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El estudio del proceso creativo es complejo: Adolfo Martínez Palomo

Condiciones de vida y patologías influyen en el genio de grandes artistas, sostiene académico

Un caso claro, Rossini: dejó de componer 40 años por depresión, explica

 
Periódico La Jornada
Domingo 4 de septiembre de 2011, p. 5

¿De dónde proviene o en qué radica la genialidad de los grandes artistas, inventores y científicos? Este es quizá uno de los principales enigmas que el ser humano ha tratado de despejar desde hace varios siglos y cuya solución aún se avizora lejana no obstante los adelantos científicos y médicos.

Así lo considera Adolfo Martínez Palomo, doctor en ciencias médicas y Profesor Emérito del Instituto Politécnico Nacional (IPN), quien desde hace 20 años se adentró al estudio de las historias clínicas de diversos compositores con el fin de determinar si el genio nace o se hace.

Esto es quizá más propio de las neurociencias, porque hasta ahora se sabe cuáles son las áreas del cerebro con las cuales nos deleitamos cuando algo nos gusta; pero el proceso creativo es mucho más complejo y apenas va a empezar a ser abordado, explica.

El origen de esta inquietud en el especialista se debió a su afición por la música de concierto y su particular gusto por Wolfgang Amadeus Mozart, y en el trascurso de estos dos decenios son varias las conferencias, mesas redondas y pláticas que ha ofrecido sobre cómo las circunstancias de vida, así como el estado de salud de ése y otros compositores quedaron plasmados en sus obras.

El doctor Martínez Palomo expuso de forma breve ese tema durante el concierto didáctico Como por arte de ciencia, que tuvo lugar el miércoles pasado en el Auditorio Nacional, con motivo del inicio del ciclo escolar 2011-2012 del IPN.

La parte musical estuvo a cargo de la orquesta sinfónica de ese centro de estudios, dirigida por su titular, Gabriela Díaz-Alatriste, con un programa que incluyó obras de aquellos músicos que han sido motivo de estudio del connotado investigador: Rossini, Bach, Mozart, Beethoven, Berlioz y Tchaikovsky.

Integrante de El Colegio Nacional, el docente aclara que no siempre en la música quedan reflejados el estado de ánimo y salud de sus autores; como prueba menciona a Mozart y a Beethoven, quienes escribieron piezas festivas o grandilocuentes hasta en sus momentos más difíciles.

Incluso afirma que el silencio, la falta de producción, es un indicador más contundente de algún problema o trastorno, como ocurrió con Rossini, quien dejó de componer 40 años a raíz de una depresión por la muerte de su madre.

Hay casos muy claros, a su decir, en los que sí es perceptible encontrar rasgos patológicos en la producción artística, por ejemplo, el de Robert Schumann, quien tenía una enfermedad bipolar típica.

Se han hecho gráficas con sus composiciones y se muestra cómo durante los largos periodos en que estaba deprimido no hacía nada y de repente entraba en la etapa de manía, de exaltación, y componía muchas obras, comenta en entrevista.

De los 10 músicos estudiados por Martínez Palomo, el más antiguo y el más sano es Johann Sebastian Bach, a quien define como hombre robusto, fuerte, como lo prueba que tuvo 20 hijos y no se enfermó de algo considerable hasta el final de su vida, que quedó ciego por cataratas y una mala intervención de este mal le causó la muerte. A Bach lo mató un oftalmólogo.

El caso de vida que más sorprende al investigador es el de Beethoven, no sólo por su sordera, sino porque fue un hombre profundamente enfermo durante 40 años por un problema intestinal que normalmente aniquilaría a cualquier persona, por los dolores y las molestias que provoca.

En su opinión, la historia clínica más interesante es la de Chopin: Aunque muchos no estén de acuerdo, sostengo que murió de fibrosis quística. No pudo ser tuberculosis, porque nadie sobrevive a ella desde los primeros años de vida hasta el final, a los 40 y tantos.