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Ver día anteriorLunes 10 de mayo de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Toros
Morante se lleva el toreo en Jeréz
L

a Feria de San Isidro en la plaza de Las Ventas madrileña ha iniciado sus actividades esta semana. Toros grandes, cornalones, difíciles, parados, como va siendo costumbre. Ayer para no variar, la corrida de Dolores Aguirre tan esperada por la afición de la capital española. Más transmisión y mismos resultados. Lo que sí, cornada grave a un modesto torero Joselillo. Complicado burel que se le quedaba en la cara y en un descuido lo lastimó en serio. En tarde que Rafaelillo se alzó con un triunfo sobre la inercia de un toro manso pero manejable (burladero.com). Como sucede con los toreros modestos, el juez le regateó la oreja que le hubiera abierto la puerta a hombros.

Mientras en el inicio de la feria madrileña toros grandes y muy difíciles y toreros que no han cuajado, la afición española pendiente de la recuperación de José Tomás y de su inclusión en los carteles de la feria madrileña. Por de pronto Morante de la Puebla se llevó el toreo a Jerez de la Frontera a la feria del caballo, a su plaza y con sus seguidores para mostrar el porqué de la competencia por el centro del toreo con el madrileño convaleciente.

Una vez más el torero de la Puebla del Río enseñó que la lidia de toros bravos no es otra cosa que tiempo, aunado a eso que no se puede definir. Eso que es echar el cuerpo pa’lante y dejarse sentir. Cobijado por los jerezanos y su palmeo dejó sin habla a esos cabales que sienten el toreo como realizados solo para ellos. Y es que si algo tiene Morante es que siente el toreo como pocos en la historia del toreo lo han sentido.

El toreo de Morante se deslizaba sobre el redondel jerezano denso e impalpable, en su firme existencia sobre los efímeros talones de lo transitorio, según se desprende de las imágenes enviadas por los canales de la televisión española. Faena que transcurría cuando declinaba la luz de la tarde entre los frondosos árboles jerezanos y por la que el torero dejó entrar esa luz a su espíritu y el toreo a un original forma de palmear que lo distingue.

Un trajín afanoso de palmas llenaron de eso el espacio de sal marinera y Morante se dejaba ver con ese salero con que nació cargado de color y forma en toda la gama de suertes de la tauromaquia que tenían otro buqué. Ese buqué que le dio la hondura a su quehacer torero la semana pasada en Jerez, entre caballos y mujeres que en su cuerpo llevaban media España.