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Imagen y espejo, los barrios de la ciudad de México, libro más reciente de la periodista

Enríquez explora los micrositios de la capital, cada uno con personalidad propia

Muchos dicen: la sufro, pero la quiero. Eso no es cierto: la gozas, por eso estás aquí, sostiene

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El libro fue editado por Praxis, el Fideicomiso del Centro Histórico, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y el gobierno de la ciudad de MéxicoFoto Yazmín Ortega Cortés
 
Periódico La Jornada
Domingo 13 de febrero de 2011, p. 6

La capital de México vista desde el pasado y presente de sus barrios. La Candelaria de los Patos, la Merced, Tepito, el Centro Histórico, La Lagunilla, todos como las piezas de un rompecabezas que conforman la ciudad y al ser capitalino. La ciudad de México como una mezcla de todos esos micrositios, esas células que contemplamos ya como un todo que, en realidad, son muchos lugares pequeños con una personalidad muy definida, señala Elena Enríquez, autora de Imagen y espejo, los barrios de la ciudad de México.

La historia de la ciudad de México se ha contado mucho, pero falta hablar sobre los barrios en específico; tenemos crónicas maravillosas y muchos libros de historia sobre la ciudad en su conjunto, pero no sobre las parcialidades, y la vida personal de cada uno, como si fueran individuos o personas, cada uno de los barrios”, señala en entrevista la editora y periodista.

El método para contar esta historia es el entrelazamiento de distintos géneros: ensayo, reportaje, crónica y ficción. La voz del narrador marca la pauta al contar viejas anécdotas relacionadas con su familia y su relación con la ciudad en lo que parecería una autobiografía, sin embargo, ese narrador no es la autora.

Quise hacerlo de esta manera para atrapar la atención del lector, porque generalmente logramos empatía a través de lo que le ocurre al otro. Esa fue mi intención: entrelazar la historia de los barrios con una personal, aunque esa historia no es mía.

Cualquiera es un personaje

El narrador no tiene nombre, “porque quiero que ese personaje pueda ser cualquiera. Hay un montón de personas que comparten la situación del narrador en la que son parte de la ciudad, pero a la vez no. Hacen su vida diaria aquí, pero viven muy lejos. La ciudad les es ajena y no lo es, al mismo tiempo. Tengo la sensación de este lugar como si no fuera de nadie, y como nadie nos lo apropiamos o no es de nadie; también por eso se atenta tanto contra ella.

Muchos dicen: la sufro, pero la quiero. Eso no es cierto: la gozas, por eso estás aquí. Masoquistas no somos. Estamos aquí porque la gozamos, o de lo contrario habríamos buscado otras alternativas. La mayoría sí queremos estar aquí, vivirla así, desde el gozo, y tener una relación más sana con la ciudad y reconociendo que es un conjunto de muchas cosas, y hay un diálogo continuo entre el pasado, el presente, la persona, el entorno. Estamos mezclados con ella, somos parte de ella y ella de nosotros.

En este libro (editado por Praxis, el Fideicomiso del Centro Histórico, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y el gobierno de la ciudad de México) se tejen también datos históricos y cómo ha sido el proceso de cambio en esos barrios.

En realidad creo que esta ciudad es un acto de fe y una epopeya. Un acto de fe, porque a los mexicas les dijeron: vas a fundar tu ciudad donde encuentres estos signos; no lo cuestionaron, no pensaron si estaba bien o mal. El lugar donde aparecieron era el peor de los sitios posibles, pero dijeron: aquí lo hago y en contra absolutamente de todo; es más, si hubiéramos buscado el peor de los lugares posibles para hacer una ciudad habría sido este, porque estamos en una cuenca, no es un valle. Aquí confluyen de la forma natural los escurrimientos de todo lo que la rodea. Siempre va a llegar el agua, no hay manera de que cambies esto, por eso nos vamos a inundar siempre, porque no puede dejar de ser lo que es.

Esta ciudad existe en contra de todo, añade Elena. Es el mejor ejemplo de lo que somos los seres humanos, que hemos logrado nuestra sobrevivencia porque somos los únicos que transformamos de manera radical nuestro entorno, al punto, incluso, de cambiar el clima del lugar. Al cambiar las condiciones físicas modificamos todo, pero también eso es lo que hemos conseguido: sobrevivir, y es lo que le permite vivir a la ciudad de México.