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Mi carrera ha sido una constante lucha contra algunos prejuicios

Soy una mujer que busca ser referente en su comunidad: Roca

La pugilista está a un mes de su tercera defensa del título minimosca

Foto
Ibeth Roca Zamora, proveniente de una comunidad otomí, se enorgullece de su imagen de guerrera y boxeadora sin miedoFoto Juan Manuel Vázquez
 
Periódico La Jornada
Domingo 9 de marzo de 2014, p. a14

La pugilista Ibeth Zamora piensa en su trayectoria como una constante lucha contra algunos prejuicios. Eligió, está consciente de ello, un deporte que se consideraba un dominio exclusivo de los hombres y que permitió a las mujeres participar profesionalmente en él hasta hace 15 años. También porque ella proviene de una comunidad pobre, otomí, en el estado de México.

Por eso ahora que ostenta el título minimosca del Consejo Mundial de Boxeo disfruta la sensación del éxito deportivo y la proyección que viene consigo: Me siento una mujer fuerte y poderosa. Lo disfruto.

Sin embargo, ese placer no es por el éxito en sí mismo, sino porque le ha permitido modificar en cierta medida las dinámicas en su comunidad.

Está mal que lo diga, pero creo que ahora las mujeres se miran a sí mismas de otra manera, como más seguras y ambiciosas. Me gustaría creer que mi ejemplo les permite ver otros modos de ser mujer, de destacar en un deporte tan machista, refiere.

Ella recuerda que eran las propias mujeres las que la presionaban para que abandonara sus aspiraciones en el pugilismo. Lo hacían porque reproducían aquellas ideas en las que habían sido formadas, pero cuando obtuvo éxito y volvió de Japón como campeona del mundo, entonces todo cambió. Ahora las mujeres de su comunidad, San Cristóbal Huichochitlán, la admiran.

Me gustaría pensar que ellas pueden imaginar que hay otros mundos más allá de la vida doméstica, de casarse, ser madres y atender a los hijos, dice Ibeth.

Le enorgullece ver que cada día acuden más jóvenes y niñas al gimnasio donde entrena y que se le acercan para seguir sus pasos.

Es importante el cambio de percepción que han vivido también los chicos, porque en su comunidad hay una mujer que obtiene éxito en un deporte que exige mucha fuerza y coraje, señala.

Nadie puede discutirle que se entrega con valor y ferocidad en cada combate. Así se hizo campeona ante la japonesa Naoko Shibata, en Tokio, y también así venció a la estadunidense Ava Knigth, en una pelea en la que todos daban por perdida a la Roca.

Antes del combate leí algunas notas periodísticas y me consideraban derrotada de antemano. La noche del pleito yo sólo hice mi mejor actuación, salí a hacer lo que sé, a pelear convencida de mi poder, y gané, dice casi como si estuviera reconociendo una travesura.

Pero no fue una travesura sino una victoria importante ante la peleadora que había vencido poco antes a Mariana Juárez.

Por eso la llaman la Roca Zamora, por fuerte y demoledora. Ella misma sonríe cuando describe su estilo: proclive al intercambio en corto, sin miedo a recibir castigo con tal de hacer el mayor daño posible a la contrincante.

Soy muy molesta sobre el cuadrilátero. No me da miedo recibir castigo, porque los golpes que me han dado ni los he sentido, si no, habría cambiado mi estilo y boxearía por piernas, pero hasta ahora me sigue funcionando así, dice entusiasmada, porque disfruta su imagen de guerrera, de peleadora sin miedo, de las que pegan y reciben, pero resisten y de ahí su condición de inquebrantable.

Está a un mes de hacer su tercera defensa del título y parece tan serena. Espera con calma para dar una nueva demostración de su dureza. Mientras tanto sueña con un día poder mirar atrás y estar satisfecha porque su éxito sirvió para cambiar las relaciones de género en su comunidad.

Mi carrera en el boxeo es también una lucha permanente por la equidad de género, remata.