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Presentaron Pentagrama de letras, libro del crítico y colaborador de La Jornada

Al hablar de música, Brennan invita a lo esencial: escucharla, indicó Lavista
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Juan Arturo Brennan, después de presentar su libro en el Centro Nacional de las ArtesFoto Roberto García Ortiz
 
Periódico La Jornada
Sábado 30 de enero de 2010, p. 6

Si hay un aspecto del quehacer del crítico y cronista Juan Arturo Brennan que se debe destacar es que al hablar de música, nos hace una invitación a lo esencial: a escucharla.

Así lo sostuvo el compositor Mario Lavista durante la presentación de Pentagrama de letras, libro del colaborador de La Jornada, que se efectuó la noche del jueves en el Aula Magna del Centro Nacional de las Artes.

Fue una velada fraternal y amena, con cierto tono crítico, luego de que los presentadores del volumen incluido en la colección Periodismo cultural del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, pusieron los dedos sobre algunas llagas del panorama de la música de concierto en México.

El pianista Alberto Cruzprieto –quien fungió también como presentador al lado del maestro Lavista y la musicóloga Yael Bitrán– apuntó que en el medio musical del país no sólo nada ha mejorado, sino que ha empeorado de manera escandalosa en muchos casos.

Amigo, compañero de proyectos y victimario de Brennan en su pasión común por la carambola, Mario Lavista se remontó 30 años atrás, cuando ambos se conocieron, y contó cómo fue que invitó al crítico a integrarse en la aquel entonces a la naciente revista Pauta, en la cual es el único colaborador que ha participado a lo largo de 28 años y 112 números.

En un recuento de los empeños de Brennan, el músico se dijo asombrado por la amplia y diversa actividad de aquél en torno de la música, la cual rebasa sus conocidas facetas de cronista y crítico y abarca también la realización de programas de radio, textos para los programas de los conciertos de las más importantes orquestas de México y para discos, conferencias y cursos, y la creación de la audioteca de la música mexicana de concierto.

Aclaró que Brennan no es escritor ni poeta en forma, pero Lavista lo incluyó en la enorme y noble tradición de escritores que han abordado temas y asuntos musicales, entre ellos Antonio Alatorre, Juan Vicente Melo, José de la Colina, Eduardo Lizalde, Luis Ignacio Helguera, Luigi Amara y Alberto Blanco.

Destacó que por los diversos intereses que permean la vida del autor, éste ha establecido vasos comunicantes entre esas disciplinas y aspectos que lo atraen, como la música, el cine, la literatura, pero también los problemas políticos, económicos y sociales que afectan los ámbitos artístico y cultural.

Admiro y aplaudo de Juan Arturo su inteligencia y sensibilidad para hacernos partícipes de su más honda convicción: que la música no es un entretenimiento para llenar horas de ocio; no es tampoco un simple adorno para quienes disponen de mucho tiempo libre, indicó Lavista.

Empeoramiento del medio musical

En su turno, el pianista Alberto Cruzprieto, quien al final interpretó una pieza de Chopin, coincidió con la opinión del compositor acerca de que después de escuchar música nada mejor hay que hablar de ella, y al respecto destacó las virtudes del libro Pentagrama de letras como interlocutor.

Subrayó, sin embargo, que conforme se avanza en la lectura del volumen, se descubre que éste no es siempre tan gozoso como parece, al enfrentar una realidad innegable: el medio musical de nuestro país no ha mejorado en nada y sí ha empeorado de manera escandalosa en muchos casos.

Recordó que en 1998 Brennan escribió un texto en el que señalaba que la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México estaba sin rumbo, sin mando, situación que a decir del intérprete aún persiste.

El pianista resaltó lo poco apreciados que suelen ser la mayoría de los críticos en cualquier parte del mundo, de allí que calificó de excepcional el caso de Brennan, pues su interés por la crítica surge de su acendrada pasión por la música y no por ser, como la mayoría de criticones, un prófugo más de las corcheas.

Tras reparar en que los artistas y los críticos dependen unos de los otros, Yael Bitrán deploró la visión parasitaria u hostil en que se tiene a estos últimos y lamentó que se les desprecie o ignore, no siempre haciendo justicia al hecho de que la difusión de su obra (de los creadores) se debe en buena medida a los críticos.

Según la especialista, el oficio de Brennan nunca ha sido sentarse en la silla del juez, como deploraba Wilde, sino arremangarse y trabajar junto a los músicos en sus causas, denunciar las inequidades, apasionarse por lo que vale y defenderlo a ultranza, y darle voz, literalmente, a músicas y músicos poco conocidos.