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63 Festival de Cannes
México gana la Cámara de Oro por vez primera
C

annes, 23 de mayo. Los resultados han sido positivos, otra vez, para el cine mexicano en el festival de Cannes. De entre 24 operas primas repartidas en las diferentes secciones, el jurado presidido por el actor Gael García Bernal decidió otorgarle la Cámara de Oro a Año bisiesto, el afortunado debut del cineasta australiano Michael Rowe. Desde que el premio comenzó a otorgarse, en 1978, es la primera vez que una película mexicana lo gana. En su elocuente discurso, Rowe agradeció a sus productores de la compañía Machete; a Marina Stavenhagen, directora del Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine), a sus dos actores, su hija Jimena y finalmente a México por darle los personajes.

Ya en el palmarés oficial hubo más aciertos que disparates, al menos según la propia subjetividad. Era previsible el premio de mejor interpretación masculina para Javier Bardem por su desempeño en Biutiful, coproducción hispano-mexicana dirigida por Alejandro González Iñárritu. En efecto, Bardem es el sostén dramático de la película y no se percibía otro actor que pudiera rivalizarle el premio. Sin embargo, el jurado decidió darle un ex aequo al italiano Elio Germano por La nostra vita, de Daniele Luchetti, en la que interpreta a un personaje similar, pero en versión light. (En este festival, uno de los temas recurrentes fue el del padre preocupado por el destino de sus hijos.).

El de la mejor actuación femenina estuvo previsto hasta por el póster oficial del festival. En él, Juliette Binoche escribe con luz el número de edición de Cannes, y con la misma claridad se perfiló como la candidata más fuerte al premio por su sensible actuación en Copie conforme (Copia certificada), del iraní Abbas Kiarostami.

Una sorpresa agradable fue, sin duda, la Palma de Oro concedida a la tailandesa Lung Boonmee Raluek Chat (El tío Boonmee, que puede recordar vidas anteriores), de Apichatpong Weerasethakul, en una apuesta inusitada por una forma exquisita de cine de autor, que de ninguna manera puede confundirse con el que se consume masivamente. En su interminable discurso de agradecimiento, el director no mencionó la crisis política que afecta actualmente a su país.

El cine asiático consiguió otro merecido triunfo con el premio a mejor guión para el coreano Lee Chang-dong por su película Shi (Poesía).

El lado político de Cannes se manifestó, más bien, con la repetida mención del director Jafar Panahi, apresado en Irán y en su noveno día de huelga de hambre. Una simbólica silla vacía con su nombre se mantuvo sobre la parte del escenario donde se encontraba el jurado.

Entre los premios discutibles está el Grand Prix, mejor conocido como el segundo lugar, para la francesa Des hommes et des dieux (De hombres y dioses), de Xavier Beauvois, que cosechó muchos adeptos entre la crítica por ilustrar la voluntad de sacrificio de unos monjes en Argelia. Según se predecía hace unos días, también ganó el premio del Jurado Ecuménico. El Premio del Jurado, o de consolación, fue para Un homme qui crie (Un hombre que grita), del cineasta chadiano Mahamat-Saleh Haorun, en lo que podría interpretarse como un gesto de condescendencia a una realización bienintencionada pero pobre.

Lo único en verdad inexplicable es el premio al mejor director, regalado al actor francés Mathieu Amalric por Tournée. Si algo denotaba la desigual película sobre la gira europea de un grupo vetusto de reinas del burlesque, era la ausencia de un punto de vista coherente y unificador en un relato oscilante entre el documental y el melodrama.

En cuanto a la ceremonia de premiación misma, los mexicanos se hicieron notar como una presencia importante. La actriz Salma Hayek fue llamada al escenario para entregar el Grand Prix; García Bernal fue quien le dio la Cámara de Oro personalmente a Michael Rowe. Y González Iñárritu fue enfocado constantemente por la cámara, sobre todo cuando Bardem le expresó un especial agradecimiento por haberlo dirigido en Biutiful.