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La canciller Angela Merkel, por proponer un candidato de consenso

Acusado de tráfico de influencias, renuncia el presidente de Alemania, Christian Wulff
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Figura en papel maché del renunciado mandatario alemán, que será utilizada en el carnaval de MainzFoto Reuters
 
Periódico La Jornada
Sábado 18 de febrero de 2012, p. 25

Berlín, 17 de febrero. El presidente de Alemania, Christian Wulff, presentó este viernes su renuncia a la jefatura del Estado, después de dos meses de enfrentar acusaciones de tráfico de influencias, que se tradujeron en beneficios personales como vacaciones y viajes gratuitos, préstamos blandos para comprar inmuebles, créditos bancarios y promociones propagandísticas en los años en que hacía política en Baja Sajonia, territorio federado alemán que gobernó hasta 2010.

Alemania necesita un presidente federal que cuente con la confianza ilimitada de un amplio espectro de la población y que pueda afrontar los inmensos retos nacionales e internacionales, afirmó Wulff al anunciar su dimisión en la sede de la presidencia, el Palacio de Bellevue.

El desarrollo de los últimos días y semanas mostró que esta confianza, y con ella las posibilidades de obrar, se han visto afectadas de forma duradera. Por ello renuncio para allanar rápidamente el paso a un sucesor, dijo el alto funcionario alemán, quien confió en que las investigaciones en torno sus actos personales y públicos demuestren su inocencia.

Wulff se quejó de que las informaciones difundidas durante las últimas por los medios alemanes –principalmente el popular tabloide Bild– le causaron daño a él y a su esposa, Bettina.

Pero la prensa alemana y extranjera coincidieron este viernes en que Wulff, el presidente más joven de Alemania en la posguerra, de 52 años, asestó un duro golpe a la imagen de jefe de Estado en este país, donde las leyes y el fisco se aplican con todo rigor y el inquilino de Bellevue es un símbolo de unidad de la nación alemana, ejemplo de honestidad y autoridad por encima de los intereses de todos los partidos políticos.

Esta es la primera vez en la historia de Alemania que una serie de denuncias en los medios de prensa llevan a legisladores y voces de la opinión pública a demandar abiertamente que se levante la inmunidad del jefe de Estado.

El escándalo mediático producido después del descubrimiento de las prácticas corruptas de Wulff también ha repercutido en la jefa del gobierno, Angela Merkel, correligionaria demócrata cristiana del político defenestrado que hasta hace dos meses logró forjar en la opinión pública de Alemania la imagen de que era un líder político conservador, pero moderno.

Tras derrotar a un candidato de los socialdemócratas, Wulff llegó a Bellevue en sustitución de Horst Kohler, ex director gerente del Fondo Monetario Internacional, también impulsado por la canciller.

Merkel quedó en riesgo de perder la votación para elegir al nuevo presidente en la Asamblea Federal, que componen diputados del Parlamento más igual número de representantes de los 16 estados federados. Su coalición democristiana-liberal tiene una ajustadísima mayoría, tras haber perdido una serie de comicios en 2011.

En una aparente anticipación ante el riesgo de una eventual derrota política, Merkel se dijo dispuesta a conversar con representantes de los partidos para proponer un candidato de consenso.