Opinión
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Isocronías

La llave de un ahora

B

ueno tal vez sea de vez en cuando saber que hay una llave oculta en tu bolsillo/ que confundes con la llave de tu casa/ pero que en realidad es una llave fantasma de una casa en donde/ viven todos los que has perdido. Tal una de las estrofas del libro de Jair Cortés –si hubiese títulos de aliento éste pudiera ser uno de ellos:– Ahora que vuelvo a decir ahora: una reconciliación poética, donde las últimas dos palabras pueden sustituirse por antología. Y hablando de sustituciones observemos que el verso final de la estrofa mencionada, de tono coloquial, se deja también leer, sin demérito en ninguno en cada caso, como vive todo lo que has perdido, en una especie de matiz oculto o, un tanto escherianamente, que asoma la testa como a través del agua.

Leo de casualidad en un artículo de D. H. Lawrence, donde resurge el leitmotiv según el cual todo arte no es sino una trama de mentiras que encuentra su verdad, acaso la verdad (al menos de la obra, al menos de cierto momento de un autor, que si grande se extenderá a una época, y acaso más allá). El arte es un subterfugio, dice en síntesis el inglés, y yo prefiero leer que es una realidad alterna, cuando no, cifrada, la realidad. La llave fantasma de la casa fantasma donde lo perdido (o habido no) pudiese ser recuperado.

Se trata de una interpretación, por supuesto, no de una explicación. De una especie de hipóstasis, que hago extensiva a esta nueva obra –que lo es– del tlaxcalteca maestro en literatura mexicana y, coautorías aparte, poeta de seis libros. De allí que Ahora que vuelvo a decir ahora, sea en efecto una reconciliación (en varias líneas del breve volumen antológico se habla de odio; por ejemplo en ésta: Yo conocí al odio en el espejo), un vuelvo a lo mismo, a lo mío, ahora de esta manera, y reconciliado.

Mas claro, hay otros temas: el amor, la familia (en especial el padre, la madre), el perdón, Dios (el poema así nombrado, Dios, es uno de los mejores, y la parte primera de atrios, también), el relevo generacional, la rutinaria labor a la espera de día de pago…

Mas concluyamos como el autor (casi) concluye su selección: “‘te dije que había una bodega una llave fantasma una llave que abre la cerradura de la puerta donde descansa la palabra la palabra llave// la llave de Dios”.