Opinión
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Melón

Justo y Steve

D

icen que las cosas buenas duran poco. Todo, o más bien un breve intervalo, empezó con Chucho López y su Big Band. Después siguieron Steve Loza y Justo Almario. Estos dos señores fueron una gratísima sorpresa para éste, su asere. Resulta que en el Centro Nacional de las Artes se efectuó un concierto de jazz con alumnos de la Escuela Superior de Música, en el cual estos dos señores, de los que me honro ser admirador, tuvieron participación de una manera muy prencipal (sic).

Empezaré por citar a Steve Loza, promotor de un convenio entre el Centro Nacional de las Artes y la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) que permite tener conciertos y colaboraciones de aquellita, que deja oír la calidad de los alumnos de la Su-perior de Música que, bajo la tutela de Justo Almario, se ganaron ovaciones en cada una de sus intervenciones.

Steve, independientemente de lo ya citado, es autor del libro Tito Puente and the making of latin music (Tito Puente y la creación de la música latina), no sólo muy ameno, sino escrito con conocimiento de causa, donde tuvo a bien incluirme, lo que considero un honor. Desde aquí le doy las gracias.

Justo Almario, por si usted, monina, no lo conoce, es un gran músico que navega viento en popa y a toda vela y la batea como se la pongan, tanto en jazz como en el aspecto latino. Considero que vale la pena pasarle la estafeta a Sergio Santana y dar a conocer lo que escribió sobre Justo, aunque éste no ha vivido por muchas temporadas en su país (Colombia) en las últimas décadas:

“Justo Almario, el saxofonista sincelejano, ha tenido una influencia notoria por su virtuosismo. Estudió en la Escuela de Música Berklee. Se inició en el mundo afrocubano con Mongo Santamaría y ha trabajado con Tito Puente, Paquito D’Rivera, Cachao, Ismael Rivera y sus Cachimbos, Freddie Hubbard y muchos más.

“Sus obras Andeando, Street Sax y Cumbiando, que grabó con su grupo Tulu, junto al percusionista peruano Alex Acuña, son representativas de las intenciones de Almario para construir un nuevo jazz colombiano. Desafortunadamente en sus grabaciones también ha mostrado una especial inclinación hacia el tipo de sonido extenso y tranquilizador que tiene el new age, seguramente por su profunda espiritualidad religiosa, pero regresa con frecuencia a los predios de versatilidad.

Foto
Justo Almario y Luis Ángel Silva Melón durante su pasado encuentro en el Centro Nacional de las ArtesFoto Elia Fuentes

Con Zumaqué, Arnedo y Justo Almario nació un movimiento musical que buscó crear un jazz colombiano enraizado en el folclor nacional. Y, en cierto sentido, ésta se está logrando por caminos separados. Lo anterior lo copié de Mi salsa tiene sandunga y otros ingredientes, libro escrito por Sergio Santana.

Conocí a Justo en Los Ángeles, California, y tuve la oportunidad en 1986 de grabar De todo un poco, composición de Lou Pérez, para la película Dirty dancing (conocido aquí como Baile caliente), número que ya había grabado en Nueva York con el mismo Lou. En la segunda ocasión fue con una orquesta de estrellas de Los Ángeles, dirigida por Justo, de los cuales recuerdo a Harry Kim, Óscar Meza, Joe Rotondí, Luis Conte, Álex Acuña; los que omití, que me perdonen.

No puedo dejar de reconocer la admiración que siento por Justo Almario, en mi humilde opinión un fuera de serie, lo mismo que los que nombré. No cabe duda, he tenido la fortuna de haber podido verme entre señores de cinco estrellas, lo mismo aquí en Mexiquito, el bello, como en otros lares. Al grabar con Lou Pérez, en la orquesta se encontraban Cándido Camero, Julito Collazo y Eddie Martínez, con el que conviví en el sexteto de Joe Cuba. Aquí, un recuerdo carinoso y respetuoso para Jimmy Sabater, que en paz descanse.

Espero, monina, no haberlo aburrido con mis recuerdos, pero en esta ocasión la melancolía se envolvió con el manto de la nostalgia. ¡Vale!