Opinión
Ver día anteriorDomingo 19 de julio de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
¿La Fiesta en Paz?

¡Cuida la fiesta!

Conmovedora petición de unos padres

Foto
Un toro del rancho Miura alcanza a un mozo durante el sexto encierro en Pamplona, cuyas fiestas concluyeron hace unos díasFoto Ap
Y

olanda Barcina Angulo, originaria de Burgos, España, donde nació el 4 de abril de 1960, es egresada de la Universidad de Navarra, por la que se licenció y doctoró en farmacia, y en atención a sus capacidades, sentido de organización y resultados obtenidos, no sólo prometidos, lleva ya 10 años como alcaldesa de la remozada ciudad de Pamplona, siendo la primera mujer que ocupa este cargo y también la primera que lo ocupa sin ser navarra de nacimiento. El agotamiento es mi somnífero preferido, suele decir.

En ese lapso a Barcina nunca le había tocado en los sanfermines una desgracia como la muerte de un mozo por cornada, ya que el deceso anterior ocurrió en 1995. Pero tras el fallecimiento de Daniel Jimeno Romero, de 27 años, avecindado en Alcalá de Henares, pero originario de Barcelona, donde nació el 9 de octubre de 1981, otra experiencia ha marcado su increíble trayectoria como funcionaria.

En política, la sencillez, siempre tan escasa, debe ir aunada a otro rasgo incluso más raro: la sensibilidad, ese por el cual los individuos pueden desarrollar, a veces, una solidaridad verdaderamente humana, no sólo propagandística, para tomar nota de los saberes y sentires de sus semejantes. Entre los rasgos que han incidido en la carrera política de Yolanda está su inevitable sencillez y su reiterada sensibilidad.

Por eso cuando la alcaldesa de Pamplona acudió a Madrid a los funerales de Daniel Jimeno Romero, conocido cariñosamente como Nenuco, deportista y asiduo corredor de encierros tanto en los sanfermines como en otras ferias desde hacía siete años, la mujer recibió otra conmovedora lección.

Luego de que Barcina dio el pésame a los familiares de Daniel por la irreparable pérdida, se sintió estremecida, según sus palabras, al escuchar que los padres del joven, desgarrados por el dolor, todavía tuvieron arrestos para decirle a la alcaldesa: ¡cuida la fiesta!, en un despliegue de amorosa convicción por el significado de esas tradiciones, a las que aman y quieren seguir amando a pesar de su insoportable pena.

Por estas tierras guadalupanas, sin más tragedias que la ineptitud, las complicidades, la inseguridad y el cinismo, ¿alguien sabe si el empresario de la Plaza México o sus enviados fueron recibidos el pasado martes por algún cumplido funcionario del Gobierno del Distrito Federal y les prometieron jueces a modo? Acá no cuidamos la fiesta; la pisoteamos.