Opinión
Ver día anteriorLunes 5 de octubre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Y el Bordo Poniente sigue ahí...
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principios de año, diversas instancias oficiales del estado de México informaron que no tendrían espacio para recibir toda la basura que se genera en la capital del país tras el cierre del tiradero actual: el Bordo Poniente; apenas para unas 4 mil toneladas de las 13 mil que a diario se producen. En cambio, las autoridades defeñas sostenían que el bordo tenía vida útil por tres años más, pues contaba con 150 hectáreas disponibles. Por su parte, Juan Elvira, secretario del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), manifestó que existían acercamientos entre él y el jefe de Gobierno del Distrito Federal, por conducto de la Secretaría de Gobernación, para buscar las mejores alternativas. Le pude expresar personalmente a Marcelo Ebrard que el gobierno federal está en la mejor disposición de buscar una resolución al conflicto, porque no es un problema entre el gobierno federal y el del Distrito Federal, sino metropolitano, externó.

Ebrard reconoció que para su administración era un gran pendiente localizar nuevos sitios para depositar la basura citadina. El Bordo Poniente debió ser clausurado definitivamente el 19 de enero pasado, pero el gobierno capitalino obtuvo una suspensión provisional contra esa clausura y espera poder utilizarlo hasta fines de año.

El de la basura es un tema que desde el inicio del sexenio del licenciado Calderón ha servido de punta de lanza para que las instancias federales ambientales y del agua ataquen al gobierno de la capital. Hace tres semanas los accesos al Bordo Poniente se inundaron, lo cual impidió el paso de los camiones que llevan la basura. Las autoridades federales responsabilizaron de inmediato al gobierno citadino. La Comisión Nacional del Agua (Conagua) dijo que el tiradero debió cerrarse hace tiempo y que la inundación evidenció el descontrol y falta de inversión para el manejo del gobierno de la ciudad de México. Puntualizó que el relleno opera sin permiso del gobierno federal y gracias a un amparo. Enseguida, la secretaria del Medio Ambiente del Distrito Federal, Marta Delgado, acusó a la Conagua de ser la verdadera responsable de esa inundación por realizar un mal manejo de los canales de los alrededores, operados por dicha comisión, por lo que, subrayó, no fue por falta de capacidad del bordo. Lamentó que la Conagua y la Semarnat utilicen las complicaciones en el Bordo Poniente como presión política para que el gobierno de la ciudad cierre ese relleno sanitario. Ambas instancias, dijo, deberían preocuparse por los tiraderos a cielo abierto en el resto del país que contaminan el agua del subsuelo. La funcionaria anunció que en noviembre se presentará el proyecto definitivo de cierre, cuando el Instituto Politécnico Nacional concluya la elaboración del programa para la gestión integral de residuos sólidos, documento que regirá las políticas de la ciudad en la materia. Hasta se aprovechará el gas metano que generan los desechos. Pero todavía se desconoce la ubicación del sitio donde se construirá el nuevo y moderno confinamiento.

Luego de una semana de acusaciones y desacuerdos, y de normalizarse la recolección de basura en la ciudad, el 25 de septiembre pasado el gobierno federal y el de la ciudad aseguraron que dejarán atrás las acusaciones para el cierre del tiradero y buscarán las mejores alternativas para el depósito de la basura generada en el DF.

El titular de la Semarnat dijo que apoyará al gobierno capitalino para encontrar lugares adicionales donde depositar la basura y los recursos que se requieren para ello (mil millones de pesos, según las autoridades locales). Sin embargo, agregó, el cierre es impostergable por la contaminación que ocasiona.

Hace más de 10 años ya se sabía que el Bordo Poniente tenía que cerrarse porque está saturado y es obsoleto. Buscar nuevos sitios debió ser desde entonces tarea conjunta de las instancias oficiales, muy por encima del color de los partidos políticos que gobiernan en el orden federal y local. No ha sido así y los que pagan la cuenta de tanta mezquindad y negligencia son, nuevamente, los ciudadanos y el medio ambiente.