Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Suplemento Mensual  Director: Iván Restrepo
Edición: Laura Angulo   27 de enero de 2014
Número Especial

Portada

Presentación

Una aproximación a los problemas metropolitanos:
los desafíos del II Seminario

Roberto Eibenschutz

Planeación metropolitana sustentable para la zona metropolitana del valle
de México

José Luis Benítez Gil

Instrumentos para transitar hacia la sostenibilidad territorial en la metrópoli
Natalie Rosales Pérez

Criterios para el diseño de
una ciudad sustentable

Benjamín Fidel Alva Fuentes y Guadalupe Giselle Zavala Ojeda

La metrópoli ante el
cambio climático: retos
y oportunidades de
la adaptación urbana

Rafael Calderón-Contreras

El pago por servicios ambientales en el suelo
de conservación del
Distrito Federal

Enrique Pérez-Campuzano y María Perevochtchikova

Plan Nacional de Desarrollo 2012-2018: el discurso
perdido sobre el
desarrollo metropolitano

José Antonio Rosique Cañas


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La metrópoli ante el cambio climático:
retos y oportunidades de la adaptación urbana

Rafael Calderón-Contreras
Profesor-investigador del Departamento de Ciencias Sociales
División de Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa

Problemas y retos emergentes de la resiliencia metropolitana

Después del término sustentabilidad, resiliencia se ha convertido en la nueva palabra de moda en la literatura sobre cambio climático en zonas urbanas y en planeación. Algunas veces, al ser usados de manera intercambiable, ambos términos resultan conflictivos. Sin embargo, resiliencia como un enfoque de adaptación al cambio climático sobrepasa las discusiones tradicionales ecosistemicas (Lu y Stead, 2013). La resiliencia urbana es definida como la habilidad de una ciudad o un sistema urbano para absorber los efectos del cambio climático mientras se retienen la identidad, estructura y principales procesos funcionales del sistema (Leichenko 2011; Solecki, Leichenko et al., 2011). En este sentido, la idea tradicional de la planeación urbana, cimentada en los principios de eficiencia que caracterizan al discurso de la sustentabilidad, debe cambiar para considerar en la planeación metropolitana principios de redundancia y precaución.

El cambio climático es uno de los muchos tipos de crisis y problemas que enfrentan las ciudades. Los riesgos asociados con él típicamente ocurren en combinación con otros factores ambientales, económicos y políticos. En términos de cambio climático en las urbes contemporáneas, existen ciertos tópicos que se abordan de manera común. Los servicios ambientales de las zonas circundantes, los parques nacionales y la importancia de la distribución de recursos, principalmente el agua. Sin embargo, la planeación urbana no contempla la necesidad de vincular dichos servicios con otros recursos sociales, económicos y políticos vulnerables a los efectos del cambio climático.

La planeación urbana requiere tomar en cuenta que si las metrópolis aspiran a incrementar su capacidad de adaptación ante los efectos del cambio climático, es necesario tomar en cuenta una más amplia gama de efectos y problemas que, en combinación, empeoran los supuestos del cambio climático.

Aunque la resiliencia urbana puede ser medida de diversas maneras (Wallace, Wallace et al., 2007; Joerin, Shaw et al., 2012; Balsas, 2013; Khailani y Perera, 2013; Stumpp, 2013), algunas de las principales características de ciudades, asentamientos poblacionales o sistemas urbanos considerados como resilientes, incluyen diversidad, flexibilidad, gobernanza adaptativa y capacidad de aprendizaje e innovación. Estas características son también usadas como carta de presentación para ciudades e industrias urbanas que se encuentran al frente de la innovación tecnológica y en cuanto a los esfuerzos por desarrollar infraestructura urbana sustentable.

Si es complicado medir la resiliencia de una ciudad, lo es mucho más medir la resiliencia en una metrópoli. Los retos que significan las altas concentraciones poblacionales, la creciente demanda de servicios ambientales y la escasa planeación urbana en nuevos asentamientos, implica que la adaptación al cambio climático en las metrópolis sea un conjunto de ideales que, a pesar de ser ampliamente aceptados, sean a su vez difíciles de alcanzar. En este sentido, estudios recientes identifican situaciones donde la promoción de la resiliencia para algunos lugares podría darse a expensas de otros (Leichenko, 2011; Joerin, Shaw et al., 2012; Calderón-Conteras, 2013; Collier, Nedović-Budić et al., 2013; Lu y Stead, 2013).

Este problema se acentúa al tomar en consideración la escala metropolitana. Existirán casos en los que aumentar la resiliencia de la localidad o de una ciudad al interior de una zona metropolitana, signifique reducir la resiliencia a otra escala (Leichenko, 2011). Otros trabajos de resiliencia y planeación urbana recomiendan poner más atención a situaciones de pobreza y desigualdad que surgen con la aplicación de enfoques que impulsen la resiliencia urbana (ibid.).

