Opinión
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Itacate

La cruz de mayo

U

na llamada tempranera de Teresa Castelló, nuestra querida doña Tere, dispara el tema del Itacate. “Hoy lunes es la Santa Cruz –nos dice–, el día de los albañiles, ¿y si escribieran acerca del día y de lo que se come para celebrar?” Atendemos la sugerencia y aunque la celebración fue ayer, nos damos a la tarea de recordar e investigar.

Muy temprano en la mañana los albañiles de las múltiples obras que hay en el país, se disponen a hacer su cruz para luego adornarla. En la decoración que lleva flores naturales o artificiales y papel crepé de varios colores, los trabajadores de la construcción vuelcan su sentido artístico y un claro sentido ritual. Una vez adornada la cruz se dirigen a la iglesia para que sea bendecida; luego la colocarán en el punto más alto de la construcción. Vendrá después el festejo.

En su libro Fiestas de gremios ayer y hoy, Dubravka Mindek se remonta a la época en que el emperador Constantino, de Roma, según cuenta la leyenda, a punto de ser derrotado por los germanos, vio dibujarse en el cielo una cruz y las siguientes palabras: con este signo vencerás. Como venció, se convirtió al cristianismo y envió a Elena, su madre, a buscar en Jerusalén los restos de la cruz. Se cuenta que fueron albañiles quienes la desenterraron; por ello este signo se convirtió en símbolo del gremio.

La comida tradicional de este día son los tacos de barbacoa o de carnitas. Se acompañan con guacamole y salsa borracha. En la mesa abundan refrescos y cervezas, y aun el pulque. Los ingenieros y arquitectos acompañan a los trabajadores y al maestro de obras. Pueden estar presentes los dueños de la casa o los contratistas.

Esta fecha coincide con antiguas festividades del ciclo agrícola, por ello se celebra en México con tanta devoción. En muchas comunidades indígenas la santa cruz es una fecha especial. Las cruces se visten con flores, frutas y panes; pueden colocárseles textiles bordados y pequeños huipiles. Es una fiesta de petición de lluvia. Pero esa es otra historia.

Salsa borracha

En una olla pequeña caliente a fuego medio media taza de pulque blanco o de cerveza clara, y media taza de jugo de naranja. Rompa con las manos cuatro chiles pasilla grandes asados sin rabos, sin semillas y desvenados. Agréguelos al pulque, tape el recipiente y cueza por 10 minutos o hasta que los chiles estén suaves. Saque del fuego y deje enfriar. Ponga esto en una licuadora con un cuarto de cebolla picada, un diente de ajo grande previamente asado en su piel y pelado, tres cuartos de cucharadita de sal, un cuarto de taza de agua y muela hasta obtener una salsa tersa. (Ricardo Muñoz Zurita, Salsas mexicanas).