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Capos del narcotráfico, sus patrocinadores, censores y verdugos

Bandas sinaloenses sobreviven entre música y tableteo de ametralladoras
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Peritos forenses revisan el cadáver de José Baldenegro Valdez, baterista de Enigma Norteño, ejecutado en marzo de 2012 luego de haber sido levantadoFoto Javier Valdez
Corresponsales
Periódico La Jornada
Lunes 11 de marzo de 2013, p. 37

Culiacán, Sin., 4 de marzo.

En Sinaloa, como en otros estados asolados por el crimen organizado, es fácil para un sicario o un capo del narcotráfico asesinar a un músico: el embrutecimiento de los festejados, el olvido de la letra de una canción o que los múiscos decidan dar por terminada la tanda y cobrar por sus servicios son motivos suficientes.

Jóvenes músicos de tambora (como se llama en el norte a la banda sinaloense) no pueden acudir a tocar a ciertas regiones o a la fiesta de algún integrante de determinado cártel si han amenizado fiestas de organizaciones criminales enemigas. Otros han recibido financiamiento de jefes del narco o se han metido al negocio de las drogas.

Eso y menos basta para mandar ejecutar a uno, varios o a todos los integrantes de un conjunto musical. Apenas en enero, 19 integrantes de la agrupación Kombo Kolombia, entre músicos y técnicos, fueron asesinados.

En Sinaloa, el 30 de marzo de 2012 José Baldenegro Valdez, baterista del conjunto Enigma Norteño, que interpretaba narcocorridos, fue encontrado muerto a balazos y con huellas de tortura, luego de ser levantado por hombres armados en Culiacán.

“Es terrible, terrible lo que está pasando con los músicos. Estamos expuestos a todo y a todos. Hemos tocado con narcos pesados, con los Beltrán Leyva, El Mayo (Ismael Zambada, del cártel de Sinaloa) y El Chapo (Joaquín Guzmán Loera, jefe del cártel de Sinaloa), y hay gente con ametralladoras, pero también hay soldados y policías cuidando. Imagínate cómo se siente uno”, afirmó el director musical de uno de estos grupos.

Su grupo ofrece música de banda, baladas y cumbias. No interpreta narcocorridos, pero está consciente de que no hace falta para estar en peligro. Lo sabe y de sobra: para tocar, para aceptar amenizar y hasta para cobrar hay que tener tacto.

Otro entrevistado tiene alrededor de 10 años de músico en conjuntos norteños, llamados coloquialmente chirrines, y los de la onda grupera. Contó que algunos capos tienen gente que se dedica exclusivamente a organizar fiestas donde los artistas no saben dónde ni para quién tocarán en la sierra, en alguna colonia marginada, una zona residencial de Culiacán o alguna ciudad vecina.

Las cosas están muy cabronas, y adonde vayas a tocar, vas expuesto. Y si quieren, nomás no te pagan o te pagan menos o te amenazan, lamentó. Sostuvo que los pistoleros obligan a drogarse a muchos músicos, que se vuelven adictos.

Acotó que hace cuatro años un colega suyo murió a balazos frente a otros músicos en el panteón Jardines del Humaya, en Culiacán, conocido como cementerio de narcos. Durante un sepelio, se dirigió al jefe para cobrarle y éste en respuesta le disparó con un arma corta.

Algunos conjuntos norteños o gruperos aceptan, quizá por necesidad, apadrinamiento de narcotraficantes. Les compran equipo y autobús, les patrocinan giras por Estados Unidos y a cambio los obligan a tocar en fiestas personales donde estén.

Otro músico, con unos 30 años en el ambiente, afirmó que uno de estos grupos realizó giras, les dieron autobús y grabaron un disco. Ahora, por las pugnas entre cárteles, el narco que los patrocinaba los dejó solos y apenas ganan 25 mil pesos por tocada –que se reparten entre 15 integrantes– cuando otros cobran entre 50 mil y 80 mil.

Caen los capos y caen ellos también. Un trompetista de Culiacán no puede ir a Mazatlán a tocar ni a Los Mochis, porque lo han visto tocando para el enemigo. Y ahí andan los del grupo buscando quién lo sustituya, aseguró.

La expresión más popular y opulenta de la presencia del narco en el ambiente del espectáculo es el llamado movimiento alterado, nacido en Culiacán y con presencia en todo el país y parte de Estados Unidos.

Sus principales expositores son El Komander, Los Buitres, Óscar García, Larry Hernández, Buchones de Culiacán, Buknas de Culiacán, Los Primos, Érik Estrada y El RM, entre otros.

Como ellos mismos reconocen, sus canciones cuentan con autorización del cártel de Sinaloa. Sus piezas no son corridos, pues no cuentan historias, pero sí propaganda de jefes, sicarios, enfrentamientos y matanzas.