La rehabilitación del edificio sede de la Organización de Naciones Unidas (ONU), en Nueva York, ha resultado la coyuntura ideal para restaurar el mural Fraternidad (1968), de Rufino Tamayo, realizado con óleo y acrílico sobre tela, que cuelga en sus instalaciones desde 1972.

La restauración se efectuará en México, en el Centro Nacional de Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble (CNCRPAM), del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).

Según la agencia Notimex, ayer comenzó la limpieza del mural de 4 metros de alto por 9 de ancho, bajo la supervisión de Silvia Hernández, restauradora del área de caballete del CNCRPAM, por parte de un equipo subcontratado en Estados Unidos. Hoy se iniciará el proceso para desmontarlo porque mañana deberá estar listo para viajar a México el viernes 13.

Lucía García Noriega, responsable del CNCRPAM, calculó el comienzo del restauro para 2010 porque todavía no se ha firmado el convenio, cuya elaboración corresponde a la Secretaría de Relaciones Exteriores.

No tenemos todavía el convenio para saber en qué términos se va a hacer el restauro, manifestó García Noriega e indicó que esto es una petición de Claude Heller, embajador de México ante la ONU.

La raza humana, una sola

El abandono en que se hallaba Fraternidad ya había sido tema de discusión del grupo parlamentario de Convergencia en la Cámara de Diputados (La Jornada, 22/10/05).

Consultada al respecto, Paloma Ruiz, titular de Difusión y Relaciones Públicas del INBA, dijo que Teresa Vicencio, directora general del instituto, no se encontraba en México, pero que el día 17 ofrecerá una conferencia de prensa sobre otros temas, donde contestaría preguntas sobre la restauración de Fraternidad.

La crítica de arte Raquel Tibol señaló que el mural no fue hecho originalmente para la ONU, sino para la Feria Mundial de San Antonio, Texas, por encargo de Fernando Gamboa que en ese entonces trabajaba para la Secretaría de Industria y Comercio. Al regresar el mural a México, surgió la posibilidad de obsequiarlo al organismo internacional. Tamayo, tras ser consultado, accedió.

Según se documenta en el libro Los murales de Tamayo (1995), con textos de varios autores, Fraternidad fue pintado en San Antonio, como imagen emblemática del pabellón de México en la feria mundial de esa ciudad. En la obra, con la potente hoguera que arde al centro de la composición, el artista quiso significar el núcleo de energía que produce el amor fraterno que emana del grupo de hombres. Éstos, fuertemente abrazados por las espaldas, danzan alrededor de las llamas.

Además, carecen de rasgos fisonómicos que definan una pertenencia étnica determinada; con esto Tamayo quiso significar que para su pensamiento existe una sola raza: la humana, la cual debe marchar armónicamente para conservar su historia y desarrollar su futuro, escribe Juan Carlos Pereda.

El traslado y la restauración del mural son financiados por los gobiernos de Durango, el federal y la Fundación Tamayo.