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Técnico defiende decisión de desfogar presas

Colonos de Anáhuac esperan regreso, a la orilla de la carretera
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La familia Camacho se instaló a orilla de la carretera que va de Anáhuac a Colombia, Nuevo León, tras haber sido desalojada de su vivienda, en el primer municipioFoto Leopoldo Ramos
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Más de 350 colonos de Anáhuac se refugiaron en el gimnasio de la Universidad Tecnológica, en Nuevo Laredo, TamaulipasFoto Carlos Figueroa
Corresponsales
Periódico La Jornada
Jueves 8 de julio de 2010, p. 32

En la carretera entre Nuevo Laredo, Tamaulipas, y Anáhuac, Nuevo León, angosta y llena de baches, no se puede circular a más de 60 kilómetros por hora. Los conductores dejan el centro de la cinta asfáltica para permitir que pasen los vehículos en sentido contrario, pero deben tener cuidado de no caer en los matorrales o en los campamentos improvisados que cientos de familias instalaron el martes mientras les autorizan volver a sus viviendas en Anáhuac, de donde el Ejército Mexicano y Protección Civil de Nuevo León los desalojaron para protegerlos de ser arrastrados por la corriente del río Salado.

Ese cauce nace en la laguna Salinillas, a 10 kilómetros de Anáhuac, y desde la noche del lunes lleva aguas procedentes de la presa Venustiano Carranza (también llamada Don Martín), en Juárez, Coahuila, la cual está al límite de su capacidad debido a escurrimientos de sus afluentes, los ríos Sabinas y Álamos, desbordados por las lluvias que empezaron el viernes pasado.

El lunes por la noche, las policías estatal de Coahuila y municipal de Anáhuac pidieron a los 18 mil habitantes de la ciudad abandonar sus casas, por la crecida del río Salado, resultado de la apertura de las cortinas de la presa Don Martín. Las autoridades dijeron a los colonos que tenían hasta el amanecer para ponerse a salvo, pero no les dijeron cómo ni dónde.

No nos quedó otra más que quedarnos aquí. Estamos al aire libre, pero todos juntos, eso es lo importante, dijo Claudia López, quien se instaló en la carretera con sus hijos, sobrinos y otros familiares de su esposo. Los niños durmieron el martes en las cajas de dos camionetas pick-up. Los adultos usaron catres o durmieron sobre cobijas tendidas en el suelo.

Cuando nos sacaron de la casa mucha gente se fue a Nuevo Laredo, pero nosotros nos quedamos aquí hasta que nos dejen regresar, explica José Camacho, esposo de Claudia.

Cinco kilómetros al sur, a un costado de las vías del tren y del entronque con la carretera a Nuevo Laredo, hay docenas de familias instaladas entre los matorrales.

Juan Jesús Jiménez es vendedor ambulante. En Anáhuac nació, se casó, nacieron sus hijos y sus nietos, y ahora se dirige en su pick-up hacia Nuevo Laredo.

Desde el martes por la mañana, la mayoría de los 18 mil desalojados se desplazaron a Nuevo Laredo o a casas de familiares en Bustamante y Lampazos, en Nuevo León. Otros se quedaron en albergues municipales, pero cientos de familias permanecen a la orilla de la carretera o en una gasolinería abandonada, a 30 kilómetros de Anáhuac.

Poco antes del mediodía, el Ejército Mexicano repartió botellas de agua y cobijas. Antes, otra unidad militar distribuyó despensas, pero la ayuda es insuficiente.

Autoridades de Nuevo Laredo apoyan con servicios médicos, gasolina, transporte y albergue a pobladores de Anáhuac. En el gimnasio de la Universidad Tecnológica hay 350 damnificados de una inundación.

Doroteo Treviño Puente, especialista del organismo de cuenca del río Bravo, integrante del grupo de técnicos que decidió abrir las compuertas de embalses, respondió a las críticas del gobierno de Tamaulipas: “Las decisiones se han tomado con toda responsabilidad. Ahora surgen ‘expertos’ que aseguran que lo que iba a pasar era previsible. ¿Dónde estaban a las dos o tres de la mañana (del martes), cuando se tuvo que decidir? Los registros que tenemos de 100 años apuntan que nunca se habían acumulado estas cantidades de agua”.

Mientras, los directivos de la Comisión Internacional de Límites y Aguas México-Estados Unidos acordaron utilizar el canal de alivio del segundo país para desaguar la presa Falcón y proteger a la población asentada cerca del bajo río Bravo, informó la Conagua.

Agregó que es muy probable que la depresión localizada en el Golfo de México se convierta en un ciclón tropical y genere más escurrimientos hacia la presa Venustiano Carranza.