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El legado de Lázaro Cárdenas
L

o que sería el discurso del general Lázaro Cárdenas del Río para el 20 de noviembre de 1970, al cumplirse los 60 años de la Revolución, se convirtió en legado y programa, pues falleció el 19 de octubre, un mes y un día antes de la conmemoración. Fue Cuauhtémoc Cárdenas quien leería ese legado y lo daría a conocer.

Como Mensaje a los revolucionarios de México, el general Cárdenas trazó entonces una caracterización de la institucionalización de la Revolución mediante el PRI, señalando los desvíos de los principios de la Revolución, pero planteando sobre la crítica objetivos por los cuales luchar y defender.

En ese texto histórico establecía que el complemento de la no relección era la efectividad del sufragio, pues uno sin el otro debilita en su base el proceso democrático, propicia continuismos de grupo, engendra privilegios, desmoraliza a la ciudadanía y anquilosa la vida de los partidos. Visto a la luz de la actualidad, vemos los efectos de la partidocracia y el debilitamiento del pensamiento democrático en la vida política. Ya en ese entonces Lázaro Cárdenas reconocía que la democracia efectiva era un deber incumplido, pero que debía ser aspiración central y necesaria de los revolucionarios.

Para no repetir los errores históricos que tanto costaron al país, alertaba que sin plena independencia económica no habría autonomía, y señaló a las políticas endeudadoras, la hegemonía estadunidense llamada por su nombre, imperialismo, y todas aquellas decisiones en los gobiernos que favorecían a la oligarquía local y la extranjera como causas de debilitamiento del proyecto nacional. Visto en el sentido que tomaron las cosas con las quiebras financieras de 1976 y 82, que significaron caer atrapados en las políticas del Fondo Monetario y comprometiendo recursos como el petróleo, sucedió lo que advertía su legado y que sería “pesada carga […] sobre la economía del pueblo; […] y mina las bases del desarrollo independiente”. En 1993, la política de integración económica a través del Tratado de Libre Comercio de América del Norte fue en sentido opuesto y en vez de democracia económica, se profundizó la dependencia y falta de soberanía, lo que mostró la razón de su legado.

Concentración de la riqueza, manipulación de los sindicatos y pérdida de autonomía y democracia sindical, contubernios, destrucción del ejido a través de las contrarreformas en materia agraria, como la ampliación de la pequeña propiedad y el amparo para proteger y legalizar el neolatifundismo, son temas, punto por punto, de la situación de ese momento, en el que también señalaba perspectivas. Ante ello decía: Toda manifestación de democracia, ya sea en el orden político, social o cultural, se nutre de la democracia económica que produce un cambio profundo de estructuras. El sentido nacional era transformar contra los monopolios que ahora prevalecen.

Tema central en el texto es la educación y el papel de la juventud. A dos años del 2 de octubre, Lázaro Cárdenas había dado muestras de su solidaridad al movimiento estudiantil de 1968 protegiendo dirigentes; ya venía de la persecución por su respaldo a Cuba y su derecho a la autodeterminación que forjó la política de México hacia Cuba. Por ello, el régimen priísta y sus aparatos de propaganda lo consideraban un comunista que contradecía al anticomunismo oficial dictado desde Washington.

Lázaro Cárdenas, entrelazado siempre al debate de la izquierda socialista y democrática, ha sido aporte, debate y reflexión. El legado está íntimamente ligado a 1988 con el rompimiento de Cuauhtémoc Cárdenas que estableció la alianza puntual con la izquierda atrapada entonces por el gradualismo, el divisionismo, el gremialismo y en la marginalidad electoral. El valor político del legado se hace presente en 1988 y se convierte con Cuauhtémoc Cárdenas en un programa nacional frente al proyecto neoliberal priísta. Es un programa unitario de los revolucionarios.

El programa y el compromiso con la legalidad como principio ético hicieron de la revolución democrática un proyecto de unidad con raíces históricas desde el cardenismo hasta las expresiones sociales, políticas e ideológicas de las izquierdas, que se sumaron con su prestigio desde los movimientos sociales, 1968, las guerrillas y la lucha por reformas y democracia.

La vitalidad y vigencia del cardenismo está más presente hoy que nunca, pues cruza varias generaciones de revolucionarios y demócratas; es afluente del pensamiento ideológico y político para entender la evolución del México contemporáneo y es un referente para reunificar al país con base en principios nacionales, culturales, progresistas y como ideología al servicio de las mayorías del país.

La construcción del PRD fue una alianza de muchas tendencias de izquierda con el cardenismo. La ruptura de Cuauhtémoc Cárdenas con el PRI fue un acto generoso hacia el país, pues convirtió el legado en acción política y creó las condiciones para avanzar, sabiendo que sin memoria ni raíces no hay cambios.

Ése fue, hace 40 años, el legado del general Lázaro Cárdenas, que hoy sigue vigente.