Opinión
Ver día anteriorMartes 29 de junio de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Aterriza proyecto pictórico
H

ermosillo, ciudad recientemente tan discutida debido al primer aniversario del trágico acontecimiento de la guardería ABC, cuenta desde hace aproximadamente un año con un Museo de Arte (MUSAS), que ofrece vastos espacios de exhibición. Su directora, Rosa María Haas, a través de Graciela de la Torre, directora del MuAC, acogió el proyecto del coleccionista y empresario, Sergio Autrey, abocado a retomar la pintura tamaño mural, inspirada en el conjunto de Osaka, que con 40 años de existencia, se exhibe permanentemente en el Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez en Zacatecas.

El proyecto Akaso (inversión de Osaka) es producto de una generación posterior a la de Ruptura y los 26 enormes lienzos tienen como promedio medidas aproximadas de 4 a 7 metros, algunas rebasan tales medidas (aunque eso no las hace mejores) y otras son de dimensiones más reducidas.

La altura de las salas de exhibición y el trabajo museográfico de Carlos Ashida, dio como resultado una exposición de indudable impacto, algunos de cuyos vislumbres se observaron hace pocos meses, fuere en el Museo Universitario de Ciencias y Artes (donde varios artistas pudieron efectuar sus trabajos) y otros en talleres particulares.

Tal generación incluye a pintores auspiciados en su mayoría por este mecenas, contemporáneo de los creadores. No ha escatimado esfuerzos en la concreción de su empeño, mismo que por lo pronto ya resulta visible si es que uno se traslada a la capital sonorense.

En lo personal ya no sé si la pintura deba elevar el espíritu por encima de sí mismo (pensamiento de Adorno) ni tampoco si su resurgimiento como medio artístico por antonomasia es medianamente viable, lo que está fuera de duda es que después de las consabidas muertes de la pintura se sigue pintando y a veces con absoluta validez, de lo contrario un proyecto como éste no se hubiera concretado. En su organización colaboró como coordinadora y asistente la pintora, performancera y promotora: Dulce María de Alvarado.

La valía que le encuentro consiste en que funciona como corte sincrónico de lo que ocurre en México en ese medio. Todos los participantes poseen amplia y reconocida trayectoria y fueron elegidos –atendiendo a la directriz y presidencia de Autrey– mediante consecutivos paneles de discusión que se iniciaron hace casi dos años.

Por orden alfabético ellos son Miguel Ángel Alamilla, Luis Argudín, los cuatro hermanos Castro Leñero: Alberto, José, Francisco y Miguel; Manuela Generali, Magali Lara, Antonio Luquín, Gabriel Macotela, Manuel Marín, Alfonso Mena Pacheco, Gustavo Monroy, Elio Montiel, Yolanda Mora, Irma Palacios, Roberto Parodi, Oscar Ratto, Arturo Rivera, Mauricio Sandoval, Luciano Spano, Eloy Tarcisio, Roberto Turnbull, Germán Venegas y Boris Viskin.

Ilse Gradwhol, también participante, no está presente en esta primera sede, pero su obra se añadirá en subsecuentes exhibiciones, doquier que éstas tengan lugar (cosa que no se sabe aún).

Se suma al aproyecto una muy puntual documentación videográfica realizada por Daniel Castro Zimbrón. No me sucede lo mismo con los trabajos de animación realizados por jóvenes creadores audiovisuales convocados por Fernando Llanos, con la salvedad de que no se trata de una curaduría, pues cada creador hizo lo que quiso y lo que pudo. Desde mi punto de vista –no especializado el mejor ideado corresponde a una de las pintoras, única persona que decidió realizar ella misma su propia animación: me refiero a Magali Lara, autora de un tríptico muy celebrado: Después de la lluvia. Otra creación pictórica predilecta corresponde igualmente a artista mujer: Errantes de Manuela Generali no sólo ofrece contundente realización, sino carga simbólica tal vez inspirada en un filme de Federico Fellini. El acusado refinamiento de Vuelo de semillas por Irma Palacios es lo que se esperaba de ella. En realidad y en términos generales cada artista obedeció a sus propias formulaciones y modos de hacer. Si se conocen las modalidades actuales, se les identifica casi en todos los casos al primer golpe de ojo y no tendría por qué ocurrir lo contrario si, como digo, el conjunto obedece a corte sincrónico. Algunos acometieron los lienzos a intervalos y les tomó meses de realización, pero hubo también quien sólo empleó pocas horas en la consecución. Eso depende no sólo de la modalidad predilecta del artista en cuanto a método de plasmar una idea, sino igualmente a estrategias que pueden, o no, rendir resultados atinados.

Es seguro que la muestra en otros sitios puede convocar públicos mayoritarios, sea por genuino interés que por curiosidad o aún por ímpetus antipictóricos igualmente bienvenidos.