Sociedad y Justicia
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De las 173 zonas de reserva, sólo 60% tiene atención adecuada: The Nature of Conservancy

Narco, entre las nuevas amenazas para las áreas protegidas del país

Habitan en México 12 de cada 100 especies conocidas en el mundo; creciente presión del sector turístico

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La migración es un fenómeno que aumenta las dificultades en las áreas naturales protegidas porque falta personal para cuidarlas de los depredadores e incluso de incendios, señala experto. La imagen, en la reserva ecológica de San Bartolomé Ocotepec, en la delegación Magdalena Contreras del Distrito FederalFoto Carlos Ramos Mamahua
 
Periódico La Jornada
Domingo 30 de mayo de 2010, p. 32

Las 173 áreas naturales protegidas (ANP) de México, que ocupan cerca de 13 por ciento del territorio nacional –25 millones de hectáreas–, donde se alberga la riqueza de flora y fauna del país, tienen personal y presupuesto insuficientes. No sólo sufren viejos problemas, como saqueo de especies, tala clandestina y presiones por el desarrollo minero y turístico que busca extenderse a ellas, sino que ahora padecen nuevas dificultades: la migración y el narcotráfico.

A estos conflictos se enfrentan los directores de las reservas, donde los hay, porque existen áreas que están a la deriva. El 60 por ciento de las áreas protegidas tienen atención adecuada, 20 por ciento regular y el resto mínima, asegura en entrevista Juan Bezaury, director The Nature of Conservancy.

Aunque en el discurso oficial la conservación del medio tiene gran predominancia, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) estuvo acéfala desde diciembre pasado –por lo que no fue posible obtener la opinión oficial sobre la situación en el sector. Hace cuatro meses renunció Ernesto Enkerlin, quien presidía la comisión desde 2000, y hasta el pasado 3 de mayo se designó a Luis Fueyo como su sucesor.

Cambio de uso de suelo

Con rezagos en su operación, una de las consecuencias que se observan es que al carecer de suficiente vigilancia, el cambio de uso de suelo es su principal problema, de acuerdo con la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente. Otro conflicto latente que observan los expertos es el trasiego de enervantes, el cual consideran es otra amenaza para la conservación, a lo que se agrega que el tráfico de especies de flora y fauna se ha convertido en el tercer delito de este tipo en importancia en el mundo, después de las armas y las drogas, de acuerdo con la Interpool

La importancia de la riqueza biológica de México se refleja en que es uno de los cinco países megadiversos del mundo, alberga entre 60 y 70 por ciento de la biodiversidad conocida en el planeta y 12 de cada 100 especies reportadas habitan aquí.

Del total de áreas protegidas, sólo 42 tienen programas de manejo, es decir, hay alrededor de 9 millones de hectáreas que tienen definidos los objetivos, planes y esquemas de conservación, de acuerdo con información de la Conanp. Hay 40 reservas de la biosfera que ocupan 12 millones de hectáreas; 67 parques nacionales, con 1.4 millones de hectáreas; cinco monumentos naturales; ocho áreas de protección de recursos naturales, 35 de preservación de flora y fauna y 18 santuarios.

Las reservas que se hallan en áreas costeras o las que tienen yacimientos mineros y alto grado de conservación están en permanente riesgo por las presiones empresariales. En el periodo que va de 2000 a 2008 se ha dado una creciente dificultad para crear nuevas áreas protegidas, que se manifiesta en crecientes conflictos abiertos con los sectores pesquero, turístico, agroindustrial y minero, advierte Bezaury.

Las áreas de Quintana Roo, Jalisco y Baja California están bajo presión por el desarrollo costero y turístico, así como por la especulación. Hay formas de mitigar los impactos, aunque los intereses siempre van a ser los intereses. Hay que trabajar en conjunto, los gobiernos de los estados, la Conanp, las organizaciones y los centros de investigación.

Los dueños de la tierra en las ANP son desde los más ricos hasta los más pobres (“han estado ahí por miles de años, no se les puede sacar y decir que es un ‘bien nacional’). Un avance en México ha sido trabajar con las poblaciones que viven en dichas zonas, porque la gente no destruye porque sí, sino por necesidad. Muchas veces buscará conservar, y con los programas que ahora existen se han dado grandes avances para reducir la amenaza de la destrucción”.

Más recursos, menos población

En 2000, el presupuesto de la Conanp –adscrita a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales– fue de alrededor de 142 millones de pesos, seis años antes apenas tenía 10.9 millones. Desde hace una década la tendencia presupuestal fue al alza. En 2008 llegó a 938 millones de pesos y este año dispone de alrededor de 900 millones. A ello se suman los recursos por cobro de entrada, los de los programas de la Comisión Nacional Forestal y aportaciones privadas.

El presupuesto de las ANP sigue siendo insuficiente, lo que limita el personal que se puede tener en el campo. Hay áreas con miles de hectáreas, donde es difícil moverse, además de problemas de coordinación entre las diferentes agencias de gobierno, pero hay avances de señalización para los turistas, indica Jorge Rickards, director de Conservación del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés).

Agrega que las reservas más importantes de la biosfera tienen personal y recursos. En estos casos, el director es un punto de enfoque para las comu- nidades del territorio. Tiene que lidiar con actos delictivos, extracción ilegal de fauna, incendios forestales, invasiones y problemas agrarios, así como con la falta de coordinación entre las diferentes agencias gubernamentales. Tiene que ser mediador y facilitador. Si las instancias de gobierno pudieran coordinarse sería mejor para poder ayudar a las comunidades.

Estima que las ANP han sido eficaces en su papel de conservación, y frente a las metas de incremento de decretar áreas protegidas cada año, considera que el gobierno anualmente debería informar a la sociedad sobre los criterios y los resultados que se han dado en estas zonas.

Hay un fenómeno de migración fuerte que está afectando las áreas protegidas; el que la gente se vaya implica un abandono del territorio. Si no está manejado por las comunidades, tiende a deteriorarse, porque no hay quién apague los incendios ni cuide los suelos. La fuerza productiva ya no está ahí, se debe entrar a los terrenos de alta biodiversidad para evitar que se deterioren. Las metas del aumento de hectáreas se debe ver con esos matices, advierte.