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A 13 días de asumir la presidencia, arrebató a intermediarios la distribución del petróleo

Zelaya afectó los intereses monopólicos; respondieron con el golpe, afirma Rodas

Mentira, que los militares obedezcan al poder civil, sostiene la canciller del gobierno hondureño

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Los medios de comunicación, el enemigo más poderoso que pueda tener un gobierno, sostiene Patricia Rodas, canciller de la administración del presidente Manuel ZelayaFoto Reuters
 
Periódico La Jornada
Viernes 7 de agosto de 2009, p. 7

Antes de conocer al venezolano Hugo Chávez, mucho antes de acercarse a los países que hoy integran la Alternativa Bolivariana (Alba) o de manifestar interés en el eje de la nueva izquierda latinoamericana, Manuel Zelaya, recién llegado a la presidencia en enero de 2006, empezó a aplicar medidas que afectaron intereses monopólicos e irritaron a las elites de Honduras. Cabe señalar que a su toma de posesión ni siquiera asistieron Chávez o el líder cubano Fidel Castro.

A 13 días de tomar las riendas del gobierno, incluso dos años antes de ingresar a uno de los proyectos estrella del mandatario venezolano –Petrocaribe–, Zelaya adopta la decisión de someter a licitación la distribución del petróleo importado, arrebatando a los intermediarios la exclusividad en la imposición de precios. Con esa medida logró rebajar 10 lempiras al galón de gasolina para el consumidor, en pleno auge del alza de precios petroleros.

Recuerda la canciller de su gobierno, Patricia Rodas: “la creación de este modelo de justiprecios para los carburantes afectó a los monopolios de importación. Hubo en ese momento quienes pensaron: se acabó Mel”.

No sólo había tocado los intereses de las poderosas empresas intermediarias, sino a las trasnacionales Esso, Texaco y Shell.

Rodas recuerda este antecedente para sustentar su argumento de que el golpe de Estado en su país no fue motivado por temor al expansionismo chavista, como sostienen hoy los conservadores. El peligro que enfrentan las democracias en nuestro continente, desde las más conservadoras hasta las más revolucionarias, no es resultado de una coyuntura. Viene acumulándose una fuerza muy peligrosa de la derecha. Por eso nosotros sostenemos que si no se contiene en este experimento hondureño, si no se revierte este golpe de Estado, pueden ser intentados y dar resultado golpes similares en otros países.

El golpe, agrega, no se dio por (Hugo) Chávez. Hay que observar el proceso histórico que vino acumulando elementos para que las derechas del continente comenzaran nuevamente a articular viejos procesos represivos, ocultos. Desde ahí saltó ahora la liebre.

Aunque es cuidadosa de no responsabilizar directamente a Washington en esta debacle, sí apunta: quedará para la historia develar qué sector de Estados Unidos participó.

Liberalismo catracho

La historia del Partido Liberal de Honduras, que data del siglo XIX, está entretejido con la historia familiar y personal de la canciller desterrada. Economista de profesión, hija de Modesto Rodas, fundador del Movimiento Liberal Rodista que se opuso a los regímenes militares, expresa: soy parte de una generación que se alzó contra la falta de democracia. A mucha honra participé en la Fuerza Popular Revolucionaria Lorenzo Zelaya (FPR-LZ, fundada en 1980, escisión del Partido Comunista). Luchábamos no sólo para liberarnos del militarismo, sino para tener derecho a las urnas, que era lo que urgía.

A partir de los acuerdos de Esquipulas y otros pactos regionales, sostiene, se agotó el espacio para la lucha armada en Centroamérica. Como fuerzas político-militares, colapsamos militarmente pero no políticamente. Pero de nuestras organizaciones hermanas nació la fortaleza del movimiento social popular que hoy encabeza el movimiento por el retorno de la democracia. Especialmente los zelayistas, nos especializamos en crear una base social de apoyo con mecanismos organizados. Esa es nuestra herencia. Pudimos guardar nuestra acumulación social, ideológica, para actuar en estos momentos.

Mel en la izquierda

En los años 90 se incorporó a una de las fracciones de izquierda dentro del PLH. Explica que se trata de un partido distinto a otros institutos liberales de la región. Su circunstancia histórica fue la persecución. Es una organización muy plural donde existe desde la izquierda hasta una derecha que se vino fortaleciendo en lustros recientes. La derecha se posicionó en el PLH a partir de la participación de nuestro gobierno en la contrarrevolución contra el pueblo nicaragüense. (De 1980 a 1988, con los presidentes liberales Roberto Suazo Córdova y José Azcona, el país sirve como base contrarrevolucionaria en Centroamérica, al servicio de Ronald Reagan.)

“A Manuel Zelaya –relata– lo conocí como diputado del sector más progresista del PL, en esos años en los que nuestro territorio fue una plataforma de agresión a otros hermanos centroamericanos. Él fue de los pocos que alzó la voz contra las bases militares extranjeras, contra los escuadrones de la muerte, en una coyuntura de ocupación militar, de una Honduras invadida, vendida.”

Otras fuentes históricas ubican a Zelaya cerca del ex presidente Azcona. Fue hasta los años 90 cuando opera el fondo de reconstrucción después del huracán Mitch y asume el ministerio de la cartera social que empieza a recorrerse a la izquierda.

Fue entonces, según el recuento de Rodas, con la confluencia de otros sectores, que perfila su concepto de poder ciudadano que lo llevó a la presidencia. Su visión de país incluía reformar toda la estructura orgánica institucional, su plataforma jurídica, su modelo de desarrollo social.

Rodas participa desde el partido en este proyecto cuando ya la democracia representativa está cuestionada, su legitimidad en crisis. Cada cuatro años hay alternancia, la gente va a votar por uno de los candidatos impuestos por la oligarquía, avalados por la embajada estadunidense. Es un ejercicio que mantiene a nuestras sociedades dormidas frente a otras necesidades. Por tanto, propusimos fortalecer las dos esferas. Una, la alternancia, las urnas; otra, una institucionalidad distinta.

Así, dice, Zelaya no organiza un gabinete en torno a clientelas políticas sino de acuerdo con las necesidades ciudadanas.

Pero queda el Congreso, un nicho vernáculo, integrado en su mayoría por caudillos locales. Sabíamos que iba a ser un serio obstáculo para nuestro proyecto, lo mismo que los medios de comunicación: éstos fueron el enemigo más poderoso que pueda tener un gobierno.

–¿Nunca pensaron que los podrían derrocar?

–Ahí estaban las señales; todos nos dimos cuenta, el problema es que no sabíamos cuándo ni podíamos crear un sistema de protección. Teníamos dos semanas de esperar el golpe de día y de noche.

–¿Por qué se prestó la fuerza armada?

–Nuestro ejército es un engendro, nunca evolucionó, no se democratizó. Los militares encabezaron el golpe; es mentira que estén obedeciendo al poder civil. Ellos están utilizando a sus líderes para poder poner a un civil, por primera vez, como resultado de la asonada. Por lo demás, el golpe tiene las mismas características que en el pasado, con el mismo efecto y los mismos actores.