Opinión
Ver día anteriorSábado 13 de agosto de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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¿Por qué tantas deportaciones?
E

l gobierno de Barack Obama ha endurecido la política migratoria en contra de los indocumentados al promover la deportación de gran cantidad de trabajadores, muchos de los cuales son mexicanos, sin importar que lleven años en Estados Unidos, que hayan pagado impuestos y tengan hijos nacidos en aquel país y, por tanto, sean ciudadanos estadunidenses.

Se trata de expulsiones que por supuesto están violando los más elementales derechos humanos pues, además, muchos fueron detenidos en compañía de sus familiares, pero devueltos a México sin ellos. Esta estrategia se encuentra en medio de un gravísimo problema económico en el que los partidos Demócrata y Republicano se enfrascaron en un terrible debate, que al final llevó a la calificadora Standard & Poor’s (S&P) a rebajar la calificación crediticia de Estados Unidos de AAA a AA+, poniendo en duda su capacidad para el pago de su deuda. De acuerdo con Paul Krugman, lo que demostró es que Barack Obama se rindió y el resultado será que dañará aún más una economía deprimida, así como que la extorsión cruda de los republicanos funciona y no lleva ningún costo político.

Uno debería preguntarse a qué se debe que en el contexto de tan graves problemas se añada uno más, que es la expulsión de migrantes que no han cometido ningún delito y que, tal como señala el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, esto es un suicidio nacional, estamos deliberadamente enviando a nuestro futuro fuera del país (La Jornada, 9 de agosto). Tal como señala el alcalde, lo que el país necesita en momentos de dificultades económicas son más migrantes... que crean más empleos de los que toman. Sobre todo si los flujos de migración indocumentada hacia Estados Unidos han disminuido en forma importante como resultado de la crisis en ese país y de las propias dificultades que presenta México para que estos trabajadores puedan transitar de forma segura hacia la frontera. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) y con base en los resultados preliminares al primer trimestre de 2011, por cada 10 mil habitantes en México hay 36 que emigran al extranjero y 31 migrantes provenientes de otros países. Este comportamiento, señala el Inegi, en combinación con la tendencia del monto de inmigrantes internacionales tiene como resultado en términos relativos un saldo migratorio casi nulo.

Mantener a un conjunto laboral con salarios más bajos que los de los nativos y que se encuentran en sectores necesarios para relanzar la economía, como es el sector agrícola, entre otros, tiene la ventaja de ofrecer precios más bajos y con ello incrementar el consumo, lo que es una absoluta necesidad. Por otro lado, es una falacia sostener que se trata de combatir a la migración indocumentada por estar compuesta por criminales, lo cual se ha demostrado que no es así. Las supuestas felonías que pueden presentar algunos de estos trabajadores tienen que ver con pasarse un alto o conducir en estado de ebriedad.

Por tanto, una posible explicación del incremento de las deportaciones es que Barack Obama, en su afán por buscar la relección, responde así a criterios antinmigrantes extendidos por los ultraconservadores de la sociedad estadunidense, sector formado en gran parte por los miembros del llamado Tea Party, quienes tal parece están teniendo cada vez mayor fuerza, lo cual representa un enorme peligro.

Dar rienda suelta a este tipo de grupos lleva a tragedias como la vivida hace sólo unos días en Noruega, y habría que recordar el ataque a la senadora demócrata Gabrielle Giffords, acontecimientos que deberían ser un foco de alerta, sobre todo en momentos de crisis, pues es el contexto en el que van escalando posiciones electorales al encontrar apoyo en personas afectadas por las dificultades económicas. Y los gobiernos tendrían que evitar todas aquellas actitudes que promueven discursos xenófobos y racistas que favorecen la intolerancia.

Sin embargo, que Barack Obama esté incrementando las deportaciones responde a una estrategia que se aleja totalmente de las propuestas enarboladas en su campaña y se pone en juego la convivencia en una sociedad democrática. Pero parece que le interesa tener contenta a esa parte ultraconservadora de la sociedad política con un propósito: su relección.

Parafraseando a Krugman, la extorsión de los ultraconservadores funciona en este caso, aunque de ninguna manera será suficiente para asegurarle buenos resultados políticos.