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A la mitad del foro

Envido pichón del nido

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Escena en una pulcata de la ciudad de MéxicoFoto Roberto García Ortiz
Q

ue todavía hay en algunas viejas colonias pulquerías, donde juegan al rentoy, los mexicanos del común; los sobrevivientes del entubamiento de los ríos, de los viaductos, circuitos interiores, periféricos, segundos pisos y más segundos pisos, con pagos de cuota y embotellamientos por volumen de vehículos en tránsito, o por el agua que busca, que vuelva a su cauce en cuanto llueve. Ah, el optimismo de la primera línea del Metro, el pasmo ante el drenaje profundo que parecía trasladarnos al mundo de los astronautas y la primera visión del otro lado de la Luna. Y de la Tierra, planeta azul, ajeno a los colores del PAN. Porque... y sin embargo se mueve.

Habría que escuchar el intercambio de frases llenas de sentido, doble, triple, del imaginario mestizo que se nutrió del español de Cervantes y de las lenguas mexicas del altiplano en la región más transparente del aire. Cada jugador muestra sobre su frente la carta del triunfo, visible para los adversarios, desconocida para él. Los dados, el tejo modelo del de la rayuela, las cartas con sota, caballo y rey: juego fincado en el manejo de las palabras, en la habilidad retórica del lenguaje llano, ajena a las pretensiones de la moda con la que desnudan su ignorancia los intelectuales inorgánicos que dicen, por ejemplo, al final del día, cuando quisieran decir: a fin de cuentas. Algo así como los añorados y desdorados debates en el proceso legislativo de las reformas estructurales con las que volvería la rectoría del Estado y la desigualdad pasaría a ser fuerza centrífuga y repetiríamos el grito de vino el remolino y nos alevantó.

Recuperar la rectoría del Estado, dijo Enrique Peña Nieto el 1º de diciembre de 2013. Y con el pacto en la frente de la pluralidad de partidos, se puso en marcha el programa de reformas, las tantas veces dichas, aceptadas, negadas, aplaudidas, maldecidas por las fuerzas de poder político y del poder fáctico. Desde esa fecha inaugural, estallaron las movilizaciones del lumpenproletariado, como decían los ideólogos antes de que la economía se sobrepusiera a la política; jóvenes endemoniados como personajes de Dostoyevski; anarquistas se denominaron. Y los medios se unieron al diluvio de menciones en la Internet, río por el que circula la vida al gusto de los que escriben, leen, opinan, condenan y, de vez en cuando, aprueban algo del mundo reflejado en palabras contadas y signos de magia electrónica. Furia justiciera, violencia incontenible, destrucción al paso de lo que llamaron vandalismo algunos atrapados en la antigualla del orden que en México, devino en represión; y luego en impunidad, porque los represores se habían disfrazado de víctimas propiciatorias de los derechos humanos.

Las reformas de marras ya han sido aprobadas. Tanto las constitucionales como las secundarias. El México de la alternancia, de la democracia sin adjetivos, del cortejo de sonámbulos, de la danza de polkos en torno a las instituciones demolidas, apostó a dejar las vueltas a la noria y ponerse en movimiento. Recuperar la rectoría del Estado equivalía a fijar la vista en el horizonte, a sabiendas de que las utopías son inalcanzables, pero cada paso nos aproxima al horizonte estable y permanente. El vuelo del tejo hacia la arena del barril bastó para que los administradores de los centros financieros de la globalidad y no pocos jefes de Estado y de gobierno expresaran admiración por la visión política del presidente Peña Nieto, quien, dicen, puso fin a la parálisis que aquejaba al país.

¡Bravo! Pero ahora que la Cámara de Diputados ha aprobado las leyes que regularan la reforma energética y ha devuelto al Senado las que le corresponden como cámara de origen, las reformas se acatan pero no se cumplen. Y los debates volvieron a ser melodramas de opereta, con adornos funerarios y un gran busto con la efigie de Lázaro Cárdenas del Río al frente; hubo simulacros de peleas, de tomas de tribuna, de anuncios del Apocalipsis, del Armagedón, o cuando menos de llevarse entre las patas al sindicato petrolero, al sindicalismo: maravillosa muestra de lo que advirtió Salvador Allende, el presidente chileno: no olvidar nunca que la extrema izquierda y la extrema derecha llegan a tocarse, a fundirse. Y mientras exhibe su oficio Manlio Fabio Beltrones, Carlos Romero Deschamps vuelve ante las luminarias. El Estado rector acumuló el pasivo atribuido a las pensiones y los trabajadores ya pagaron lo que les corresponde.

Y sin embargo, los años de adorar al capitalismo financiero dejaron huella. Pero todavía, los de la segunda alternancia son fieles a los dogmas del neoconservadurismo, al control absoluto del gasto público, la imposición del cero déficit fiscal, o lo más próximo al cero, como le sucedió de gobierno de Peña Nieto en el primer año del sexenio; el monetarismo como baraja en la frente y no endeudarse aunque se caiga la casa y se hunda el país en la desigualdad social extrema. Los oligarcas malhumorados por las reformas hacendaria y de telecomunicaciones, saben cuál es la baraja que cada uno trae en la frente y conocen todas las del titular del Poder Ejecutivo y cada uno de sus secretarios; los del 1 por ciento juegan rentoy con dinero ajeno y dados cargados. Enrique Peña Nieto ya está en campaña: ya empezó el proceso electoral de 2015. Está en lo suyo: pero se alzan voces en el llano y en las cúpulas del capital privado: ¿Dónde está el dinero, secretario Luis Videgaray?

Porque los salarios pierden poder adquisitivo, son piedras que no ruedan; los empleos de calidad existen solamente en los discursos oficiales y en los festejos de bienvenida a la inversión de capital externo. Segundo año, reformas aprobadas: empleos, salarios dignos y gasto público que se refleje en obras materiales son recuerdos del porvenir. Y ahí no hay pacto roto ni alianza variable que altere la responsabilidad plural de los partidos, sus dirigentes, y militantes. Jesús Zambrano se declaró en rebeldía, los legisladores del PRD lanzan acusaciones de traición a la patria; pero anticipan la reconciliación al sentenciar la alianza del PRI con el PAN en la hora de resolver el vuelco del sector energético. Las alianzas del PRD con el PAN son por imperativo democrático, dicen, para terminar con la hegemonía del PRI en esta o aquella entidad.

Gustavo Madero supo y pudo aprovechar lo pactado para derrotar al rebaño de Felipe Calderón pastoreado por el inconcebible Ernesto Cordero; el del salario mínimo que alcanzaría para casa, vestido, sustento y hasta para pagar colegiaturas en escuelas privadas. Y el de esas cuentas alegres llama populista la consulta del PAN sobre el salario mínimo que, asegura, generaría desempleo e inflación. Millones de mexicanos sobreviven en pobreza alimentaria: la campaña de combate al hambre ha de ser política social de Estado, no remedo asistencial. Esa tarea debe estar por encima de toda sospecha.

Y Gustavo Madero se une a Miguel Ángel Yunes en defensa de María Josefina Gamboa Torales, directora del Instituto Municipal de la mujer en Boca del Río, Veracruz, encarcelada, indiciada por homicidio culposo al conducir en estado de ebriedad. Extraños compañeros de barandilla. Aunque si andan juntos, o son perros, o son coyotes; porque entre ellos no se juntan, dicen en Sinaloa. Donde desgobierna el Malova, quien ordena aprobar y de inmediato votar contra su iniciativa de mantener a ciegas a los periodistas. Una veladora a Malverde y envido pichón del nido...