Opinión
Ver día anteriorJueves 10 de diciembre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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La Muestra Nacional
E

l Grupo Teatral Tehuantepec dirigido por Marco A. Petriz mostró su más reciente escenificación, Fatalidad, con la que refrenda la excelencia de sus participantes aunque para muchos, que los han visto, otros de sus montajes han sido superiores, quizás porque se referían a leyendas de ese lugar oaxaqueño. Desde hace algún tiempo Petriz escribe y escenifica sus textos como un reclamo contra la violencia que se ejerce contra las mujeres desde diferentes perspectivas y Fatalidad se inscribe en esa línea. En una casona de Quilá, lejana de Culiacán y parecida a la que el colectivo posee en su sede, con el público cercano a los actores como acostumbra el grupo, se desarrolla una historia que no rehuye al melodrama, pero cuya dosificación dramática y escénica le dan gran relieve. El autor y director inicia con una escena de crimen en la calle, ante la casona que será escenario, los espectadores entramos y vemos a la excelente actriz que es Gabriela Martínez en su rol de Natalia, cortar y coser un traje que será para la boda de Octavio encarnado por el actor invitado Antonio López Torres y, cuando éste llega veremos en retrospectiva la trampa que se le ha tendido, con diálogos entreverados de pausas y caricias en un lento desarrollo que va creciendo en ritmo e intensidad hasta el final que es el principio, con la doble de Natalia (Mayté Genis Milán) y el juego de los dos vestidos de boda. Completa el reparto Janette Gallegos como Remedios y los diseñadores Jorge Lemus en escenografía e iluminación y Sergio Ruiz en vestuario y utilería apoyan ésta, una de las mejores escenificaciones de la Muestra.

Guanajuato presentó un programa doble de obras en un acto. El grupo Luna Negra escenificó Como si fuera esta noche, de Gracia Morales, un diálogo que desnuda las relaciones de madre (María Eugenia Jones Martínez) e hija (Julieta Escobar) dirigidas por Ludwig van Gallardo Huape. La conocida obra de Tenesse Williams Háblame como la lluvia, en montaje del Teatro del Ombligo y dirigida por Ian Hoppensted, resultó uno de los espectáculos más interesantes, tanto por la buena resolución de que la presencia de Él (Beto Béjar) se diera en diapositivas sobre un telón que marca la distancia existente entre los dos amantes y con buena concordancia con los movimientos de la actriz, como por la extraordinaria presencia escénica de Marcela Morán que tuvo el rol de Ella.

Más pequeños que el Guggenheim escrita y dirigida por Alejandro Ricaño para el veracruzano Grupo Guggenheim (formado por varios colectivos) nos hizo reír con ganas a todos los espectadores por su destacada propuesta cómica y la gracia escénica de los actores Adrián Vázquez como Sunday, Austin Morgan como Gorka, Hamlet Ramírez como Jamblet y Rodrigo Hernández como Al. Se le pueden poner peros, como ese doble final o la innecesaria mención a la niña que al final muere, pero la rescatan su hilarante homenaje a la amistad y al teatro y la manera en que está orquestada la dramaturgia. Ricaño propone una obra que se va construyendo sobre la marcha narrada por los actantes y que explora los sucesos de una ida a Barcelona y el regreso del autor y el director. Las incidencias del montaje constituyen el cuerpo de una escenificación que ojalá pueda llegar a la capital para ser disfrutada por los teatristas locales.

No terminé de ver Iluminaciones del grupo de Querétaro La fábrica por ser poco teatral, porque me pareció muy presuntuosa, porque el problema de los soldados en Irak y el terrorismo es tan español como el acento de los que narraban y muy lejano a nosotros y porque el aire artificial ya me estaba afectando al ver un espectáculo que me aburría sobremanera. En cambio Canek, la leyenda de un héroe maya en adaptación de Miguel Ángel Gutiérrez –también director– a la narración de Ermilo (y no Emilio, como dice el programa) Abreu Gómez presentada por el Taller de títeres Luna Morena de Jalisco cerró la Muestra con gran dignidad y visibles aciertos en el manejo de los muñecos y la recreación de ambientes a cargo de la escenógrafa Rita Basulto, además de la música original de Saúl Ledesma y la creación de temas de instrumentación prehispánica de Ernesto Cano Lomelí.