Opinión
Ver día anteriorSábado 10 de julio de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Trece años de gobierno de izquierda
L

a autoridad capitalina tuvo el tino de recordar que hace 13 años el PRD, con el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas a la cabeza, ganó el Gobierno del Distrito Federal y que a partir de entonces, en la capital, los gobernados son partidarios de la izquierda. El dato es importante, se trata de la capital, sede de los poderes federales, que generalmente, sigue siendo la entidad que marca el camino de cambios políticos y sociales.

Los capitalinos, chilangos, como se ha dado en llamarlos, tienen a su alcance abundancia de información por medios electrónicos y escritos, por tanto, en alguna proporción, están mejor preparados para tomar decisiones importantes, y lo han demostrado en más de una ocasión. Se dice y es cierto, que los habitantes del Distrito Federal están interesados en política y en situaciones complejas, como fue el caso de Iztapalapa, saben triunfar aún en contra de lo que las autoridades pretenden imponerles.

Ciertamente, han tenido que luchar por décadas para recuperar los derechos plenos que, en materia política, gobiernos del siglo pasado les arrebataron so pretexto de que la democracia acarreaba riesgos a la autoridad federal, temerosa de no poder controlarlos.

De ello, ha resultado que los habitantes del Distrito Federal son más exigentes con sus autoridades y les requieren con más rigor, eficiencia y tino en la conducción de la política y en la prevención de problemas o calamidades.

La izquierda lleva, en efecto, 13 años de obtener la preferencia mayoritaria de los capitalinos, por algo será. Un factor es que ha podido hilvanar sucesivos gobiernos que se han ocupado más de la problemática social y menos de la política ampulosa y solemne que se estila en México.

En los primeros tres años Cárdenas sorteó mil dificultades heredadas de las llamadas regencias, entonces gobernar la ciudad parecía caminar sobre un campo minado. Poco después, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador pudo, por diversas circunstancias y especialmente durante los primeros años, antes de los arteros ataques del gobierno federal, desplegar una amplia batería de programas sociales, que una vez echados a caminar, han seguido funcionando, por regla general, bien.

Las obras de estos gobiernos son muchas, nuevas escuelas, becas para jóvenes, remodelación del Centro Histórico, vialidades, hospitales, restructuración de la procuración de justicia y seguridad, colaboración entre las diversas áreas con responsabilidades en el tema y otros muchos ejemplos, sin embargo el más conocido y sin duda emblemático, es el de la tarjeta a los adultos mayores.

Sin la creación de un aparato para la administración, distribución y control de las tarjetas, ahorrando, se logró una meta no fácil de alcanzar en el campo de la justicia social. Los mayores de 68 años son un sector social frecuentemente vulnerable, merecedor del reconocimiento de la colectividad, simplemente por el hecho de haber alcanzado dicha edad, el criterio fue apoyar abajo y redistribuir la riqueza común, sin distingos, entre quienes por su edad requieren la ayuda, pero que también, por su experiencia, pueden aprovecharla mejor y compartirla con sus familias.

En esto no hay retrocesos; desde que se inició el programa ha ido aumentando la partida que se distribuye y ha disminuido la edad de los beneficiados; hoy es importante destacar que mediante el instituto que se ocupa de los adultos mayores se les acercan recursos económicos, pero además se les apoya de diversas formas, lo mismo con testamentos, que en salud, en trámites y actividades diversas, todo tendiente a permitirles una vida de mejor calidad.

Es sin duda por esta forma de emplear los mecanismos de que dispone el Estado para cumplir con exigencias de la justicia distributiva que los capitalinos se han mantenido fieles a los llamados gobiernos de izquierda.