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REPORTAJE /educación artística para los niños

En una escuela de Coacalco, los alumnos sólo cantan y hacen rondas, lamenta inspector

¿Cómo hacer ver a las autoridades que la formación musical no es un adorno?

El hueseo, alternativa laboral para muchos egresados de las escuelas de música

Las orquestas juveniles de Venezuela son claro ejemplo de sensibilidad por el arte, dice Gustavo Rivero Weber

Foto
Alumnos de la secundaria diurna número 11, en el Centro Histórico, durante la conmemoración del 25 aniversario de esa escuela, donde cantaron temas del programa educativo ¡Ah que la canción! Foto María Luisa Severiano
 
Periódico La Jornada
Viernes 30 de abril de 2010, p. 4

Mientras en Ciudad de Juárez el avance del proyecto de ConArte que impulsa Lucina Jiménez, ¡Ah que la canción!, es de 40 centros de prescolar, primaria y secundaria, en una escuela del estado de México elegida al azar, en el municipio de Coacalco, ni siquiera lo conocen, aunque explican que existen promotores artísticos que de vez en vez llevan a las primarias actividades artísticas, pero el énfasis no es en la música; a veces enseñan canciones, otras teatro, o ponen a los niños a pintar.

–¿Existe algún programa que enseñe a los pequeños las notas musicales, por ejemplo?

–No, ninguno. Cuando se habla de clases de música es sólo ponerlos a cantar o a hacer rondas –señala un inspector de zona que pide anonimato.

A paso de hormiga

Al tiempo que ConArte desarrolla a paso de hormiga su proyecto en las escuelas públicas, los jóvenes que descubren tener vocación para la música luchan a brazo partido para conseguir un lugar en el Conservatorio Nacional de Música, el sueño dorado de muchos, donde se educa a músicos de elite, como afirma la misma comunidad de ese recinto.

Otros hacen fila para ingresar a la Escuela Nacional de Música de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la institución que en el país matricula al mayor número de estudiantes en esa rama (unos 2 mil), afortunados por haber sido aceptados tras varios intentos y esperas.

Si de educación musical profesional se habla, también están la Escuela Superior de Música, del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA); el Conservatorio de las Rosas, de Morelia; la Facultad de Música, de la Universidad Veracruzana; la Unidad Académica de Música, de la Universidad Autónoma de Zacatecas, instituciones con matrículas que, en estudios profesionales, no superan los mil alumnos.

Ahí, la mayoría de los egresados se quejan de que las aulas de prescolar, primaria y secundaria de la Secretaría de Educación Pública están prácticamente negadas para ellos, lo cual trae como consecuencia que la alternativa laboral para muchos profesionales de la música sea el hueseo, es decir, tocar en grupos que amenizan fiestas o bodas.

Hubo un tiempo en el que la música se enseñaba desde temprana edad, recuerda Gustavo Rivero Weber, director de Actividades Musicales de la UNAM, “de niño, en la escuela, yo tenía un maestro que nos hacía cantar mientras él tocaba un acordeón. Ahora ya no sucede eso en las escuelas públicas. Si las autoridades educativas se dieran cuenta de lo que la educación musical representa a escala social, cambiaría sus concepto de enseñanza.

“Las clases de arte son para desarrollar la sensibilidad, para formar mejores personas: eso es lo que no se entiende. El ejemplo más claro es la experiencia que lleva a cabo Venezuela con sus orquestas, en la cual participan niños de todos los barrios.

Aquí se echó a andar un programa de fomento musical para coros y orquestas, y si bien ha habido algunos resultados, no se puede decir que éstos sean vastos, tangibles, seguimos en lo mismo. La enseñanza musical no es un adorno, sobre todo en estos tiempos tan difíciles, ¿pero cómo hacerle ver esto a las autoridades?

En las siguientes entregas de esta investigación, maestros, estudiantes y directores del Conservatorio Nacional de Música, las escuelas Nacional de Música y la Superior de Música del INBA, entre otros, hablan de su experiencia en torno a la enseñanza musical en México.