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Superproducción que cuenta con la colaboración del gurú del videoarte Bill Viola

Regresa Peter Sellars al Teatro Real de Madrid con la ópera Tristán e Isolda

Es la pieza más difícil jamás escrita; pocos son capaces de interpretarla, según el director

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Peter Sellars (extrema izquierda) y Bill Viola (extrema derecha) en conferencia de prensa para anunciar la puesta en escena de la ópera de Wagner, en una imagen tomada de la cuenta de Twitter del Teatro Real de Madrid
 
Periódico La Jornada
Viernes 10 de enero de 2014, p. 6

Nueve años después de su aclamado estreno en La Bastilla, el Teatro Real de Madrid acogerá a partir del domingo una de las grandes citas culturales de la temporada: la superproducción que el director escénico Peter Sellars y el gurú del videoarte Bill Viola crearon para Tristán e Isolda, encumbrada entre las óperas más influyentes de la historia.

Sellars, que regresa al Real tras su polémica versión de The Indian Queen, dejó claro lo que opina sobre la obra maestra de Richard Wagner: “Tristán e Isolda es la ópera más difícil jamás escrita”, afirmó el estadunidense durante la presentación a los medios. Contiene más información de la que cualquier persona es capaz de asumir, por eso es el proyecto de una vida: de su vida, añadió.

Lo cierto es que esta tragedia sobre un amor prohibido acarrea una leyenda negra que no hace sino alimentar su magnetismo. Wagner la terminó de escribir en 1859, pero tuvieron que pasar seis años para poder estrenarla, pues resultaba extremadamente difícil de representar.

Al final, el coliseo elegido fue la ópera de Múnich, con Ludwig Schnorr von Carolsfeld en el papel protagonista. Pero apenas un mes después, cuando sólo la había cantado cuatro veces, el célebre tenor alemán murió repentinamente. Según las crónicas, fue el agotamiento ante las exigencias del papel lo que acabó con su vida.

Pieza que rompió moldes

“Hay muy pocas personas en el mundo capaces de interpretar a Tristán e Isolda”, explicó Sellars. Por eso, señaló, es una suerte que coincidan en el tiempo cantantes con la enorme valentía y el compromiso del tenor estadunidense Robert Dean Smith y la mezzosoprano lituana Violeta Urmana, que encabezan el reparto.

Todo un flechazo fue además su encuentro con Marc Piollet, sustituto de Teodor Currentzis en la dirección musical y al que Sellars definió como mágico en su relación con la orquesta. Y como él, también el ex director general de la Volksoper de Viena hizo hincapié en la complejidad extrema de esta pieza que rompió moldes con todo lo escuchado hasta entonces.

Tristán e Isolda exige a la orquesta un enorme viaje emocional con unas transiciones que suponen uno de los mayores retos a los que se puede enfrentar un músico, señaló.

Y es que ya desde las primeras notas, conocidas como acorde de Tristán, Wagner llevó hasta el límite las posibilidades tonales y cromáticas de esta obra, clave para el desarrollo de la atonalidad que Arnold Schönberg lideraría décadas después.

Dividida en tres actos, la ópera se inspira en una leyenda celta para ahondar en la naturaleza espiritual del amor humano, encarnado en la pasión imposible que nace entre Tristán e Isolda. Se basa en un mito, algo que está más allá de nuestro entendimiento y que no viene de la cabeza, sino del corazón, apuntó Viola, pionero del videoarte que debuta en la ópera con este trabajo.

Por eso, en su opinión, no se trata de una tragedia al uso, sino de una entrega total, por completo, hasta la rendición de la propia vida por la persona amada. Algo que, apunta, entendieron muy bien los místicos como San Juan de la Cruz, en el que se inspiró para componer el video que acompaña a orquesta y actores sobre el escenario.

Concebido como una creación paralela que convive simultáneamente con la acción, Viola crea toda una iconografía de fuego y agua con la que refleja, como en un juego de espejos, la vida interior de los personajes. Se trata de entender el fluir constante de la vida, de las cosas que nos van a trascender, explicó. Y aprovechó la ocasión para reivindicar el arte como una ruptura de normas sin la cual la historia jamás habría avanzado.

Wagner creó lo que llamó la ópera del futuro; creo que realmente la ópera es el arte del futuro, señaló por su parte Sellars. Imaginó algo que en su época no se podía llevar a los escenarios, porque demandaba más de lo que era posible entonces (...) Ahora estoy orgulloso de poder presentarles cinco horas de belleza, añadió.

La llegada de la superproducción Tristán e Isolda al Teatro Real fue una apuesta del belga Gerard Mortier –ex director artístico del coliseo y actual asesor–, que no pudo estar presente por motivos de salud. Coincidiendo con las ocho funciones previstas, la Academia de Bellas Artes de San Fernando ofrece hasta el 30 de marzo la exposición Bill Viola (en diálogo), sobre las creaciones del neoyorkino.