Cultura
Ver día anteriorMartes 5 de junio de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Se proponen discursos para involucrar al ciudadano y al espectador con el arte

La Bienal de La Habana difunde el imprescindible ruido de la calle

Nociones como centro-periferia, identidad y resistencia son contrastadas con mirada crítica

Casa Lamm expuso una instalación monumental y proyectó el filme El informe Toledo

Foto
Paisaje itinerante, obra del joven artista cubano Rafael Villares, que forma parte de la exposición colectiva Detrás del muro, montada en el malecón de La Habana, en el contexto de la bienal de arte que se realiza en la isla y terminará el 11 de junioFoto Mónica Mateos
Especial
Periódico La Jornada
Martes 5 de junio de 2012, p. 7

La edición 11 de la Bienal de La Habana, que comenzó el 11 de mayo y concluirá el 11 de junio, expone en su plataforma teórica las líneas conceptuales recogidas en el tema general Prácticas artísticas e imaginarios sociales, punto de partida para agrupar las propuestas de diferentes regiones del mundo en las exposiciones y en el foro teórico que siempre acompaña el encuentro.

La Bienal de La Habana nació hace 28 años para mostrar las voces pertenecientes a geopolíticas totalmente silenciadas. Lo que en su momento fue un acierto, se convirtió en un punto de partida para buena cantidad de bienales que surgieron después.

Conceptos como centro-periferia, identidad y resistencia pasan en la actualidad por una mirada crítica a partir de cómo se puede manejar la relación entre lo local y lo global, y qué significa producir hoy si tomamos como referencia lo nacional.

Esta bienal explora las disímiles acepciones de lo público al considerar las intervenciones en los espacios urbanos, los proyectos de carácter interactivo, lúdicos, multidisciplinarios, los procesos de inserción social y de trabajo en las comunidades, así como los soportes que han ampliado gradualmente los niveles de accesibilidad a la tecnología y a las actuales formas de comunicación.

Vasto imaginario social

La Bienal de La Habana asume el imaginario social desde los vínculos y las relaciones entre amplios grupos de personas de toda la sociedad, los cuales comparten intereses comunes y establecen niveles de legitimidad.

Es el lugar donde toman cuerpo las nociones de lo público, del espacio ciudadano y otros aspectos que posibilitan la interacción comunicativa.

Aunque este concepto contiene las normativas sociales, remite también a aquellos componentes de carácter personal y de la subjetividad, que indiscutiblemente pasan a formar parte de un sistema mayor. Su naturaleza lleva implícitos los conflictos actuales en el entorno urbano, uno de los tejidos donde se manifiesta de manera singular.

Ahora no se trata de retomar los imaginarios que conforman una tradición, sino de pensar en cómo se crean discursos que implican o comprometen, en una más compleja escala, al ciudadano y al espectador.

Es imprescindible escuchar el ruido de la calle: se pretende salir de los sitios sacralizados en busca del transeúnte y trabajar en el site specific, el time specific, el public specific. Se trata de imaginar la ciudad con su gente, en el contexto y el barrio, mostrando las complejidades de la existencia.

La Bienal de La Habana, desde sus inicios, se constituye en la más absoluta modestia económica. Se ha cimentado en la solidaridad de personas que desde diferentes lugares han creído en ella, apuestan y valoran la falta de presupuestos millonarios como un acierto para dar riendas al talento y la imaginación, como una forma de desmarcarse de la política impuesta por los megacto globales.

Una parte de los artistas invitados a esta edición de la bienal trabaja con el arte vivo por encima de documentaciones y registros. Esto no quiere decir que todas las piezas sigan tal camino.

Los trabajos que se muestran en el espacio público han sido objetos de todas las intermediaciones. Los emplazamientos han variado de acuerdo con las necesidades de cada proyecto, y parten de la premisa de que no hay un lugar per se para mostrar ese tipo de acciones. El entorno se crea de conjunto con el público, y dentro de estas experiencias hay infinitas posibilidades: están las obras que generan y autogeneran la arquitectura y propician apropiaciones existenciales de los circuitos que definen su hábitat; las de inserción social que estimulan la convivencia y plantean otra relación perceptual entre la utilidad, la función y el arte; y aquellas otras que, al propiciar el contacto físico con el espacio, modifican sitios con gran carga histórica para hablar de la memoria y la emigración desde la sensibilidad humana.

Buena parte de los creadores están dispersos por toda la ciudad en proyectos colectivos, como Detrás del muro que intervino el litoral del Malecón pertenecientes a La Habana Vieja, y la propuesta del Museo de Arte Contemporáneo de San Agustín.

Es menester destacar aquellas piezas que van desdibujando las fronteras entre la ciencia y el arte, y que apuestan por la interdisciplinariedad. Las experiencias parten de saberes híbridos y comparten las mismas preocupaciones étnicas, filosóficas y estéticas.

Entre los proyectos que se ubicaron en espacios interiores, figura la muestra desplegada entre el Gran Teatro de La Habana y el Centro Wifredo Lam, titulada Prácticas artísticas e imaginarios sociales. Ambos sitios refieren los presupuestos ideoestéticos que propuso la Bienal. Estas museografías se complementan con otras galerías de la ciudad. Así, el Pabellón Cuba, expone el proyecto Creaciones compartidas, donde resalta un ambiente lúdico, de participación e interacción real con las obras.

El Centro Hispanoamericano exhibe una muestra-taller con herramientas-sistemas de trabajo, y todas las posibilidades del Low Tech dentro de la producción simbólica actual.

Mención aparte merece La caza del éxito y esa visualidad chatarra que permea los nuevos contextos socioeconómicos de Cuba y el mundo. Todas estas propuestas se completan con exposiciones como Cinema Remixed and Reloaded 2.0, ubicada en la Galería Collages Habana; La ética antes de la forma, en la Galería Galeano, y CIFO: Una mirada múltiple, esta última promovida por la fundación CIFO en el Museo de Arte Universal. Especial atractivo ofrece la participación de artistas de la nómina de la Bienal en el Instituto Superior de Arte, junto a las muestras de estudiantes y profesores de tan prestigiosa institución.

Como actos paralelos a la Bienal destacó la instalación monumental y multidisciplinaria de Laura Hernández y Unai Miquelajáuregui que Casa Lamm presentó en la Casa de México Benito Juárez y la proyección del filme El informe Toledo, de Albino Álvarez y Germaine Gómez Haro. La instalación Conscientia de los artistas mexicanos consistió en dos esculturas monumentales, en resina, fibra de vidrio, acrílico, micro-proyección de video y mapeo de proyección en 3D. Mediante el uso de lenguajes simbólicos Conscientia utiliza de forma multidisciplinaria los arquetipos que conforman la conciencia del ser humano.

La instalación tuvo gran éxito y fue muy visitada, debido a la combinación de lenguajes plásticos que reflejaron aspectos de la conciencia global actual del ser humano y su realidad dual y fragmentada; materialismo e idealismo, emoción y razón. Ambos actos fueron acogidos por el historiador Eusebio Leal, promotor y responsable de la restauración del Centro Histórico.

Las bienales de La Habana dan visibilidad a creadores de las zonas geográficas que se atienden dentro de las áreas de investigación del Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam y, aunque los medios de promoción de arte se han ido ensanchando gradualmente, Cuba sigue apostando por artistas jóvenes.

No obstante, esta Bienal ha cedido espacio a creadores consagrados a escala internacional que llegan con propuestas concebidas para el público de esta ciudad, la cual resulta un contexto inédito.