Opinión
Ver día anteriorLunes 23 de junio de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Aprender a morir

Más sobre envejecer

C

omparto unas opiniones de lectores que antepusieron la reflexión al miedo y a las indignaciones piadosas sobre la columna Envejecer sin cuentos (La Jornada, 26/5/14), habida cuenta que el envejecimiento de las personas rebasa la imperante aversión al deterioro e involucra familias y economía, pública y privada, por no mencionar creencias, comportamientos e ideologías.

“Cada vez que visito a lo que queda de mi madre –escribe Alicia N– no puedo evitar pensar que no quiero pagar ese precio por prolongar mi tiempo, que no es vivir, y estar atada a un reposet sin ver, apenas oyendo y cada día más enojada. No sé cuál es la solución, eso de tomar 20 pastillas diarias para curar todos los males sólo da como resultado más años y menos dignidad. Es muy probable que mi admirado Sandor Marai haya tenido razón.”

“Mi mamá, con 85 –dice Arturo G–, a pesar de su lamentable estado físico yo creo que no tiene la más mínima intención de morirse, al contrario, el problema es que todavía cree que las cosas pueden ser reversibles y reclama médicos que la curen (como si el deterioro se curara), residencias donde la traten mejor (donde está la tratan muy bien), un departamento como el que tenía (cosa imposible de sostener), y como eso no sucede entonces vive enojada contra el universo entero, empezando por sus tres hijos que se han pasado la vida dándole lo mejor. El asunto es que mi madre siempre fue más apasionada que razonadora, lo que le impide poner los pies en la tierra y aceptar su triste e irremediable realidad.”

“Qué bueno que alguien se atreva –comenta Fernanda G– a hablar de lo estúpido que ha resultado prolongar la vida de miles de personas sin mayor sentido para ellas, excepto para los fabricantes de falsos remedios. Claro que esta prolongación artificial produce serios daños en los seres que acompañan al que envejece, pero daña aún más al atemorizado protagonista quien, aparte de perder facultades mentales y físicas, se va quedando cada vez más solo. Por supuesto que el secreto es la actitud adoptada ante el inevitable hecho, pero saber que hay alternativas menos fatalistas es igual de importante.”

“¿Podrán descubrir alguna solución los demagogos gobiernos –pregunta Mauricio L– ante el aumento de ancianos sin empleo, salud ni recursos en México y el resto del mundo, gracias al suicida sistema económico neoliberal, a la nueva estructura familiar y a la falsa moral?”