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Volveré a enfrentar a Jhonny González por orgullo deportivo, señala

Tras un nocaut, los pugilistas se sienten lo peor del mundo, afirma Abner Mares
 
Periódico La Jornada
Domingo 8 de diciembre de 2013, p. a15

Después de un nocaut, un boxeador no vuelve a ser el mismo. La autoestima y la confianza se pulverizan con el golpe que apaga el interruptor de un peleador noqueado. Abner Mares recuerda que al perder el título pluma del Consejo Mundial de Boxeo, ante Jhonny González, se hundió en una espiral de culpa y vergüenza.

No es fácil recuperarse emocionalmente de una derrota como la que sufrí ante Jhonny, refiere el tapatío, pero criado en Los Ángeles: Cuando se pierde de esa manera uno se atormenta todo el tiempo. Me decía que era un mal peleador, que no servía para esto, que mejor debería dedicarme a otra cosa, me castigué mucho.

Esa noche de agosto pasado, Mares subió al cuadrilátero como favorito ante un Jhonny que llegaba como el peleador con mucha experiencia y que había llevado un paso irregular en los años recientes, ganando con suficiencia o perdiendo de manera inesperada.

Mares llevaba la bandana de calavera que lo hace parecer amenazador, Jhonny con la sombra de la derrota ante Daniel Ponce de León. Las opinión generalizada era que el primero ganaría sin problema.

El combate ni siquiera duró un asalto. Antes de los tres minutos un volado de Jhonny se estrelló en el rostro de Mares, quien cayó fulminado. La confusión del peleador noqueado era compartida por los aficionados que tampoco entendían cómo un pugilista de su clase había terminado así. Abner recuperó la conciencia. pero la confianza y autoestima quedaron tumbadas en la lona.

Traté de levantar el ánimo e incluso hicimos una fiestita como si hubiera ganado, aunque el ánimo era triste, cuenta Mares con cierta congoja al recordar los días difíciles que siguieron a la derrota.

Lo que terminó por deprimirlo fue la andanada de insultos y burlas en las redes sociales, en las que se cebaban restregándole la forma como había perdido. El acoso anónimo contra el que ha sido expuesto en la derrota.

Los comentarios lastiman, porque al final te hacen sentir un perdedor, luego te enojas y sientes una gran impotencia, porque estás seguro que nunca se atreverían a decirte lo que te dicen en la cara; el anonimato hace valientes.

Para levantarse de esa experiencia ha trabajado con un sicólogo y se ha refugiado en la Iglesia de su congregación: “Hay que perder el miedo, por eso he trabajado mucho con sparring, no le saco a los golpes porque quiero que me peguen para demostrarme que tengo una mandíbula fuerte, como siempre he creído”.

Mares y González volverán a pelear el 15 de febrero de 2014. Le importa el orgullo deportivo y no tanto el tema del dinero. Siente que le quedó a deber a los aficionados, porque asegura que no hubo pelea esa noche de agosto.