistos como asexuados, para garantizar que la niña, perdida en la selva oscura y con siete enanos, conservara su castidad.

En medio de tantas malas noticias y descalificaciones en el exterior, es grato celebrar que el papel central de Blanca Nieves esté a cargo de una bailarina mexicana, virtualmente desconocida aquí: Elisa Carrillo. Vive en Berlín y recibe la consagración de la crítica y el exigente público alemán. ¿Cuándo veremos una obra de Preljocaj en México? Sería otra buena noticia.