Con el objetivo de contribuir a la resiliencia metropolitana, el diseño e implementación de estrategias de adaptación y mitigación de los riesgos del cambio climático debe ser asociada de manera cercana con la planeación urbana y otros proyectos de desarrollo. En algunos casos, las políticas que se enfocan en otros problemas ambientales que enfrenta la metrópoli (como la vulnerabilidad de la vivienda, la calidad de vida o la distribución de agua potable) pueden ser adaptadas para retomar los principios de resiliencia al cambio climático con muy poco o bajo costo.

Hay un creciente interés por entender el costo del cambio climático para las metrópolis y calcular los costos para diseñar ciudades resilientes. La habilidad para pagar por políticas resilientes varía entre ciudades y áreas metropolitanas.

Esta variación no radica en función del ingreso. También depende de instituciones e infraestructuras de gobernanza urbana. La literatura especializada sugiere que son necesarias las fuentes de financiamiento internacional para construir y promover la resiliencia en ciudades de países de bajo y mediano ingreso (Leichenko 2011; Solecki, Leichenko et al., 2011). Sin embargo, trabajos académicos en torno a la gobernanza ambiental sugieren tener precaución, sobre todo al momento de promover programas y políticas de planeación top-down (Klein, Nicholls et al., 2003; Barthel y Isendahl, 2013; Calderón-Conteras, 2013).

A fin de garantizar que los incentivos financieros externos encaminados a asegurar o fortalecer la resiliencia urbana no se conviertan en riesgos para la autosuficiencia de comunidades locales, es necesario atender las consecuencias distribucionales de dichos estímulos. En este sentido, es necesario efectuar un análisis que permita identificar los sectores urbanos, tanto sociales como económicos y productivos, que vayan a recibir los beneficios, o pagar los costos de los esfuerzos por hacer metrópolis más resilientes.

Conclusiones

Para lograr vincular la planeación metropolitana con los elementos principales de la adaptación al cambio climático, es necesario considerar que existe un alto grado de incertidumbre. Primero, en los efectos esperados de los cambios ambientales tanto rápidos como lentos, y después, en el costo ambiental, social, económico y político de incluir la resilencia en los planes metropolitanos de planeación. Sin embargo, existen dos propuestas que coadyuvarán al presente objetivo.

La promoción de la resiliencia en torno a la planeación urbana y regional conlleva una serie de preocupaciones relacionadas con la equidad dentro y entre ciudades. Es necesario incluir en los análisis de vulnerabilidad urbana al cambio climático la perspectiva de escala y región. En la medida en la que planificadores urbanos conozcan de mejor manera y más a profundidad las consecuencias de la implementación de políticas públicas de cambio climático y adaptación, la planeación metropolitana podrá cumplir con las metas esperadas de resistir mejor los embates del cambio ambiental global.

En consecuencia, la primera propuesta es la necesidad de investigar a profundidad los efectos regionales que no solo el cambio climático representa al interior de las metrópolis, sino también los efectos y consecuencias de las políticas encaminadas a hacerlas más resilientes.
Se relaciona con el potencial innovador con que cuentan las metrópolis. Las ciudades deben identificar las maneras en las que se pueden absorber los costos asociados a los esfuerzos de resiliencia. Aprovechar el potencial para la innovación urbana es, en consecuencia, indispensable para promover la resiliencia urbana.

Aunque existe desacuerdo entre la distinta literatura acerca de cómo definir y medir la resiliencia al cambio climático en las metrópolis, existe un amplio consenso en el sentido de que: a) las ciudades deben ser resilientes a una amplia gama de riesgos y tensiones con el fin de estar preparadas para el cambio climático, y b) esfuerzos para fomentar la resiliencia al cambio climático deben estar integrados con esfuerzos para promover el desarrollo y planeación urbanos y la sustentabilidad.

Los conflictos que se derivan del cambio climático en las ciudades ponen de relieve algunos de los retos asociados con la aplicación práctica de la resiliencia. Estos incluyen responder a cuestiones de equidad asociados con ritmos desiguales de resiliencia tanto dentro entre ciudades como a nivel regional, en el ámbito metropolitano.

Con la finalidad de asegurar que el término de resiliencia se apropie en las políticas de planeación metropolitana mientras que al mismo tiempo se mantenga su utilidad, debe existir un continuo cuestionamiento sobre la manera en la que el concepto es aplicado en zonas urbanas.

En la medida en la que resiliencia se convierta en un término esencial para asimilar el desarrollo metropolitano, también existirá una mayor necesidad de vigilancia por parte de investigadores, tomadores de decisiones, ciudadanos y actores privados para asegurar que la adaptación urbana sea un eje de provisión de un cambio social positivo, así como para asegurar la sustentabilidad social, económica, política y ecológica a largo plazo.