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Presentan en la FIL un libro que recoge su vasto trabajo en el campo de la traducción

Sergio Pitol visibiliza a escritores y literaturas de varios países; Polonia, uno de ellos
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 3 de diciembre de 2013, p. 5

Guadalajara, Jal., 2 de diciembre.

El libro Sergio Pitol traductor, publicado por la Editorial Universidad Veracruzana, devela que se trata del único hombre invisible al que todos pueden ver porque él mismo ha hecho visibles no sólo a autores, sino a literaturas de países como Polonia.

Tal conclusión es de los traductores Francisco Segovia y Rafael Vargas, y Rodolfo Mendoza, director de la editorial, discípulo, amigo y biógrafo de Pitol, durante la presentación del libro en la edición 27 de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.

Es su placer y deseo lo que compromete en cada traducción y si se quisiera reducir ese placer al ámbito de la literatura, lo que mueve a Pitol es su placer, pero sobre todo su deseo de obra, señaló Segovia.

De Sergio Pitol, dijo, entre otras muchas cosas aprendió que no existe una mejor enseñanza para escribir una novela que estructurarla a partir de traducirla.

Yo es otro

Rafael Vargas dijo que una de las lecciones esenciales del lenguaje en términos de Pitol es el apotegma de Rimbaud respecto de que yo es otro, esa suerte de traslación que ha hecho Pitol al apropiarse de las obras para lograr sus traducciones.

Vargas habló en mayor medida de la vida de Sergio Pitol desde que el escritor nació en 1933 y comenzó muy pronto a interesarse en los idiomas extranjeros y sus lecturas originales de Emilio Salgari.

Antes de cumplir 30 años de edad, contó, Pitol se fue a vivir un año a Roma y regresó deslumbrado para decidir que quería salir de México, porque le parecía un poco estrecho para sus apetitos y así vendió todo y, para iniciar se fue a China a trabajar en 1962 en una revista de difusión de aquel país, lo que después lo llevaría ya como agregado diplomático a Polonia, Rusia y Yugoslavia.

“En 1966 va a Yugoslavia como agregado cultural de la embajada, aprende algo del idioma –no todo, porque le faltó tiempo”. Renunció en 1968 a su modesta posición, dijo Vargas de Pitol, en protesta por la matanza del 2 de octubre, un gesto que no trascendió de la misma manera que el de Octavio Paz, y se quedó a vivir en Barcelona por sus propios medios; luego fue a Inglaterra y durante tres años estuvo como lector en la universidad de Bristol.

Rodolfo Mendoza, editor de la Universidad Veracruzana, impulsor del proyecto y uno de los más profundos conocedores de la obra de Sergio Pitol, dijo que la invisibilidad aún se descorrerá más porque hace cinco años mantiene un proyecto con su amigo para hacer una biografía de una vida que por sí mismo podría ser tema para una novela.