Opinión
Ver día anteriorDomingo 16 de junio de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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¿La Fiesta en Paz?

Un gran momento... endeble

La legendaria Hacienda de Piedras Negras, notable ausencia en Madrid

T

an desacostumbrados estamos a los triunfos taurinos en el extranjero y concretamente en la plaza de Las Ventas de Madrid que cuando estos se suceden echamos las campanas al vuelo para proclamar, como algunos peñistas exaltados, que Con estos relevantes triunfos en Madrid la tauromaquia mexicana se acrecienta enormemente y sin duda pasa por su mejor momento nacional (sic), o alguna revista cobera diga en su portada que México triunfa en Las Ventas, o que Siempre serán bien vistos estos jóvenes nacidos al otro lado del Atlán-tico, en opinión de desmemoriado crí-tico español, o que los madriles resultaron mexicanizados gracias a la hombría de sus toreros, al decir de un comentarista ecuatoriano, o que “esto nos habla del gran avance que México ha logrado en cuestión de torería… Hoy el toreo mexicano es más serio”, etc. Sin embargo, hay que hilar más fino.

El aguerrido novillero Brandon Campos y los matadores Diego Silveti, Arturo Saldívar, Joselito Adame, Sergio Flores y en menor actitud y resultados Juan Pablo Sánchez, demostraron que a pesar de crisis económicas, desempleo, inflación, desalojos y desánimo la fiesta de toros en Madrid, por lo menos durante la Feria de San Isidro, mantiene rangos de expresión verdadera, de interés e incluso de pasión, no obstante la mansedumbre de numerosas reses lidiadas durante el reciente serial.

¿Y la tauromaquia mexicana, el mejor momento nacional, la mexicanización y demás calificativos con motivo del desempeño en la isidrada de estos magníficos toreros jóvenes? Si no queremos caer en un nacionalismo matraquero que ensordezca el disminuido estado de las cosas taurinas en México, hay que repetirlo: los diestros citados, cada uno en su nivel de madurez y de expresión, se han hecho básicamente al abrigo del sistema taurino español; gracias a él han podido desarrollar, desde novilleros, sus cualidades y su vocación, enfrentando a toros y toreros españoles. No ha sido pues el desarticulado e incorregible sistema taurino mexicano el que nutrió, motivó y catapultó a Adame, Saldívar, Silveti, Flores, Sánchez y Brandon Campos, por lo que allá todos ellos tendrán que redoblar esfuerzos sin perder los objetivos.

Conformarse con esos triunfos europeos y dejar de ser cola de león para regresar a su país a convertirse en cabeza de ratón no parece ser el sueño de ninguno de ellos, no obstante que ya comprobaron la enorme diferencia entre la fiesta cómoda y la fiesta en serio, entre recibir orejas en la Plaza México o Aguascalientes y ser aclamados en Madrid o en Sevilla. Acá falta atmósfera de compromiso y sobra el amateurismo en todos los sectores; allá permean el rigor y la tradición y empiezan a escasear los puestos de trabajo torero por lo que la competencia será más ardua. Acá podrán torear poco y chico sin mayor trascendencia; allá, poco y el ganado que les ofrezcan, pero con frutos. En cualquier caso será resbaladizo, antes que arriesgado, optar por el caprichoso voluntarismo de su país para consolidarse como figuras internacionales del toreo. El reto será mantener su disposición al compromiso, al sacrificio y a la grandeza.

Una verdadera lástima que entre los títulos mexicanos que se presentaron durante la reciente Feria de San Isidro no haya habido un mecenas que sufragara la presentación del valioso libro de Carlos Hernández González, La legendaria Hacienda de Piedras Negras, su gente y sus toros, publicado por el Instituto Tlaxcalteca de la Cultura en noviembre de 2012. A diferencia de tantas obras falsamente conciliadoras o de análisis sesgados, la obra de Pavón ofrece valiosas referencias de una época en que la ganadería brava de México generaba pasión y ponía a prueba el talento de los hombres de luces de todas las latitudes. Hoy, la postración ha desplazado a la bravura.

Piedras Negras o siglo y medio de trabajo continuo hasta el día de hoy –comenta el agudo crítico taurino José Vicente Saiz Tejero y añade: “La legendaria Hacienda de Piedras Negras es un libro de amena lectura. Sus páginas están enriquecidas con interesantes fotografías y dan testimonio de las hazañas de los toreros de antaño con toros de la divisa roja y negra. Otro elemento fundamental de la obra son los vívidos retratos biográficos que hace de esa dinastía de los González que supo superar las contingencias que les planteó la evolución social y política del país y de la fiesta”.

“Ahora Marco Antonio González está al frente de Piedras Negras –observa Sáiz Tejero. Difícil su tarea, pues le tocó una época en la que la bravura de sus reses no es bien vista por las figuras, inclinadas a lidiar encastes menos enrazados. Esa tendencia, auspiciada por una generación de coletas encabezada por Martínez y Cavazos, dio como resultado que la cotización del ganado de Tlaxcala fuera a la baja y, a partir de los ochenta, dejara de anunciarse en las principales plazas del país. El daño fue severo y creó un círculo vicioso difícil de romper.”