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Publica un libro y describe la magia que sintió de niño en su primera visita a una carpa

Fernando Botero revive su fascinación por el circo; es un tema universal

Un pequeño circo pobre en Zihuatanejo lo hizo volver a esa gran tradición, señala

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Fernando Botero en su apartamento de Nueva York, el pasado 30 de octubre, antes de una entrevista con motivo de su libro sobre el circoFoto Reuters
 
Periódico La Jornada
Miércoles 6 de noviembre de 2013, p. 5

Nueva York, 5 de noviembre.

El artista colombiano Fernando Botero exhibe su fascinación por el circo, reviviendo la magia que sintió cuando niño durante su primera visita a una carpa, en un nuevo libro titulado Circus: Paintings and Works on Paper.

Botero, reconocido por sus cuadros de personas corpulentas, incluye en su libro 137 pinturas, 31 dibujos y 22 acuarelas, obras hechas en 2007 y 2008, en las que muestra un mundo mágico donde la fantasía y la realidad son indistintas.

Todo lo que uno haga nunca será excesivo porque como es el circo, siempre todo es posible. Puede haber un hombre con dos cabezas, o un personaje con la cara verde o alguien completamente vestido de rojo de pies a cabeza, todo eso es el circo, es un mundo aparte, dijo Botero, de 81 años, en una entrevista en Nueva York.

Un cachorro de león sonríe satisfecho en una pintura, un mono erguido y vestido con un traje verde sostiene un cigarrillo encendido, con una expresión meditabunda, en otro cuadro.

En algunos, los animales eclipsan a los hombres y mujeres corpulentos de Botero, que le han valido el reconocimiento como uno de los artistas vivos más famosos de América Latina.

El colombiano atribuye su atractivo como artista a sus temas universales.

El circo es un tema mundial, existe en todas partes del mundo; quizá en África no, pero existe en Asia, en todas partes. En América Latina es difícil conocer a una persona que no haya ido al circo, comentó.

Botero se enamoró del circo durante su niñez en medio de la pobreza en Colombia, donde acudir a una carpa era importante.

Me pareció todo gigantesco. Había unos perros muy grandes, debían ser San Bernardo, parecían como si fueran osos gigantescos, recordó. Es un tema que deja un recuerdo dulce, es un tema universal, agregó.

Mundano y fantástico

Pero como adulto, el circo perdió su atractivo hasta que vio un pequeño circo pobre con apenas ocho artistas –hombres y mujeres– unos siete años atrás en el balneario mexicano de Zihuatanejo.

El circo llegó a Zihuatanejo, hicieron un desfile por la calle y esa noche fui al espectáculo del circo, me gustó y de pronto mientras lo veía pensé que había unas posibilidades plásticas muy grandes en esto y obviamente empecé a pensar en la gran tradición del circo, dijo.

Botero también recordó las pinturas circenses de los artistas franceses Edgar Degas, Pierre-Auguste Renoir y Henri Matisse.

Al día siguiente, visitó a los artistas y descubrió que eran nómadas, un poco como él.

Botero, quien reside en Pietrasanta, Italia, tiene estudios y viviendas en Nueva York, Colombia, París, Mónaco y Grecia.

Algunos de sus trabajos sobre el circo mezclan lo mundano con lo fantástico, como el que muestra a una mujer colgando ropa recién lavada a la que observa un camello con expresión enfadada y los labios hacia abajo.

Todos los animales que he pintado siempre tienen relación con el hombre, tal vez, me lo han dicho antes que siempre sale parte del conocimiento de la anatomía humana en los animales.

Botero insiste en que las personas que pinta no son gordos, y prefiere llamarlos volumétricos. Dice que su inspiración nace de artistas del Renacimiento italiano del siglo XV que fueron los primeros en utilizar técnicas para visualizar volumen en lienzos planos.

Cuando se le preguntó si trabajaba ahora menos que antes, Botero contestó:

Sigo el mismo ritmo, tal vez hasta con más dedicación hoy día, tal vez porque los años pasan y uno sabe que le queda poco tiempo para trabajar.